Diez indicios de que tu pareja te puede acabar matando
El 35% de las 132 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en la Comunidad de Madrid de 1999 a 2020 no habían sufrido maltrato hasta su muerte
Durante cinco años, investigué las vidas de todas las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas hombres en la Comunidad de Madrid entre 1999 y 2020. Son 132 uxoricidios, del latin uxor, esposa, que se refiere a la muerte violenta de una mujer específica: “La mía”, “mi propiedad”. Rastreé las huellas de todas esas mujeres que deberían estar vivas: leí lo que decían de ellas y dibujé la esencia de lo ocurrido. Dotar de imagen a lo que antes era una cifra permite que su historia exista. Cada uno de esos 132 asesinatos dibujados abre un camino con el que conmoverse, identificarse y rea...
Durante cinco años, investigué las vidas de todas las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas hombres en la Comunidad de Madrid entre 1999 y 2020. Son 132 uxoricidios, del latin uxor, esposa, que se refiere a la muerte violenta de una mujer específica: “La mía”, “mi propiedad”. Rastreé las huellas de todas esas mujeres que deberían estar vivas: leí lo que decían de ellas y dibujé la esencia de lo ocurrido. Dotar de imagen a lo que antes era una cifra permite que su historia exista. Cada uno de esos 132 asesinatos dibujados abre un camino con el que conmoverse, identificarse y reaccionar.
No soy experta en violencia de género, pero investigar sus muertes, encontrar repeticiones y ecos me ha llevado a elaborar un listado de señales que puede ayudar a cualquier mujer a verse reflejada. Es posible que una mujer reconozca estas señales como parte de su vida y no las haya identificado como violencia de género, ni mucho menos pensar que podría desembocar en un asesinato. No es raro: uno de los datos que más me perturbó es que el 35% de esas mujeres no habían vivido maltrato hasta su asesinato.
1. Intolerancia y control
La pareja de Erika L. B. A. era terriblemente celoso. No la dejaba ir al metro sola, cuestionaba con quién salía, le controlaba el teléfono y despreciaba a sus amigos y familia, hasta aislarla en la burbuja de la pareja. Como a Rabia M., a quien él encerraba en la habitación, sin dejarla ver a nadie. El maltratador no reconoce la autonomía de su pareja y se siente con derecho a dominarla o a organizar su vida: cómo vestirse, cómo comportarse y con quién va.
2. El privilegio de ser hombre
Manuela S. A. A. tenía 75 años cuando su marido la asesinó a cuchilladas después de 43 años conviviendo. Él era “cascarrabias y a la vieja usanza”. Ella se evadía con sus bailes de salón. También a Juventina S .C. la mató su marido, de 85 años, tras toda una vida de desprecio y malos modos. En el 66% de los casos el maltratador cree que hay unas reglas para el hombre y otras para la mujer. Esto valida la práctica machista y su aceptación social como hombre. Ella debe ajustarse al patrón o asumir las consecuencias.
3. Ella es una extensión de él
María Luisa R. G. tenía tres empleos y había empezado una nueva relación tras 20 años de malos tratos. Su expareja, quien la percibía como una extensión de sí mismo —la imagen bíblica de la mujer hecha de la costilla de Adán—, se negaba a marcharse de la casa dos años después de separados: la acuchilló hasta la muerte porque decía sentirse “humillado”. Él naturaliza la violencia como defensa: ella le había atacado primero al alejarse. En casos así, él suele crear dependencia de la mujer para que ella se sienta culpable por dejarle. Le dice que lo siente mucho, que no puede vivir sin ella, que la quiere y que la agresividad es fruto del amor.
4. Desacreditar la cordura de ella
Es habitual que el maltratador intente que la víctima se cuestione a sí misma para desacreditarla en su entorno, hacerla pasar por enferma mental y controlarla o anularla. El extremo más gráfico es cuando el marido intenta hacer pasar el crimen por un suicidio. Como le ocurrió a Sonia E. M., a quien su marido asesinó con su arma reglamentaria para decir que ella se había suicidado.
5. Desproporción en la reacción, de la que culpa a ella
Concepción E. M. fue asesinada frente a su hija de un hachazo en un aparcamiento; minutos antes ella y su pareja habían discutido en una cafetería, donde él dijo: “Póngale ese plato a la gorda”. En esa relación, él culpabiliza a la víctima de sus reacciones desproporcionadas. Una versión del clásico “haces que me ponga así”. La víctima se esfuerza para evitar el conflicto, mide cada palabra, está atenta para no irritarlo, se culpabiliza por no conseguirlo. Haga lo que haga, él siempre encuentra algún motivo para insultarla, golpearla, humillarla o violarla. Y responderá agresivamente cuando ella se rebele contra la violencia en la que habita.
6. Tras la seducción y la adulación, el desprecio
Es habitual un deterioro paulatino en cómo él trata a su pareja. La mujer, desconcertada, recuerda que él solía ser cariñoso y detallista, y le justifica. A Silvia R. F. su novio le hacía la comida cuando ella iba a verle en el piso compartido, cuya habitación ella pagaba con su trabajo de relaciones públicas en una discoteca. Cuando murió, en el estómago tenía calamares en su tinta, que ella odiaba. Ocurre en los casos en los que el hombre tiene una peor posición económica que la mujer: como el de María del Pilar C. P., quien era médico, o el de Nairobis Y. A. M., quien mantenía a los dos y empezó a recibir palizas tras quedarse embarazada.
7. Encantador social, violento en la intimidad
Él es una persona encantadora en público pero un maltratador en privado. Su gran simpatía, atractivo y generosidad hacen que resulte imposible creer que es un maltratador. Esther del S. J. le dijo a un familiar: “Tú no le conoces cuando estamos solos. Me separo”. Muchas parejas se han conocido cuando ella pasaba un mal momento y él se ha erigido en su salvador y se gana el afecto de sus allegados. Cuando empieza el maltrato, a ella le cuesta dejarle, se siente en deuda, cree que él está pasando un mal momento y le apoya. Pero ese carácter violento en la intimidad es su carácter real. A Madalina N. su pareja la mató después de una cena de trabajo. “No puedo creer que haya sido él, durante la cena todo fueron risas y bromas”.
8. Ella, incomprendida y vulnerable
Laura T. D. tenía una hija pequeña, y quien la mató padecía como ella problemas de adicción y cometía pequeños delitos. Los maltratadores eligen a personas en un momento frágil o con vidas incomprendidas. Itziar H. C. conoció a quien la asesinó en una residencia psiquiátrica. Tras salir, quería estar sola; él la mató. Esas mujeres, cuando son víctimas de maltrato, raramente lo comparten para evitar el juicio social: “Ella era muy rara”.
9. “Es que bebe demasiado”
Es habitual que ellos justifiquen su violencia vinculándola al consumo de drogas y alcohol. “La voy a matar”, decía la pareja de Concepción E. J. cuando salía de la cárcel y la buscaba tras consumir alcohol y otras sustancias. Hasta que lo hizo. El alcohol no es la razón, sino el detonante.
10. “Hasta que la muerte nos separe”
A más de un 10% de las mujeres asesinadas cuyos casos investigué, sus parejas las mataron en el proceso de separación, incluso sin violencia previa o hábito de maltrato. Matar es la reacción ante una realidad no aceptada. La extensión macabra del “hasta que la muerte nos separe” del matrimonio católico provee un fundamento visceral para rechazar que una pueda cambiar de pareja.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.