Un trabajo sin vocación
Los lectores escriben sobre la precariedad laboral, la ausencia de formas en la política, la difícil emancipación de los jóvenes y la falta de inversión en la sanidad pública
Hace unos días, viendo una película, me asustó lo mucho que me podía identificar con el protagonista. Era un chico normal, que casi pasaba desapercibido, con mujer e hijo. Una vida sencilla, trabajo estable. En una escena, este le explicaba a su primo en qué consistía su trabajo. No sabía describirlo muy bien. Publicidad digital, generar más dinero para quien ya tiene. Lo contaba con tono sincero, intentando convencerse de que su trabajo era útil. De que no era simplemente una pequeña pieza que no encajaba en el nefasto puzzle capitalista en que vivimos. Tengo las mismas inquietudes que David, ese personaje de ficción tan real como estas líneas. ¿Dónde queda la vocación? ¿Dedicarse a aquello que implica un impacto? Vengo de una familia trabajadora, donde nadie tenía vocación porque el hambre, la precariedad, el techo debajo del que vivir, no se lo permitían. Trabajar siempre ha sido una necesidad, el trabajo asalariado una obligación. Eso nunca les ha frenado de llenar su vida de vocación, de dedicación. Simplemente, nunca han cobrado por ella, ni han podido vivir de ella. Pero sí con ella.
Alba Serrano. Madrid
Volver al bien común
El malismo político, un enfoque que prioriza lo negativo, ha escalado en la esfera pública, erosionando la confianza ciudadana y polarizando el debate. Esta tendencia exagera errores, ignora logros y simplifica la realidad, alimentándose de emociones intensas. Para frenar su avance, urge un diálogo político fundamentado en hechos verificables, no en exageraciones ni ataques personales. Los líderes deben asumir la responsabilidad de presentar tanto los avances como los desafíos de manera equilibrada, transparente, y realista. Debemos exigir discursos que prioricen la transparencia y la responsabilidad, rechazando aquellos que solo buscan alimentar el desánimo y la división. Solo así podremos construir una política del bien común.
Fernando Serrano Echeverria. Eibar
Juventud atrapada en un sueño
Los alquileres están por las nubes y para muchos de nosotros independizarse es un sueño inalcanzable. Da igual cuántas horas trabajemos, los sueldos son tan bajos que pagar un techo digno es una misión imposible. Así, seguimos en casa de nuestros padres, no por elección, sino porque no hay otra opción. Es frustrante ver cómo los años pasan y la vida se estanca, como si alguien nos hubiera robado el futuro. No es que no lo intentemos, es que el sistema nos cierra las puertas. Si esto no cambia, seguiremos atrapados en una realidad que no elegimos.
Carla González López. Gavá (Barcelona)
Defender la sanidad
Pocos medios se hacen eco de la necesidad de cambio en la sanidad pública que existe en este país. La tratamos como si los recursos fuesen infinitos. Sin sanitarios no hay sanidad pública, y actualmente existe una fuga al extranjero. El sistema de guardias de 24 horas está obsoleto, es arcaico. Y es que la sanidad no debería entender de color político; es responsabilidad de todos cuidarla.
Sergio Correa Bellido. Las Palmas (Canarias)