Putin en el Despacho Oval

El presidente ruso cuenta con el arma más formidable que pueda imaginarse: ha conseguido situar en la cúpula de la superpotencia rival a alguien que comparte sus puntos de vista, sus ideas y su amoralidad

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, abandona la Casa Blanca tras reunirse con Donald Trump, este viernes.Foto: SHAWN THEW (EFE) | Vídeo: EPV

Putin está ganando. Esta guerra no se juega en los campos de batalla, sino en los cambios de alianzas en la escena internacional. Y cuenta con el arma más formidable que pueda imaginarse: ha conseguido situar en la cúpula de la superpotencia rival a alguien que comparte sus puntos de vista, sus ideas y su amoralidad. Por si quedaba alguna duda, ha exhibido a sus agentes en Washington, es decir, Donald Trump, el presidente, y su secuaz, el vicepresidente J. D. Vance, ...

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Putin está ganando. Esta guerra no se juega en los campos de batalla, sino en los cambios de alianzas en la escena internacional. Y cuenta con el arma más formidable que pueda imaginarse: ha conseguido situar en la cúpula de la superpotencia rival a alguien que comparte sus puntos de vista, sus ideas y su amoralidad. Por si quedaba alguna duda, ha exhibido a sus agentes en Washington, es decir, Donald Trump, el presidente, y su secuaz, el vicepresidente J. D. Vance, que sometieron al jefe del Estado de Ucrania, Volodímir Zelenski, a una ceremonia de pública humillación, una auténtica victoria propagandística y diplomática en la cuenta triunfal del Kremlin, siguiendo el manual de técnicas del poder más genuinas del Kremlin.

Putin y Serguéi Lavrov en persona no lo habrían hecho mejor. Muchas escenas como las de este viernes conoce la Rusia imperial, luego soviética y ahora putinista a lo largo de la historia. Era insólito que fuera el Despacho Oval donde se produjera la escena de aire policial en la que se somete a presión a un hombre solo. Es el dirigente de una nación europea, soberana e independiente que lucha por su supervivencia frente a una potencia nuclear invasora. Fue convocado a capítulo a la Casa Blanca como Stalin o Breznev convocaba a los vasallos del bloque soviético y Putin a Aleksandr Lukashenko y pretenderá hacerlo con quien sustituya a Zelenski si consigue echarlo.

Zelenski resistió la presión, no firmó el acuerdo con Trump y contestó con coraje y sufrida dignidad a quienes le organizaron la encerrona. A nadie faltó el respeto y a quien menos a Estados Unidos. Al contrario, fueron Trump y Vance quienes faltaron indignamente a la consideración que merece un jefe de Estado extranjero hasta ahora aliado de Washington. Y también faltaron al respeto que se deben a ellos mismos como presidente y vicepresidente de Estados Unidos. Se diría que Trump y Vance, tan ignorantes de la historia, conocen al dedillo el manual de interrogatorio de disidentes de aquel KGB que en su día dirigió Putin.

El acuerdo para la explotación de minerales en Ucrania, que debía preceder al alto el fuego, ha quedado sin la firma de Zelenski. Sin garantías de seguridad suficientes era papel mojado o algo peor, la entrega de recursos ucranios a cambio de la siguiente invasión rusa. Romper el alto el fuego cuando está fresca la tinta del acuerdo es una especialidad de Putin. Su palabra y su firma no valen nada. Ucrania solo puede firmar si sabe que Rusia no lo aprovechará para preparar el siguiente ataque, como ha hecho tantas veces desde 2014, cuando empezó propiamente la guerra en el Donbás y con la anexión de Crimea.

No son una garantía los acuerdos económicos que pueda firmar Ucrania con Trump, interesado también en los negocios con Rusia y preparado para cambiar de socios si lo exigen las circunstancias. Únicamente la disuasión puede garantizar que Putin no volverá a las andadas y eso solo puede darlo Washington directamente, la OTAN a través del artículo 5 que prevé la intervención de los socios ante un ataque enemigo, o una profunda implicación militar europea respaldada por la logística, los satélites y la inteligencia de Estados Unidos. Nada de todo esto estaba en el documento y ha hecho bien Zelenski en no firmarlo.

Ahora todo está más claro. No hay que contar con Trump. Es Putin quien cuenta con Trump. Está de la mano de los europeos tomar cartas en un asunto en el que va la libertad y el futuro del continente, sean miembros de la UE o de la OTAN o de ambas. Dejar caer a Zelenski es un error, además de un crimen político.

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