Ir al contenido

Vivir bajo sospecha como inmigrante

Los lectores escriben sobre los discursos políticos xenófobos, la masacre de los gazatíes, la actualidad política y el incendio de Las Hurdes en Extremadura

Como extranjero nacido en Marruecos que vive en España desde los seis años, a veces me siento —haciendo referencia a la famosa obra de teatro Luz de gas, de Patrick Hamilton— como si estuviera dentro de una casa donde las luces parpadean sin motivo y todos a mi alrededor insisten en que están encendidas, aunque yo sé que no. Esa sensación de vivir en una burbuja donde la exageración y la narrativa hace que a veces hasta dudes de lo más obvio. ¿Será verdad que los inmigrantes somos generalmente delincuentes? ¿O es que simplemente hay quienes necesitan crear un enemigo exterior fácil al que señalar en épocas difíciles? No niego la existencia de la delincuencia entre los inmigrantes, la cual obviamente existe como en cualquier colectivo, siguiendo correlaciones sociales estudiadas como que la pobreza, desigualdad y falta de oportunidades suelen estar ligadas a mayores tasas de delito. Pero esto no justifica que se establezcan correlaciones peligrosas que ponen en duda a un todo un grupo social. Personas y familias que buscan, como todos, una vida mejor con muchas piedras en el camino.

Ahmed El Maadioui. Mataró (Barcelona)

Solo impotencia

Tengo 31 años, estoy convencido de tener una fuerte conciencia social y política y estoy siendo contemporáneo a un genocidio, pero no sé qué hacer. Tengo mucho miedo a que el día de mañana me pregunten, o me pregunte a mí mismo, sobre por qué no hice nada y simplemente contestar que no supe qué hacer.

Víctor Casas Alonso. Móstoles (Madrid)

Incredulidad y vergüenza

Tengo 76 años, madrileña, he vivido siempre en mi país, España, del que siempre me he sentido orgullosa. Como tantos compatriotas, en 1975 tuve un sueño que creí podríamos conseguir con mucho esfuerzo, pero en 2025 asisto asombrada a muchas barbaries mundiales que vemos y oímos sin inmutarnos. A su vez, hoy mi incredulidad se junta con la vergüenza de que un defraudador y delincuente confeso sea capaz de llevar al banquillo de los acusados nada menos que al Fiscal General del Estado, al tiempo que un exministro de Hacienda se destapa como un saqueador del Estado haciendo leyes al dictado de poderosos defraudadores y que nadie se haya dignado ingresarle en prisión, aunque solo sea para que no pueda destruir pruebas. Francamente, creo que con lo ya vivido, visto y oído no sé si me merece la pena seguir aquí.

Carmen L. Gimeno. Madrid

Vuelve el fuego

Arden Las Hurdes otra vez. Y me duele. Me duele como duelen las cosas que parecen condenadas a repetirse, como una herida que no termina de cicatrizar. Detrás de esos montes está el trabajo de los que se quedaron cuando muchos se fueron, el silencio de sus caminos y la dignidad de sus pueblos y alquerías. Cada incendio borra un poco de todo eso. No solo bosques, también memoria, esfuerzo y arraigo. Nos acordamos de Las Hurdes cuando las llama el fuego. Después, el olvido. Hasta el siguiente verano. Hasta la siguiente quema. Ojalá algún día comprendamos que cuidar el campo no es solo apagar fuegos, sino evitar que se enciendan.

Inés Gordo Puertas. Palomero (Cáceres)

Más información

Archivado En