El documental recoge lo que la actualidad va dejando en el camino
Las noticias sobre conflictos sociales y bélicos impactan a través de titulares pero, poco a poco, pierden vigencia y se desvanecen. Las películas documentales toman el testigo y ayudan a quitar velos a la realidad. El Festival MiradasDoc compila anualmente estos testimonios únicos
La realidad está en todos lados, aseguraba la cineasta francesa Claire Simon, días atrás, en su encuentro con el público participativo del festival internacional MiradasDoc, que celebra su decimoquinta edición en Guía de Isora, Tenerife. Más difícil es encontrar y filmar la verdad, que depende del tiempo en que el narrador permanezca y se impregne de una realidad. Esto significa que hay un vínculo ineludible entre la información de actualidad y el documento fílmico que casi siempre pueden complementarse.
Las noticias cuentan cifras, decía, por su parte, el cineasta Abdallah Al Khatib, en contraposición a las existencias verdaderas en las que el cine puede detenerse. A veces, los documentalistas pasan largo tiempo dentro de sus historias de vida, filmando ese transcurrir de los conflictos en primera persona y esperando desenlaces que son reales y que no pueden apurarse ni ficcionalizarse.
Sin duda, lo que las noticias de actualidad pueden narrar sobre conflictos sociales y bélicos tiene límites claros de tiempo y espacio. Efectivamente, el cine es tiempo, como lo define Simon, y la actualidad se le escapa. A cambio, el formato documental puede ofrecer profundidad de campo y altura de miras, incluso atreverse a la poesía de asaltar los cielos o a cavar hasta encontrar el último secreto de cualquier superficie.
Además, el documental permite al director aproximarse íntimamente al personaje que retrata y testimoniar juntos la experiencia vital, según esta directora francesa, que se reconoce de la vieja escuela, la de filmar únicamente lo que conoce, lo que está cerca y no aprovechar jamás de la tragedia de los demás para darle valor a su cine.
Las mujeres, una verdad arrolladora
“El documental es un testimonio inédito sobre algo que nadie nos había mostrado y además, nos conmueve, porque nos habla de una historia que ha sucedido en el patio trasero de casa y de la que no nos habíamos enterado”, apunta el periodista y documentalista Javier Angulo, director de la Semana Internacional de Cine (Seminci) de Valladolid, y miembro del jurado de Ópera Prima en esta edición de MiradasDoc.
Angulo –realizador de dos películas sobre el exilio– no tiene dudas sobre el valor del cine de lo real para conocer y conocernos: “El documental nos cuenta lo que ya no retransmiten las televisiones. Los medios están una temporada muy encima de los conflictos, dan titulares y luego esas historias no se continúan, porque los reportajes tienen unos minutos limitados. Hoy, son los documentales los que nos están narrando lo que está pasando en el mundo, en las guerras culturales y en las sociales”.
El documental nos habla de una historia que ha sucedido en el patio trasero de casa y de la que no nos habíamos enteradoJavier Angulo, director de la Seminci de Valladolid, y miembro del jurado de ópera prima en esta edición de MiradasDoc
Esas piezas fílmicas representan, a juicio de Angulo, “ventanas que se nos abren a cosas que pueden haber pasado inadvertidas, incluso cerca de nosotros, o que por primera vez se cuentan en primera línea”. Su entusiasmo por este género le lleva a decir que “la realidad es mucho más completa que la ficción, nos conmueve más y nos impacta, y eso es lo que constituye un buen filme”.
El director de la Seminci sostiene, asimismo, que algunas de esas historias del cine han terminado desvelando grandes casos de corrupción, gracias a que un periodista las ha descubierto y perseguido hasta dar con todos los detalles. “Este constituye un refugio de los ciudadanos, incluidos personajes famosos, como Matt Damon, que quieren invertir para saber qué está sucediendo en el mundo”, añade.
¿Y qué aportan los periodistas al cine documental. “La curiosidad”, responde Angulo sin hesitar. “Cuando a los periodistas nos dicen algo que no habíamos escuchado, pedimos: ‘cuéntame más’. Además, aportamos rigor estilístico y sensibilidad”, explica.
En cuanto al valor de los festivales, señala que estos representan el último escaparate que le queda al cine de autor para que la gente se entere de su existencia: “Somos contemporáneos a realidades que no conocemos y, afortunadamente, el buen cine no busca atajos, ni facilismos y te hace ver la vida desde otro ángulo distinto al del entretenimiento y los titulares”.
Entre los descubrimientos de los certámenes de los últimos años, Angulo expresa la certeza de que “la presencia de la mujer es imparable, tanto como el cine emergente del continente africano”. Lo grafica con el hecho de la cantidad de premios que ganan las mujeres, entre ellas, las muy jóvenes, con mucho talento y con cualquier medio, pero, esencialmente, “con una mirada distinta, que es la de la mujer, porque los hombres vamos buscando mucho nuestro éxito, nuestra historia, vamos dando saltos”. Por el contrario, “las mujeres, van a ras del suelo, a la realidad, por eso llegan y cuentan con más matices, con más profundidad, y lo hacen de manera sencilla, nada pretenciosa, pero sorprendente”. Es, en síntesis, un cine “menos pseudo intelectual, como lo es para un cocinero poder sacar una buena materia prima sin estropearla; tiene honestidad y verdad”.
Arte del sur, pero viable
David Baute también es documentalista y, desde hace 12 años, el director de MiradasDoc. Nació en Garachico, Tenerife, y se formó entre instituciones madrileñas y la mítica escuela de San Antonio de los Baños, en Cuba. Para este cineasta que ha vuelto a su tierra a alentar la producción de cine de lo real, la imagen del éxito de este festival es la de una niña de Gran Canaria que, en 2006, asistió, con su colegio, a ver películas; después volvió como estudiante; luego, en 2012, acercó un proyecto en desarrollo y, finalmente, hace tres años, llegó a proyectar una película. “En estos espacios se trabaja desde que eres pequeño y, a veces, se cierra el círculo: los festivales son las escuelas de cine en los sitios donde no las hay”, asevera Baute.
¿En qué se fija un programador?. “Ocho personas seleccionan menos de medio centenar de películas entre las aproximadamente mil que llegan al año. La condición es que tengan una mirada al Sur, aunque nosotros diferenciamos entre dos sures: el geográfico, como es África o América Latina, y el sur dentro del norte, que es ese otro sur social complejo que existe en países europeos, por ejemplo. En este sentido, Polonia, Rumania o Bulgaria siempre dan buen cine”, responde.
Los festivales son las escuelas de cine en los sitios donde no las hayDavid Baute documentalista y director de MiradasDoc
Entre las cinematografías que constituyen una revelación, Baute señala las de República Dominicana y Venezuela, en Latinoamérica, y las de Etiopía y Mozambique, en África. Estas son las sorpresas que se suman a las narrativas consolidadas en ambos continentes, como son las de Argentina, Brasil, Colombia y México, a un lado del Atlántico, y las de Senegal, Burkina Faso, Sudáfrica y Kenia, al otro lado.
Sobre las tareas de este espacio, más allá del certamen, Baute señala que MiradasDoc procura contribuir al mercado de la programación, “acercando un cine reflexivo, crítico y autoral que se mueva con flexibilidad en la no ficción a las distribuidoras y a la televisión menos comercial”. En este camino se han montado laboratorios (o incubadoras) en países en desarrollo, para seleccionar “proyectos artísticos, narrativamente valiosos, pero viables”.
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