Conflicto y éxodo entre Armenia y Azerbaiyán: dos historias de huida de Nagorno Karabaj

El enfrentamiento entre estos dos países ha obligado a más de 100.000 personas de etnia armenia a huir de sus hogares

Nora, quien no quiere revelar su identidad, huyó de Nagorno Karabaj el 25 de septiembre con toda su familia. En la imagen muestra su teléfono con fotografías de su vida allí.Elisa Bernal
ELISA BERNAL / ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE

Más de 100.000 personas de etnia armenia de Nagorno Karabaj se vieron obligadas a huir de sus hogares el pasado septiembre, tras la rápida escalada del conflicto que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán por el control de este enclave del Cáucaso. Después de tres décadas de hostilidades que han dejado unos 40.000 muertos, las autoridades de la autoproclamada república acordaron disolver su Gobierno y sus fuerzas armadas. Sucedió 24 horas después de iniciarse los bombardeos azerbaiyanos sobre Nagorno Karabaj al constatar que no tenían apoyos internacionales.

La mayoría de la población de Nagorno Karabaj se trasladó a la provincia fronteriza armenia de Syunik. El viaje fue largo y agotador, especialmente porque la ofensiva militar estuvo precedida por un bloqueo de nueve meses del corredor de Lachín, durante el cual prácticamente no entraron ni suministros ni ayuda humanitaria, por lo que muchas familias se quedaron prácticamente sin recursos. Solo había una vía de escape para salir de Nagorno Karabaj: una serpenteante carretera de montaña. La huida masiva agravó enfermedades y provocó casos de desnutrición, después de tres días de viaje en coche, con muy poca comida o agua, e incluso a pie en algunos casos.

“Estos refugiados llegaron sin nada”, explica Marcella Maxfield, Directora Regional de Acción contra el Hambre para el Cáucaso Sur. “Enfrentados a un futuro incierto, ahora necesitan desesperadamente ayuda de emergencia, tanto para necesidades urgentes como alimentos y agua, como para necesidades como ropa de cama, medicamentos, atención de salud mental y apoyo psicosocial”.

Estas son dos historias detrás del éxodo de Nagorno Karabaj.

Nora

Nora, quien no quiere revelar su identidad, huyó del conflicto el 25 de septiembre con toda su familia: su abuela, su tía, su sobrina, su prima recién nacida, su madre, su padre, su marido, sus hermanas y su hermano. Llegaron tres días después a Goris, en Armenia. Durante los dos últimos días de viaje no tuvieron nada que comer. Se vieron obligados a beber agua de los lagos y ríos de las montañas circundantes. “No pudimos dormir ni tan siquiera una hora”, comenta Nora.

Durante el bloqueo, Nora estaba embarazada, pero abortó debido al estrés agudo y la desnutrición. El acceso a los servicios sanitarios era limitado y tardaba más de hora y media en ir andando al trabajo. Dependían sobre todo de las patatas que cultivaban ellos mismos.

Ahora vive con parte de su familia en una ciudad llamada Parakar, en Armenia. Su apartamento no dispone de electricidad, gas ni agua. Tienen una pequeña reserva de ahorros para comprar comida, pero ya se está agotando. Nora está especialmente preocupada por su hermano de siete años: “Necesita apoyo psicológico”, dice. “No puede dormir porque todavía oye los bombardeos”.

Nora tiene solo un deseo: regresar a casa. “Quiero volver a Nagorno Karabaj”, dice.

En la imagen de la izquierda, la hermana pequeña de Nora posa desde su apartamento actual en Parakar, Armenia, para mostrar una fotografía que hizo antes de huir. En ella se ve el pan que la familia horneó para llevárselo de camino a Syunik, la provincia armenia más cercana al paso fronterizo. El trayecto duró tres días, pero el pan solo les alcanzó para alimentarse en la primera jornada. También llevaron medicinas para su abuela. En la imagen de la derecha, la foto del móvil muestra la última comida, unas cuantas patatas hervidas que preparó la familia antes de abandonar Nagorno-Karabaj.

