Sin solución al problema de la vivienda
Los lectores escriben sobre las medidas del Gobierno para destensar el mercado inmobiliario, los abusos sexuales, la educación pública y el contraste entre la reivindicación y el consumismo
El anuncio de la creación de una empresa pública de vivienda que hizo Pedro Sánchez en el congreso del partido socialista está bien, sin embargo no resuelve la urgencia del problema de la vivienda y sus efectos solo se notarán a medio o largo plazo. Para que en un breve plazo se pueda notar algo en ese ámbito, sería preciso actuar sobre las viviendas vacías en las zonas tensionadas y también sobre las que tienen un uso contrario al fin social que debe cumplir la propiedad, como el uso turístico de viviendas construidas con fin residencial o el fraude del alquiler de temporada para inquilinos fijos. Haría bien el Gobierno en utilizar todos los frenos e incentivos de la política fiscal e intentar sacar así la vivienda de su actual vorágine especulativa.
Miguel Ángel Cuevas Cosío. Sancibrián (Cantabria)
Silencio a gritos
“Denunciad, pero con pruebas”, “Tan afectada no estarás si cenas con amigos”, “¿De qué tenéis miedo?”. Tenemos miedo de preguntas insolentes, de no ser la víctima perfecta, de miradas, de despidos o de marginación social. Siempre permanecen los de arriba y a veces te ves forzada a callar y callar. Espero que todo esto algún día explote y se sepan todos los nombres de quienes abusan sexualmente de las mujeres y que el miedo cambie de bando al fin. Nosotras hablamos y sabemos los nombres, ahora falta que la sociedad condene de forma inmediata y tajante a los abusadores.
Marta Pérez de las Bacas Sánchez. Murcia
Educación pública
Soy un joven de 20 años del sur de Madrid. Solo mi hermana y yo hemos podido ir a la Universidad, nadie de mi familia lo ha conseguido antes. Por eso me duele ver cómo algunos políticos quieren acabar con las universidades públicas. Defendamos lo público, defendamos el acceso universal a la formación, defendamos que las universidades se llenen de gente como mi hermana y yo, porque si no, ¿qué nos queda si ni siquiera nos podemos formar? ¿Dónde está el mérito del que tanto hablan y defienden?
Miguel Fernández Torres. Fuenlabrada (Madrid)
Entre dos mundos en Valencia
La noche del 30 de noviembre, Valencia tuvo un toque de Martin Parr: en la plaza del Ayuntamiento había una manifestación de ciudadanos que clamaban por justicia, por los que ya no están. Mientras, a solo una calle, otros transeúntes se rendían al embrujo del Black Friday. Compraban cosas que ni siquiera necesitan, como si llenar bolsas pudiera llenar sus vacíos. Entre ellos había hordas de turistas que, cámara en mano, fotografiaban a los manifestantes con la misma curiosidad con la que se observa un animal en un zoo. Qué pintoresco es el drama español, ¿verdad? Y ahí estaba yo, entre dos mundos: el grito indignado de los que aún creen en algo y la indiferencia consumista. Sientes que nada cambia, que la justicia es un espejismo al que perseguimos sabiendo que nunca llegará. ¿Qué haces cuando todo parece inmutable? Quizás solo queda observar, resignados, o seguir haciendo ruido hasta que haga eco.
José Fernández. Valencia