Decenas de detenidos por asistir a bodas gais: así persigue Nigeria a la población LGTB
Activistas de derechos humanos denuncian los arrestos masivos de personas acusadas de homosexualidad y la extorsión por parte de las fuerzas de seguridad. Las relaciones del mismo sexo están condenadas con hasta 14 años de cárcel en el país africano
A finales de agosto, unos 70 jóvenes fueron detenidos en el Estado de Delta, al sur de Nigeria, acusados de organizar una boda gay. Otras 76 personas fueron detenidas en octubre por organizar un evento parecido en el Estado de Gombe, al noreste del país. Estas detenciones grupales parecen mandar un mensaje claro: la personas LGTB son menos bienvenidas que nunca en Nigeria, el país más poblado (casi 240 millones de habitantes) de África.
Así, desde luego, se siente Francis Ndimele. Solo un mes después de la detención masiva de agosto, que ocupó muchos titulares, se vio obligado a emigrar de Lagos, donde vivía, a Estados Unidos. “Mis padres me desheredaron en 2020 tras descubrir que era gay. Conté con el apoyo de un grupo LGBTQI+ que me dio cobijo en Lagos. A pesar de ello, mi familia siguió enviándome policías a perseguirme. Creen que mi identidad sexual es una vergüenza para la familia, sobre todo porque son clérigos de una iglesia apostólica. Y la policía nigeriana utiliza la detención de personas LGTB+ para extorsionar, sabiendo que la ley no nos protege”, afirma amargamente el joven de 24 años.
En 2014, el entonces presidente de Nigeria, Goodluck Ebele Jonathan, promulgó una legislación que prohíbe las relaciones homosexuales, así como cualquier muestra pública de afecto hacia personas del mismo sexo o la pertenencia a grupos LGBTQ+. La norma impone una pena de hasta 14 años de cárcel a quien “celebre un contrato matrimonial o una unión civil entre personas del mismo sexo” y condenas de hasta 10 a quien “registre, gestione o participe en clubes, sociedades y organizaciones homosexuales” o apoye las actividades de dichas organizaciones. Abogados y activistas de derechos humanos nigerianos argumentan que la draconiana ley va en contra de las libertades universales básicas, ya que la policía a menudo la utiliza para practicar detenciones arbitrarias e incluso para la tortura de detenidos.
Mis padres creen que mi identidad sexual es una vergüenza para la familiaFrancis Ndimele, joven nigeriano
El abogado Chizelu Emejulu, radicado en Lagos y que defiende a personas LGBT en diferentes Estados de Nigeria, subraya: “Parece que [la ley anti LGTB] fue aprobada únicamente para acosar y extorsionar”. Es un instrumento del Gobierno “para suprimir la democracia”, añade. Emejulu puntualiza que nadie ha sido condenado en el país africano desde que entró en vigor la norma homófoba, hace una década, y recuerda que todas las personas que fueron detenidas durante la última redada fueron puestas en libertad bajo fianza, aunque el tribunal les impuso que comparecieran todos los meses desde entonces. Aún no se han presentado cargos contra ellos.
La policía nigeriana aplicó esta ley por primera vez en 2019, cuando procesó a 47 hombres por mostrar “gestos de afecto” en público, según organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch, aunque aquel caso fue desestimado porque la acusación no presentó testigos en el juicio.
En enero, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas se sumó a las críticas de la legislación en su Examen Periódico Universal, un mecanismo de seguimiento que analiza la situación de los derechos humanos en el mundo cada cuatro años y medio. La ONU recomienda al Gobierno nigeriano la retirada de la ley antihomosexualidad, la liberación de los detenidos por su orientación sexual y el fin de la persecución de la comunidad LGTB, según la organización Human Rights Watch, que advierte de que este tipo de recomendaciones tienen “poco o nulo” impacto real en este tipo de asuntos.
La humillación de los desfiles
A las últimas detenciones grupales de Nigeria se suma, advierten defensores de derechos humanos, una táctica humillante por parte de las fuerzas policiales: los desfiles mediáticos previos al juicio de los detenidos. El Tribunal Supremo nigeriano declaró en 2022 que esta práctica viola la Constitución, pero, en el caso de la detención del pasado agosto, la operación policial fue retransmitida en directo por redes sociales, como es el caso de la mayoría de detenciones por mantener relaciones del mismo sexo.
El abogado Stephen Okiroro subraya que estas prácticas contravienen el artículo 36 de la Constitución nigeriana, que garantiza la presunción de inocencia. “El desfile público de sospechosos por parte de los agentes de seguridad de Nigeria era habitual en la época militar, cuando el represivo Gobierno militar suspendió varias leyes de derechos humanos. Ahora tenemos un Gobierno democrático y uno de sus valores son los derechos humanos fundamentales”, señala.
