Una brigada de mujeres en Perú previene el cáncer de cuello uterino de puerta en puerta
El colectivo Ladies Hope combate la enfermedad en uno de los barrios más pobres de Lima, con una prueba que detecta el virus del papiloma humano. El test de autotoma ahora es parte de la estrategia del país, donde mueren cinco mujeres al día por esta enfermedad
Es agosto de 2011. Nohimi Chirimia cuida de sus tres hijos y cocina en un comedor popular para los más pobres en Pachacútec, en la costa de Lima. No siente dolor ni síntoma alguno, pero padece cáncer de cuello uterino. “Fue difícil enterarme y aún me choca pensar en la suerte que tuve”, recuerda a sus 50 años. “Me quitaron el útero y, aunque me recuperé, no quedé bien en mi mente”.
Su historia es una mochila que cargó por años, hasta que escuchó por primera vez de las pruebas moleculares que detectan el virus del papiloma humano (VPH) de alto riesgo, la principal causa de este tipo de cáncer, y que podía ayudar a otras mujeres a no repetir su historia. “Lo primero que pensé fue cómo no existía esta prueba antes”, admite Nohimi.
El cáncer cervical es prevenible y curable si se detecta y trata a tiempo. Sin embargo, cada año mata a 300.000 mujeres, y un 90% de ellas viven en países en vías de desarrollo, según la Organización Mundial de la Salud. Este cáncer es culpable de que cinco mujeres mueran cada día en Perú, el cuarto país de Sudamérica en cuanto a tasa de mortalidad por esta enfermedad, según el Observatorio Global de Cáncer.
“Esa historia debe cambiar, ni una mujer más puede morir por un cáncer que es prevenible con una vacuna y que, si se detecta el virus, se puede tratar antes de desarrollar la enfermedad”, explica Patricia García, investigadora del proyecto Hope VPH de la Universidad Cayetano Heredia que, en 2015, introdujo las pruebas moleculares para que las mujeres Pachacútec se la realicen ellas mismas en casa.
El cáncer de cuello uterino mata cada año a 300.000 mujeres, un 90% de ellas en países en vías de desarrollo
“Muchos profesionales decían que las peruanas no se iban a hacer el test nunca, pero teníamos que probarlo”, comenta la infectóloga sobre esta forma de detección que consiste en introducir un cepillo en la vagina y enviar la muestra en un tubo al laboratorio. Antes del piloto, “las mujeres en Pachacútec eran diagnosticadas muy tarde, cuando ya había un cáncer bastante avanzado”, explica García. Sin embargo, los test de autotoma detectan el papilomavirus antes de que haya lesiones y se desarrolle la enfermedad; y son más efectivos que el Papanicolau, el análisis más extendido hasta ahora.
Sin dudarlo, Nohimi se convirtió en una de las Ladies Hope (mujeres esperanza), una brigada que iba de puerta en puerta ofreciendo la prueba gratuita a mujeres de entre 30 y 49 años. “Al contarles mi historia, ya no cargo con el peso de la enfermedad, porque ayudo a otras a prevenirla”, cuenta. La mujer resalta la importancia de un diagnóstico a tiempo. “Muchas me preguntaban si el cáncer dolía y les decía que no hasta que, quizás, ya te terminó por dentro”.
Las Ladies Hope no son médicas ni enfermeras. “El personal sanitario estaba ocupado en múltiples actividades en los centros de salud y no tenían tiempo para salir a la comunidad”, explica Maria Valderrama, coordinadora del componente social del proyecto. “Queríamos acabar con esa dinámica e ir nosotras hacia las pacientes”.
Durante dos meses, el proyecto recorrió mercados, colegios y comedores populares para captar a las líderes de la comunidad. “Las capacitamos rompiendo los mitos y creencias que tenían sobre la enfermedad para que manejen la información correcta sobre las vacunas y las pruebas moleculares”, explica la especialista. De las 100 mujeres que se anotaron, solo quedaron 59 voluntarias. “A las que más les interesaba ayudar eran aquellas que habían perdido a un familiar, una vecina... Cada una tenía su historia con el cáncer”.
