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Los refugiados que sobreviven en las minas de Pissy

La falta de trabajo y la presencia, cada vez mayor, de desplazados internos en Burkina Faso como consecuencia de la pobreza y la violencia yihadista han convertido a miles de personas en mano de obra barata para la extracción de granito

En la mina de Pissy, en las afueras de Uagadugú (capital de Burkina Faso) trabajan más de 3.000 personas, muchas de ellas mujeres desplazadas por la crisis climática, la pobreza y el aumento de la violencia intercomunitaria.Pablo Tosco
Brigitte lleva 14 años trabajando en la mina. Antes de dedicarse a la extracción de granito era peluquera en Uagadugú. Tenía su propio local, pero las inundaciones que arrasaron parte de la capital burkinesa en 2011 destruyeron su negocio. Se vio forzada a abandonar el barrio y a buscar un hogar en la periferia de la capital.Pablo Tosco
Brigitte muestra sus manos deterioradas por el trabajo. Las piedras de granito se pican con una barra de acero, una tarea que provoca graves lesiones, sobre todo en el caso de los mineros que no cuentan con ningún instrumento de protección para sus trabajadores.Pablo Tosco
Desde las primeras horas del día, el sonido acompasado del hierro golpeando la piedra se eleva desde las profundidades de este enorme socavón abierto en la tierra. De él emergen mujeres cargando sobre sus cabezas piedras de granito.Pablo Tosco
Para extraer grandes piedras de granito, los hombres entierran neumáticos de camiones a los que prenden fuego. Tras varios días incrustando ruedas de coches ardientes en la montaña, el granito se quiebra y se rompe en grandes piedras.Pablo Tosco
Luego a golpe de mazazos los hombres separan el granito de la montaña, mientras en la parte alta de la mina las mujeres machacan las piedras del tamaño de un zapato para convertirlas en piedritas del tamaño de una nuez. Pablo Tosco
Asiatu, otra de las mujeres desplazadas que se dedica a la extracción de granito como medio de subsistencia, pica piedra bajo su tienda improvisada con palos y telas.Pablo Tosco
Los recursos de la mina Pissy son escasos. La mayor afluencia de desplazados internos está provocando competencia entre quienes trabajan en la excavación. Al menos 500 desplazados comenzaron a trabajar en la mina el año pasado.Pablo Tosco
Las mineras que solían ganar aproximadamente ocho euros por día lamentan que sus ingresos se han reducido a la mitad por la llegada de nuevos trabajadores.Pablo Tosco
Atravesando pequeños intersticios en los laterales del cráter, con pasos lentos y descalzos, emergen hombres y mujeres con bandejas de decenas de kilos de pedruscos de granito sobre sus cabezas.Pablo Tosco
Las paredes de granito se convierten en roca a mazazos y se transforma en piedra a martillazos.Pablo Tosco
Mientras la mina fue creciendo en profundidad, los derechos de los mineros fueron cayendo en su abismo. El relato compartido de todos ellos es que nunca pensaron que su medio de vida sería literalmente picar piedra. Pablo tosco
Sitiada por un muro de tres metros coronado por concertinas que delimitan el límite hasta donde crecerá, la mina de Pissy es una depresión que año tras año y de manera informal se ha ido abriendo paso hasta la carretera
Miles de mujeres de las diferentes regiones de Burkina Faso convergieron, y siguen convergiendo, en este socavón: agricultoras, costureras, ganaderas, cocineras, campesinas, amas de casa, madres, hijas y abuelas.Pablo Tosco
Cantera arriba los brazos de las mujeres trituran las piedras convirtiéndolas en pequeños cantos, materia prima para la construcción de viviendas en la capital de Burkina Faso.Pablo Tosco
Bubakar recoge piedras de granito que transporta en su cabeza hasta la parte superior de la mina, donde las mujeres las trituran.Pablo Tosco
Con la mano derecha, las mujeres trituran las piedras que coloca con la izquierda. A ritmo de línea de montaje van acumulando gravilla sobre una tela.Pablo Tosco