Scholz se juega el rumbo de la UE en las urnas

El canciller consigue convocar elecciones anticipadas en las que Alemania tendrá que elegir entre gasto o contención para salir del hoyo económico

El canciller alemán, Olaf Scholz, comparece en el Bundestag, este lunes.Lisi Niesner (REUTERS)

El canciller Olaf Scholz consiguió este lunes activar el calendario electoral para que Alemania acuda a las urnas de manera anticipada el próximo 23 de febrero. Berlín desatasca así una situación de parálisis insostenible sin solución en el año que quedaba de legislatura. La ambición de la parte progresista del Gobierno de coalición (socialdemócratas y verdes) de mayor inversión y de flexibilizar los límites constitucionales para endeudarse chocaban con un ministro de Economía liberal, Christian Lindner, para quien es irrenunciable la austeridad. Ese bloqueo desesperante —para toda la UE— acabó con la destitución de Lindner y, finalmente, con la convocatoria de elecciones.

Presentar y perder una moción de confianza en el Bundestag es un paso preceptivo para poder solicitar al presidente de la República la disolución de las Cámaras. En la sesión de ayer, Scholz perdió su moción por 394 votos contra 207 favorables. Solo tuvo el apoyo de su partido.

Scholz accedió a la jefatura de Gobierno después de haber sido ministro de Economía y vicecanciller de la conservadora Angela Merkel. Después de tres periodos, sin embargo, la experiencia de gran coalición en Alemania estaba agotada cuando los socialdemócratas ganaron las elecciones de 2021. La llamada coalición semáforo (rojo, verde y amarillo) entre SPD, verdes y liberales prometía un liderazgo progresista y otorgaba a los liberales su demanda de gestionar la economía. Pero la realidad ha dejado meses de enfrentamientos presupuestarios en un país que atraviesa una profunda crisis, en parte por la falta de reformas y la falta de inversión de los últimos tiempos.

Esa es ahora la principal palanca electoral de Scholz: pedir a los alemanes una mayoría parlamentaria más amplia para una política de gasto público expansivo que supere las rigideces de la derecha y el centro liberal, y saque a Alemania del estancamiento financiero e industrial con una inversión masiva en infraestructuras. En un discurso apasionado, Scholz dio este lunes un aperitivo de la campaña cuando en términos kennedianos llamó a los alemanes a “invertir en el futuro”. Enfrente, una derecha liderada por Friedrich Merz que hará campaña acusando al Gobierno de incompetente y de querer gastar sin control pasando la deuda a las futuras generaciones. A pesar de este discurso, Merz no es ajeno a cierto consenso que comienza a perfilarse sobre la necesidad de relajar una aversión cuasi cultural al déficit público. El debate del gasto público es, en definitiva, la cuestión existencial en Alemania, que se extiende de manera natural a la UE.

Hace dos años, Scholz justificó un gasto de 100.000 millones de euros en Defensa, el mayor rearme del país desde la II Guerra Mundial, con el argumento de que la guerra de Ucrania suponía la entrada en una Zeitenwende, un cambio de época radical. Europa entera entendió el mensaje. Es hora de comprobar si lo entienden también los alemanes.

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