Karin Matus ha visto morir a varias mujeres por esta enfermedad desde que se mudó al barrio hace ya 22 años. “Cuando supe que era posible salvarlas, no dudé en ofrecerme voluntaria. Las mujeres tenían confianza en nosotras, ya que así no más, no te abren la puerta de su casa, y poco a poco fuimos llegando a más”.
Pero de nada sirven las pruebas si no hay tratamiento. En un centro de salud de la zona, el piloto habilitó un consultorio con un colposcopio y un equipo de crioterapia para curar las lesiones de las pacientes positivas. “Si a nosotras nos salía una mujer positiva, hacíamos seguimiento hasta que era atendida”, recalca Karin. “Les explicábamos y les dábamos un poco de consuelo y cariño, porque cuando tocábamos sus puertas, hasta de doctoras nos trataban”, relata la mujer.
A pedido de las voluntarias, en 2019 se puso en marcha un modelo para vender los test a 10 soles (2,40 euros) a las mujeres del barrio. “La idea era que valoraran más la prueba. Y aceptaron porque ya se había pasado la voz y muchas querían hacérsela. Ellas mismas se reunían y nosotras además hacíamos campaña en el mercado o afuera del colegio”, comenta Matus. Ese bajo costo fue subsidiado por la venta a mujeres con más ingresos, que sí pueden pagar hasta 100 soles por prueba (24,20 euros), cuatro veces menos de lo que cobra una clínica privada.
Se prevé que este año toda mujer de 30 a 49 años en Perú tenga acceso a una prueba molecular gratuita a partir de la reciente aprobación del Reglamento de la Ley Nacional del Cáncer
Hasta marzo de 2020, las Ladies Hope testearon a más de 6.000 mujeres, labor que se ha paralizado por el impacto de la pandemia en el país. De ese total, 1.000 fueron gracias a la insistencia de Matus. La mujer recalca que el grupo de voluntarias ha recorrido todo Pachacútec. “Nadie hubiera hecho lo que hicimos, porque este es en un arenal con subidas y bajadas y un calor muy intenso”, subraya.
Apenas desde el año pasado, los test moleculares del virus del papiloma humano han sido incluidos de forma progresiva en el país, dentro de las acciones del Estado peruano para prevenir el cáncer cervical. Fue un largo proceso que inició en 2016, cuando Patricia García asumió el cargo de Ministra de Salud y llevó la experiencia de Hope VPH para reglamentar el uso de estas pruebas en la detección temprana de la enfermedad.
Mientras tanto, esta iniciativa, premiada por la Fundación Mapfre por su innovación social, está probando un modelo distinto con las autoridades de Cajamarca, que incorpora tecnologías de vanguardia para el tratamiento del virus. “Esperamos que esta experiencia también sirva para lo que está haciendo el Estado, porque lo importante es ser catalizadores del cambio”, asegura la exministra.
De momento, se prevé que este año toda mujer de 30 a 49 años en Perú tenga acceso a una prueba molecular gratuita a partir de la reciente aprobación del Reglamento de la Ley Nacional del Cáncer. Víctor Palacios, director ejecutivo de Prevención y Control del Cáncer del Ministerio de Salud, expone que el 70% de mujeres afectadas por la enfermedad no se enteraban de su diagnóstico, tras la prueba de Papanicolau. “Era alarmante porque nunca recogían su resultado”, apunta. El funcionario destaca que ahora, con los test de autotoma, no existirá este problema. “Con estas pruebas, la información entrará a un sistema para el seguimiento y tratamiento de los casos positivos”.
Dentro de las estrategias de prevención está también la vacunación contra el VPH, con la inmunización de niñas entre nueve y 13 años, y que ahora se está ampliando a niños porque se quiere lograr el efecto rebaño, anota Palacios. “Todo esto nos dice algo muy importante: no somos un país pobre, sino uno que no gestiona bien sus recursos”, advierte. “Todavía muchos funcionarios creen que es muy caro prevenir, pero al final ¿cuánto cuesta una vida? Si detectar y tratar un virus a tiempo va a salvar una vida, pues invierto en eso en vez de intentar curar un cáncer en nivel avanzado”, zanja el experto.
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