Solo 22 de los 54 países de África permiten las relaciones del mismo sexo. Aunque en Nigeria la ley establece condenas de cárcel, en 12 de los 36 Estados del país donde rige la sharía (ley islámica) puede llegar a aplicarse pena de muerte a las personas homosexuales o a quienes contravengan las normas tradicionales de comportamiento. Algunos medios locales informaron en noviembre de la detención de ocho jóvenes por “vestimenta inmoral”. La acusación: vestirse con prendas consideradas de mujer. El castigo: tres meses de prisión y 10 latigazos. El “travestismo” está en la mira del Gobierno federal, advierten organizaciones como Human Rights Watch: en abril, un legislador introdujo una enmienda a la ley contra el matrimonio homosexual que impone penas de seis meses de cárcel o multas de 500.000 nairas (476 euros).
El privilegio de huir
Quienes pueden, escapan de este ambiente asfixiante. “Ya había planeado viajar y tenía mi visado, pero conseguí ayuda de defensores de los derechos humanos para pagar la reserva de mi vuelo a Estados Unidos, donde ahora me considero seguro”, explica Francis Ndimele, el joven perseguido por sus familiares. “Mis padres están contentos de que ya no esté cerca y de que los miembros de su iglesia ya no puedan burlarse de ellos”. Daniel Orji, que vivía en el Estado de Ogun (suroeste de Nigeria), también abandonó el país tras ser despedido de su trabajo. “Un colega me vio en un local gay durante mis vacaciones, me hizo fotos a escondidas y las envió a la oficina. Me despidieron y me pidieron que no volviera nunca, bajo la amenaza de denunciarme. Conseguí un trabajo en el Reino Unido y me trasladé hace unos seis meses”, explica. “[En Nigeria] Nos enfrentamos a todo tipo de discriminación por parte de la gente en el trabajo y en todos los demás encuentros sociales. Me dan mucha pena los que no pueden viajar como yo. Es realmente infernal”.
La policía me detuvo, me torturó, me mantuvo bajo custodia y me obligó a confesar que soy gay.Kunle Adeagbo, joven nigeriano
Ndimele y Orji tuvieron la suerte de huir del país, pero la huida no es una opción para otros. Uno de ellos es Kunle Adeagbo, que afirma haber sido detenido y extorsionado en varias ocasiones. “Vivo con miedo. La ley no solo permite a la policía tratar a las personas LGTB de forma inhumana, sino que nos somete a la violencia de las turbas. Una vez resulté herido en la calle cuando iba a una fiesta. Aun así, me costó ir a denunciar a comisaría por la estigmatización y la discriminación de quienes deben proteger la vida y las propiedades de los ciudadanos”. Adeagbo acabó armándose de valor y denunció a sus agresores, pero la acusación se volvió contra él. “La policía me detuvo, me torturó, me mantuvo bajo custodia y me obligó a confesar que soy gay. Solo me liberaron tras pagar”, asegura. “No pedimos demasiado, solo queremos que cese la violencia para que los defensores de los derechos humanos y las organizaciones que prestan servicios a las personas LGTB puedan apoyarnos libremente”.
El portavoz de la policía nigeriana, Muyiwa Adejobi, no contestó a las llamadas ni a los mensajes de texto de este diario. El Ministerio de Justicia de Nigeria tampoco respondió a las preguntas.
Una ley que contraviene la Constitución
Benjamin Abiboye, abogado de derechos humanos, señala que el artículo 40 de la Constitución nigeriana dice que todo ciudadano tiene derecho a reunirse libremente y a asociarse con otras personas, y en particular puede formar o pertenecer a cualquier partido político, sindicato o cualquier otra asociación para la protección de sus intereses. “Entonces, ¿por qué la ley anti LGBT debe castigar a la gente por reunirse pacíficamente? ¿Por qué debe el Gobierno mirar hacia otro lado cuando hay violencia colectiva contra ellos?”, se pregunta. La norma que Nigeria aprobó en 2014 “es la ley más represiva aprobada desde el retorno de la democracia al país en 1999″, añade. Otro abogado, Stephen Okiroro, opina algo parecido: “La libertad de asociación es un derecho humano fundamental en una democracia que funcione, y es esencial que el Gobierno proporcione espacio para que la gente exprese diferentes opiniones y defienda sus intereses comunes”.
Además de contravenir la Constitución nigeriana, la norma homófoba también contradice tratados internacionales de derechos humanos, como la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, que garantiza el derecho a la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libertad de reunión y la igualdad de todas las personas. Asimismo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, al que Nigeria se adhirió sin reservas en 1993, afirma la igualdad de todas las personas ante la ley y el derecho a no sufrir discriminación.
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