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Para salvar el pellejo

Si hoy se repitiera 1936, ¿quién haría el papel de Unamuno, que primero fue franquista y luego antifranquista?

Miguel de Unamuno fotografiado por José Limeses y Antonio M. Saralegui con intención de usar la imagen para realizar un busto del escritor.

Dada la confrontación social y el grado de odio que existe en la política española, a veces durante los insomnios me entretengo imaginando qué bando elegirían los políticos, los intelectuales, los escritores y líderes de opinión, que hoy acaparan la actualidad, si se repitiera un 18 de julio de 1936, tal como sucedió entonces. En este juego, que no deja de ser una macabra pesadilla, doy por supuesto que habría muchas sorpresas en una España en guerra, partida en dos, rojos y azules, con una victoria...

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Dada la confrontación social y el grado de odio que existe en la política española, a veces durante los insomnios me entretengo imaginando qué bando elegirían los políticos, los intelectuales, los escritores y líderes de opinión, que hoy acaparan la actualidad, si se repitiera un 18 de julio de 1936, tal como sucedió entonces. En este juego, que no deja de ser una macabra pesadilla, doy por supuesto que habría muchas sorpresas en una España en guerra, partida en dos, rojos y azules, con una victoria incierta. Muchos cambiarían de ideología a la fuerza según el bando geográfico que les hubiera tocado en suerte, pero, sin duda, a alguna gente que hoy es muy de derechas la verías puño en alto y otros de izquierdas te saludarían con el brazo extendido a la manera fascista; ese que parece un santo varón tal vez te mandaría fusilar y ese otro tan siniestro te refugiaría en su casa.

Así es el alma humana cuando se pone en ebullición. ¿Quién haría el papel de Unamuno? Al principio fue socialista y se enfrentó a los nacionalistas; después la tomó contra el rey Alfonso XIII y el dictador Primo de Rivera, como un Quijote lanza en ristre. Exiliado en Fuerteventura y luego en París y Hendaya, de regreso a España tuvo un voto para ser presidente de la República, pero su odio visceral a Azaña, que le había arrebatado alguna prebenda académica, lo vertió contra el Frente Popular; saludó al Alzamiento Nacional como la salvación de España; se deshizo elogiando la limpia espada de Franco hasta armarse una empanada mental en el famoso acto de la Universidad de Salamanca aquel Día de la Raza para acabar cazando moscas sin saber en qué bando estaba. Y todo porque le dolía España.

Hoy se habla con toda naturalidad de drones, tanques, misiles con cabeza nuclear, aviones de combate, armamento de defensa o ataque como si una próxima guerra que se avecina fuera una fiesta a la que todos estamos invitados. En vista del caso, ¿qué le gustaría salvar primero, el pellejo o la patria?

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