Trágico retroceso
Los recortes en ayuda al desarrollo se traducen en el aumento de la mortalidad infantil por primera vez en 25 años
Dos décadas de progreso sanitario en todo el mundo y uno de sus avances más importantes —la reducción constante de la mortalidad infantil— se han visto bruscamente detenidos. El año que está a punto de terminar será el primero del siglo XXI en el que aumenten las muertes de los niños menores de cinco años, según el informe publicado por la Fundación Gates. Tal retroceso puede ser achacado a diferentes razones, pero hay una que destaca por encima de todas: los drásticos recortes a la ayuda internacional decretados por los países más ricos del mundo siguiendo la estela de Donald Trump.
Los datos son demoledores. Este año habrán muerto 4,8 millones de niños pequeños. Para poner la cifra en perspectiva, el informe señala que es como si todos los alumnos de 5.000 aulas escolares que ni siquiera saben atarse los zapatos murieran en apenas 12 meses. En paralelo, la Organización Mundial de la Salud, ha constatado que, lejos de reducir su radio de acción, enfermedades como la malaria se han extendido: el 75% de los fallecidos por su causa son menores de cinco años. Y otro tanto sucede con la tuberculosis, que tras años de retroceso ha vuelto con fuerza. Son los primeros efectos constatables de la reducción en la financiación a la salud en el planeta adoptada por países como Estados Unidos, Reino Unido o Francia, entre otros. Los 49.000 millones de 2024 se han reducido a 36.000 en 2025 y el resultado ha sido prácticamente automático. Y es solo el comienzo. Según el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, si la tendencia continúa, para 2045 habrá 12 millones de muertes infantiles adicionales.Es preciso subrayar que los recortes en financiación humanitaria registrados en 2024 son los mayores desde que existen informes y gran parte de la responsabilidad recae en el desmantelamiento de la agencia estadounidense de desarrollo (USAID, por sus siglas en inglés) ordenado por Donald Trump en febrero de este año. Hasta hace algunos meses representaba el 43% de los fondos que los gobiernos del mundo dedican a la ayuda al desarrollo. El entonces estrecho colaborador de Donald Trump, el multimillonario Elon Musk, justificó la medida asegurando que la agencia era “un nido de gusanos”.
Resulta trágico y lamentable que sea preciso explicar con una estadística de niños muertos la importancia vital de la ayuda al desarrollo. Probablemente ni esto convencerá a uno de los principales responsables de la situación, pero debería servir para despertar la conciencia de otros gobiernos y que no cedan a la tentación de aplicar recortes en una cuestión que lejos de ser una mera postura ideológica condiciona la supervivencia de millones de seres humanos.