Cuando la política convierte la impunidad en rutina
Los lectores escriben sobre la responsabilidad de los cargos políticos, la sobreprotección parental, el uso de anglicismos, y la tauromaquia
De niña, mi madre decía “perdona, pero aguanta” cuando yo pedía perdón y volvía a hacer lo mismo. Hoy la política hace igual: disculpa rápida, continuidad absoluta. Los políticos nos piden perdón como quien cambia una bombilla mientras el edificio se derrumba. Y lo peor: ya ni esperan que nos enfademos. La impunidad se volvió rutina; la rabia, un lujo malgastado. La responsabilidad se ha convertido en trámite. Se piden disculpas por daños que tienen víctimas, pero nunca culpables. Se abre una comisión que no comisiona nada y se esperan 72 horas a que el algoritmo pase página. Una política a la altura del siglo XXI empieza donde terminan los eufemismos: en la reparación. Decir “asumo” debería significar devolver lo roto: contratos, servicios, confianza. Sin consecuencias, el perdón es coartada. Yo no quiero más disculpas de teflón. Quiero que duela donde deba doler y repare donde deba sanar: responsabilidades reales y dignidad pública. La democracia no se sostiene con excusas, sino con verdad y cuidado. Lo demás es ruido.
Elsa Arnaiz Chico. Madrid
El ejercicio de dudar como padre
Como padre, me cuesta —pero debo— hacer el ejercicio de convencerme de que puede que mis hijos no me estén diciendo toda la verdad de lo que pasa en el cole. Tal vez interpretan mal algo, tal vez mienten a sabiendas. Como profesor, pido a los padres que lo asuman: los adolescentes mienten. Mienten para librarse, para suavizar una mala noticia, para ser más molones. Flaco favor les hacemos si la primera reacción a cualquier información negativa desde el centro educativo —“habla mucho en clase, no ha hecho los deberes, se ha retrasado, falta al respeto”— es negar, incluso antes de hablar con el chaval o chavala. Esto, que antes era anecdótico, cada vez es más habitual. Las consecuencias: adolescentes cada vez más subidos y profesores planteándose cada vez si cambiar de carrera laboral.
Jordi Camarasa Medes. Mislata (Valencia)
Defender el idioma
En tres páginas consecutivas de este periódico leo varios términos en inglés que poco a poco asumimos como intraducibles en castellano: newsletters, big data, trail. Pero cada vez son más las palabras prestadas a las que renunciamos encontrar sustituto en nuestra lengua. No sé si la causa se encuentra en la crisis del lenguaje periodístico, en algún complejo de inferioridad lingüístico o en el triunfo de cierto esnobismo literario, pero cualquiera de esas expresiones tiene su correlato en castellano y negarse a utilizarlo no hace sino empobrecer nuestro idioma.
Manuel Domínguez Ferro. Pontedeume (La Coruña)
Cultura sin ideología
Después de la abstención del PSOE a la tramitación de la IPL sobre la tauromaquia veo un debate ideológico que no entiendo. Que te gusten los toros no está reñido con ser de izquierdas; que se lo digan a Sabina, Lorca, Hemingway... Hasta el mismísimo Che presenció una corrida de toros en Las Ventas. Hay miles de votantes progresistas en este país amantes de la tauromaquia y no por eso son menos de izquierdas. Se puede dar un debate de cualquier tipo, pero no creo que este sea un debate ideológico.
Adrián Cruz Tendeiro. Fuentes de Oñoro (Salamanca)