En la imagen de la izquierda, la hermana pequeña de Nora muestra una fotografía que tomó después de los bombardeos de septiembre de 2023. Explica que uno de los miembros de su familia, antes de huir hacia Armenia, tiró un armario con latas de comida por la rabia que le provocó el conflicto y por verse obligado a huir. En la imagen de la derecha, la fotografía en el dispositivo móvil muestra el momento en el que la familia acababa de cerrar con cerrojo la puerta de su apartamento en Nagorno Karabaj justo antes de huir hacia Armenia.

En la imagen de la izquierda, la hermana pequeña de Nora muestra el jardín que tenía la familia en su apartamento de Nagorno Karabaj. En la imagen de la derecha, una fotografía que tomó con su móvil durante los nueve meses que duró el bloqueo de Lachín. En la foto se puede ver a dos vecinas montadas en el caballo que la familia de Nora también solía utilizar para desplazarse a centros sanitarios que quedaban a entre 20 y 40 kilómetros de distancia. Muchas familias necesitaban desplazarse a pie o a caballo por la falta de combustible como consecuencia del bloqueo del corredor.

En la imagen de la izquierda, Nora posa en su dormitorio de Parakar. En la imagen de la derecha, la estufa con la que la familia de Nora cocina sus alimentos, ya que no tienen electricidad.

Armine y Sasun

Armine y Sasun, de 44 años y quienes prefieren mantener su verdadera identidad en el anonimato, se han apoyado mutuamente durante más de dos décadas. Se conocieron en la infancia. Crecieron como vecinos e incluso fueron a la misma guardería. Llevan 23 años juntos y tienen un hijo y una hija.

En 2009, conocieron a una mujer que vive en la localidad armenia de Goris, con la que fraguaron una profunda amistad a lo largo de los años. Fue quien les ofreció una casa cuando el pasado 26 de septiembre la familia se vio obligada a huir de Nagorno Karabaj. El apartamento en el que vivían estaba destrozado.

Durante los meses anteriores al conflicto, Armine y Sasun ya habían estado viviendo con escasas raciones de comida como consecuencia del bloqueo del corredor de Lachín. Las autoridades les daban vales para comprar comida, pero las cantidades apenas eran suficientes: tres kilos de verduras, dos kilos de fruta, dos kilos de patatas y una pequeña cantidad de pan. Armine y Sasun debían repartir esta ración entre toda la familia. Si no utilizaban los vales para comprar comida en un plazo de dos semanas, perdían la oportunidad, y no se sabía cuándo llegaría la siguiente tanda de vales. Comprar la comida era muy caro: una sola col podía costar unos 15 euros.

Armine explica que en Nagorno Karabaj se cuidaban “los unos a los otros”. Cuenta que una vez su hijo fue a comprar a la panadería más cercana, a varios kilómetros de distancia, y que tuvo que hacer cola hasta las cinco de la mañana. De camino a casa, regaló el pan a un hombre discapacitado al que encontró en muy mal estado, según relata.

En la imagen de la izquierda, Sasun sostiene la cartilla de racionamiento rosa que les dieron en Nagorno Karabaj con la que se les permitía comprar dos kilos de fruta entre el 23 de febrero y el 7 de marzo. Armine y Sasun explican que una col costaba unos 6.500 drams (unos 15 euros) y un huevo 1.000 drams (unos tres euros). Los cuatro miembros de la familia (Armine, Sasun, hijo e hija) estaban trabajando, pero Sasun explica que vieron a muchos otros que se morían de hambre: “La gente se ayudaba en la medida de lo posible, pero vimos muchos casos de mujeres embarazadas que perdieron sus bebés por la desnutrición”, añade Armine. En la imagen de la derecha, Sasun sostiene la cartilla verde de racionamiento que les dieron en Nagorno Karabaj con la que se les permitía comprar tres kilos de verduras entre el 8 y el 22 de marzo.

En la imagen de la izquierda, Sasun sostiene la cartilla de racionamiento blanca que les dieron en Nagorno Karabaj con la se les permitía comprar dos kilos de patatas. En la imagen de la derecha, Armine sostiene su teléfono móvil mostrando una fotografía del apartamento donde vivían en Stepanakert, en Nagorno Karabaj.

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