Anecdotario del desasosiego
La crisis valenciana no es sólo un fracaso del PP, un episodio para la historia de la ignominia política, sino un triunfo de Vox
1. La claudicación. ¿Qué le interesa más a Vox, forzar elecciones en la Comunidad Valenciana o pactar con el PP el sustituto de Mazón? Esta es la pregunta que condicionará el futuro inmediato de...
1. La claudicación. ¿Qué le interesa más a Vox, forzar elecciones en la Comunidad Valenciana o pactar con el PP el sustituto de Mazón? Esta es la pregunta que condicionará el futuro inmediato de la derecha española. La política requiere determinación y el perfil bajo se acaba pagando. Entre otras cosas porque sólo sirve para regalar espacio al adversario. Gastar toda la energía en satanizar a Pedro Sánchez ha puesto en evidencia a Feijóo, un líder sin atributos precisos. El PP ha llegado a creerse que pellizcando a Sánchez todos los días le acabaría hundiendo. Y de momento, el presidente sigue, mientras la derecha sale muy tocada de la crisis valenciana. Tanto que Feijóo se ha sentido obligado a dar el paso que hasta ahora había intentado evitar: buscar abiertamente ayuda en la derecha neofascista de Vox.
Ya no es una suposición, es una realidad. El PP se une a las derechas europeas que han roto el tabú de la colaboración con el fascismo y se proponen a dar reconocimiento a la extrema derecha. Mazón ha dimitido con un año de retraso. Y Feijóo, que, contra el más elemental sentido común, fue incapaz de forzarle a irse cuando estalló la tragedia, se quita de encima cualquier reserva contra el radicalismo de Vox y se entrega a Abascal. Con lo cual, la crisis valenciana no es sólo un fracaso del PP, un episodio para la historia de la ignominia política, sino un triunfo de Vox, que es ahora el que tiene la palabra ya con el reconocimiento de Feijóo, que ha sido incapaz de buscar otras vías que no exijan el paso a la extrema derecha.
Con más sensibilidad democrática, el PP habría tenido una oportunidad de exhibir ambición y desconcertar al PSOE planteando a Sánchez la posibilidad de optar por un acuerdo entre los dos partidos para enderezar al país valenciano, antes que entregarse a la extrema derecha. Habría puesto al presidente español en un brete y su imagen habría dado un salto. Pero el cuerpo ha podido más que la cabeza y ha optado por indultar al fascismo.
Quizás las últimas encuestas, que revelan un aumento del voto a Vox especialmente en los jóvenes varones, le sirvan de coartada. En cualquier caso, Abascal ha visto vía libre y pone las banderas a caminar. ¿Gobierno o elecciones? De momento, ya ha puesto sus exigencias sobre el tablero: freno al pacto verde y la inmigración en el punto de mira. La extrema derecha acelera, sabiendo que en ninguna de las dos opciones tiene nada que perder. Si el PP acepta sus condiciones, ya ha conseguido el triunfo: la validación de su agenda. Y en caso contrario, tiene legítimas razones para pensar que unas elecciones anticipadas pueden tener premio. Es el callejón al que Feijóo ha llevado al PP: Vox queda legitimado, decae el tabú del fascismo, y el PP está un poco más acorralado. Abascal decidirá lo que crea más conveniente para ir cercando a la derecha.
2. La impostación. Estamos en un momento en que las trifulcas de la derecha están dando espectáculos delirantes. Mazón ya no está sólo, Alberto González Amador, el novio de Ayuso, con varios procedimientos judiciales a cuestas, se apunta al discurso lastimero de la destrucción personal: “Me han destrozado la vida: o me voy de España o me suicido”, patético espectáculo de huida de la realidad cuando tiene la mochila cargada de asuntos en fase de instrucción judicial. Ante la dificultad de rebatir las denuncias, la apuesta por la vanidad en forma de drama para desplazar la mirada del personal.
Este anecdotario del desasosiego, de un PP que se creía más fuerte de lo que está resultando ser, protagoniza la escena pública en el momento en que salen en Francia unas prometedoras memorias de Juan Carlos I. En ellas, una advertencia a su hijo: “No dudes que has heredado un sistema político que yo he construido. Puedes excluirme en el plano personal y financiero, pero no puedes rechazar la herencia institucional en la que has crecido”. Una manera de aparcar sus caprichos y miserias personales que han descolorido su imagen, colocándose como referencia del régimen, por haber podido hacer “aquellas reformas que Carrero no me hubiese permitido”, como me dijo en cierta ocasión.
No perdamos la realidad de vista: el giro reaccionario de la derecha está en marcha, con el PP entregado a Vox. ¿Será el último fracaso de Feijóo? ¿A quién beneficiará este envite? ¿Tomará Abascal la iniciativa? ¿Acabará encontrando Pedro Sánchez aire para recuperar espacio ante la claudicación del PP? De momento, es inquietante ver cómo las mentiras pueblan el espacio comunicacional.