La mejor oportunidad para Europa se presenta en el espacio
En tiempos de tensión geopolítica y dificultades económicas, la inversión en tecnologías de futuro conduce al crecimiento y a la recuperación
En 2025, somos testigos de un mundo en el que la diplomacia tradicional y las normas de colaboración se ven cada vez más perturbadas por la política de poder, la incertidumbre económica y la competencia estratégica. Este mes de noviembre, la Agencia Espacial Europea (ESA) celebrará su Consejo Ministerial para determinar las prioridades de financiación para los próximos años y, en Europa, debemos afrontar una dura verdad: no estamos prep...
En 2025, somos testigos de un mundo en el que la diplomacia tradicional y las normas de colaboración se ven cada vez más perturbadas por la política de poder, la incertidumbre económica y la competencia estratégica. Este mes de noviembre, la Agencia Espacial Europea (ESA) celebrará su Consejo Ministerial para determinar las prioridades de financiación para los próximos años y, en Europa, debemos afrontar una dura verdad: no estamos preparados para esta nueva realidad. Las vulnerabilidades están aumentando en materia de defensa, comercio, energía, inteligencia artificial y tecnologías cuánticas, así como en la estabilidad de la cadena de suministro. Sin embargo, en un área, Europa tiene una ventaja clara: el espacio. En este ámbito, Europa sigue contando con programas líderes a nivel mundial. Y a través de la ESA, puede actuar con rapidez y decisión para reforzar su resiliencia.
El espacio no es un patio de recreo para multimillonarios. Es esencial y forma parte del entramado de nuestra vida cotidiana. Desde la predicción meteorológica —donde alrededor del 80% de los datos proceden de satélites— hasta la agricultura de precisión, la navegación con Galileo, los servicios de pago Satcom, la monitorización de la calidad del aire por Copernicus y el seguimiento de misiles en Ucrania, la tecnología espacial impulsa nuestra economía, protege nuestro medio ambiente y garantiza la seguridad de nuestras fronteras. A pesar de ello, mientras potencias mundiales como Estados Unidos, China y la India avanzan a pasos agigantados —no por su talento superior, sino por sus audaces inversiones—, Europa invierte poco en el espacio.
Un ámbito urgente en el que Europa puede aunar sus necesidades y aprovechar sus puntos fuertes es el de la defensa, donde, al igual que en el espacio, Europa sigue estando muy poco financiada. La defensa y el espacio ya son complementarios, incluso se podría decir que son totalmente afines: los satélites y sus datos deben mantenerse seguros en el espacio, y los satélites y sus datos pueden contribuir a la seguridad en tierra. Mientras China amplía su dominio espacial con una red de inteligencia de 2.800 satélites y Estados Unidos avanza en su programa Starshield para la vigilancia de la Tierra en tiempo real, países como Rusia, la India y Japón también están aumentando sus inversiones en el espacio con fines de defensa. Si bien la defensa representa la mitad del gasto público mundial en el espacio, en Europa esa cifra es solo del 15%, lo que plantea cuestiones urgentes sobre las prioridades estratégicas de la zona y su actitud en materia de seguridad. Como director de una agencia espacial civil, veo cómo, dentro del ámbito de competencias de la ESA, podemos utilizar nuestro mejor talento y nuestras mejores habilidades para ayudar a Europa en estos tiempos tan convulsos.
Un camino con futuro, que se propondrá en el Consejo Ministerial, son los sistemas espaciales de doble uso que satisfacen tanto las necesidades civiles como las de defensa. Al alinear los presupuestos a nivel europeo, la ESA puede ofrecer una vía de defensa rápida y rentable para reforzar la estabilidad, al tiempo que se promueve el avance de la ciencia, la vigilancia medioambiental y el crecimiento económico. No se necesitan nuevos acuerdos legales o internacionales: la ESA ya proporciona el entorno, reuniendo los mejores activos de Europa y permitiendo la asignación inmediata de fondos en coordinación con los Estados miembros y la Comisión Europea.
Más allá de la defensa, consideremos por un momento por qué vale la pena invertir en el espacio. La industria espacial mundial crece a un ritmo impresionante del 9%-10% anual, superando el crecimiento del PIB mundial y rivalizando con los sectores de más rápido crecimiento del mundo. Impulsado por los avances en las comunicaciones por satélite, la navegación, la observación de la Tierra y otras tecnologías espaciales, el sector espacial triplicará su valor hasta alcanzar los 1,8 billones de euros en 2035. Sin embargo, a medida que crece la economía espacial mundial, la representación de Europa en ella disminuye, lo que significa que nos convertimos en una parte más pequeña de una industria más grande: de los 122.000 millones de euros de financiación pública mundial en 2024, la cuota de Europa fue solo del 10%, frente al 60% de Estados Unidos. Corremos el riesgo de perder nuestra independencia y autonomía en el sector frente a gobiernos o entidades comerciales extranjeros.
La historia demuestra que, en tiempos de tensión geopolítica y dificultades económicas, la inversión en tecnologías del futuro conduce al crecimiento y a la recuperación. El programa Apolo de Estados Unidos, iniciado durante la guerra de Vietnam, que desafió la superioridad mundial de este país, dio lugar al sector tecnológico más grande del mundo. La recuperación de Corea de la crisis financiera asiática se vio impulsada por el enfoque en la tecnología y la innovación, lo que le ayudó a convertirse en un líder tecnológico mundial. Alemania respondió a la crisis financiera de 2008 dando prioridad a la fabricación avanzada y las tecnologías ecológicas, lo que demostró que los estímulos centrados en el clima pueden reportar beneficios tanto económicos como laborales. Invertir en el espacio no es diferente: significa dar forma al futuro de las naciones (y los continentes).
Europa cuenta con la excelencia intelectual y la ESA con la trayectoria: Copernicus, Galileo, Euclid, Juice. Pero esta excelencia está en peligro. El talento se desplaza hacia donde hay emoción, y eso a menudo se encuentra fuera de Europa, porque el gran capital da lugar a grandes y emocionantes proyectos. Para mantener su liderazgo, Europa debe invertir su dinero donde está su ambición.
Juntos, nos encontramos en una encrucijada. Con el aumento de la inestabilidad geopolítica y el vacilante apoyo de Estados Unidos, Europa debe prestar atención a las crecientes señales de advertencia como una oportunidad para construir su autonomía estratégica. El Consejo Ministerial es más que otra reunión ministerial: es un momento para tomar decisiones radicales. Marca el inicio de una serie de acontecimientos presupuestarios y políticos, entre los que se incluyen el Consejo Ministerial de la ESA de 2028 y el Marco Financiero Plurianual 2028-34 de la Comisión Europea, que darán forma a las aspiraciones espaciales a largo plazo de Europa. La reunión de noviembre es una oportunidad de oro para que Europa elija la ambición por encima de la indecisión, el liderazgo por encima del retraso y la perspectiva por encima de la conformidad, si somos lo suficientemente ambiciosos como para aprovecharla.