Ir al contenido

Brigitte Macron y las “asquerosas” feministas

Que la extrema derecha mediática escupa su desprecio en la cara de las feministas y de las víctimas de violencia machista no sorprende a nadie. Que lo haga la primera dama de Francia, en cambio, resulta inaceptable

Sales connes” (estúpidas asquerosas). Ese fue el calificativo con el que Brigitte Macron, primera dama de Francia, se refirió esta semana a un colectivo feminista. La escena, que ha dejado atónito a medio país, tuvo lugar durante un espectáculo del actor Ari Abittan, acusado de violación por una mujer en 2021 y cuya causa ha sido recientemente archivada por falta de pruebas, tras tres años de investigación. En un vídeo grabado entre bastidores por las cámaras de un medio de la prensa rosa, se escucha a la primera dama tranquilizar a Abittan, quien le confiesa sentir miedo después de que la noche anterior cuatro activistas del colectivo #NousToutes interrumpieran su función acusándolo de ser un violador. Brigitte Macron le responde sin pensárselo y con una sonrisa cómplice: “Si hay alguna sale conne, la echaremos”. Poco después de que el vídeo se viralizara en redes, el feminismo francés hizo suyo el hashtag #salesconnes y actrices famosas como Judith Godrèche o Marion Cotillard se reivindicaron como estúpidas asquerosas si eso significa defender a las mujeres víctimas de violencia sexual y animarles a que alcen la voz.

Ante unas palabras que han incendiado, legítimamente, las redes sociales y las tertulias del país, como contaba Raquel Villaécija en estas páginas, el equipo de comunicación de la primera dama trató de justificar el comportamiento de Brigitte Macron aludiendo a su rechazo a la radicalidad del colectivo feminista en cuestión. Una explicación que no convenció a nadie, salvo quizá a los medios de extrema derecha, cada vez más numerosos ―hablamos de decenas de revistas, diarios, radios y canales de televisión, algo hasta ahora inaudito en el paisaje mediático francés― y proclives a instrumentalizar cualquier polémica para alimentar la batalla cultural. Los mismos que hasta hace nada se recreaban en teorías conspirativas sobre la supuesta transexualidad de la primera dama ven ahora en Brigitte Macron a su nueva heroína contra la presunta “violencia” del movimiento feminista.

La inversión de la violencia suele ser un recurso clásico de la extrema derecha. En nombre de la presunción de inocencia, se considera más violento que unas feministas interrumpan el espectáculo de un presunto violador a que en Francia una mujer sea violada cada dos minutos, o que el 94% de las denuncias por violación terminen archivadas. Para los Pascal Praud de turno —el presentador estrella de CNews, la Fox News francesa, cuyas tertulias congregan cada día a millones de espectadores— que la mujer de 23 años que denunció a Abittan, de 50 años, presentara hematomas y lesiones constatadas médicamente la noche en que acudió a la comisaría, no resulta violento. Tampoco les parece violento el estrés postraumático “indiscutible” sufrido por esta mujer y reconocido por los jueces de instrucción del caso. La víctima, para ellos, es él. La empatía se dirige únicamente a él, nunca hacia las mujeres cuyo miedo a ser violadas es una parte consustancial de su día a día y se refleja en la realidad estadística del país.

Que la extrema derecha mediática escupa su desprecio en la cara de las feministas y de las víctimas de violencia machista no sorprende a nadie. Que quien lo haga sea la primera dama de Francia, en cambio, resulta inaceptable. Las palabras elegidas por Brigitte Macron ―cuyo nuevo yerno, Cyrill Hanouna, es una figura clave de la fachosfera para referirse a las mujeres que han decidido apoyar a la denunciante de Abittan no solo imitan la retórica de la ultraderecha global, al reactivar el concepto de “feminazi”, sino que delatan una visión de la violencia sexual contra las mujeres, cuanto menos, preocupante. ¿O es que la esposa de Emmanuel Macron ―el gran defensor de Gérard Depardieu― ignora que en Francia la inmensa mayoría de denuncias por violación no llega a juicio? El actor del penoso taquillazo Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, Ari Abittan, no ha sido declarado inocente. Que los jueces de instrucción no encontraran pruebas suficientes para llevarlo a juicio no implica que los hechos no ocurrieran. Significa que no pudieron probarse. Las secuelas físicas y el estrés postraumático de la denunciante (reconocidos por las propias autoridades judiciales) existen independientemente de lo que la justicia haya sabido demostrar. Tener que recordarle algo tan básico a la primera dama, como lo llevan haciendo estos días los colectivos feministas en sus posts en Instagram, parece mentira.

Se despide una sale conne.

Sobre la firma

Más información

Archivado En