Radio Mil Colinas
La incitación a la violencia desde los medios de comunicación es un clásico en los conflictos. La semana pasada apareció en España
El 8 de julio de 1993 nació la emisora de radio ruandesa Radio Televisión Libre de las Mil Colinas. Sus emisiones duraron hasta el 31 de julio de 1994, poco más de un año. Emitía su programación en francés y en kiñaruanda y, salvo música, todos sus programas eran un continuo de incitación a la violencia contra los tutsis, los hutus moderados y la Minuar, la misión de Naciones Unidas que terminó siendo inútil, cuando no cómplice, del que ...
El 8 de julio de 1993 nació la emisora de radio ruandesa Radio Televisión Libre de las Mil Colinas. Sus emisiones duraron hasta el 31 de julio de 1994, poco más de un año. Emitía su programación en francés y en kiñaruanda y, salvo música, todos sus programas eran un continuo de incitación a la violencia contra los tutsis, los hutus moderados y la Minuar, la misión de Naciones Unidas que terminó siendo inútil, cuando no cómplice, del que probablemente fue el mayor genocidio desde el Holocausto. Durante los meses que duraron las masacres, la emisora fue colaboradora necesaria. Incitó sin freno al odio y aplaudió la violencia contra los tutsis, contra los hutus que se negaban a matar tutsis o contra los que se casaban o habían casado con tutsis.
La emisora no había estado en el origen de la incitación a la violencia. Antes hubo otros medios y artículos en prensa. Siempre hay alguien que tira el primer puñado de barro. Pero fue la principal arma mediática. Se la conoció como “Radio Machete” (por el arma que se usó masivamente en el genocidio) o como “Radio Televisión de la Muerte”. Varios de sus directivos y propietarios fueron juzgados por un tribunal tanzano en 2003 y condenados a penas de décadas de prisión e incluso de cadena perpetua por incitación a cometer genocidio.
El lector pensará que esas cosas pasaban hace 30 años en el África negra, pobre y subdesarrollada. Pero por esa época pasaron también en la Europa blanca de la antigua Yugoslavia. La incitación a la violencia desde los medios de comunicación es un clásico en los conflictos. Y no ha muerto. La semana pasada apareció en España. Se pide un magnicidio, no un genocidio. Y hasta se puede entender como una hipérbole, pero las hipérboles son tomadas literalmente por muchos.
Diario ABC. 1 de noviembre de 2024. Juan Manuel de Prada, premio Planeta en 1997, tertuliano en la Cadena SER y Onda Cero, escribió: “La hecatombe no la ha producido ningún cambio climático, como pretenden estos hijos de la grandísima puta, sino su incompetencia criminal. Si los españoles de hogaño no tuviésemos horchata en las venas, tendríamos que ahorcarlos y después descuartizarlos, exponiendo por último sus despojos en la plaza pública, para que sean carnaza de las moscas y las aves carroñeras, como conviene hacer con los tiranos”.
Algunos periodistas defienden una teoría según la cual todo es libertad de expresión y cualquier límite es censura. Algunos, desconocedores del funcionamiento de un periódico, incluso aseguraron que su director, Julián Quirós, no podía hacer nada y tenía que publicar la columna en el diario; el mismo director que en la portada de la primera edición del miércoles de la semana pasada abría a todo trapo con Begoña Gómez cuando no solo los diarios nacionales con los que compite, sino incluso los diarios regionales del Grupo Vocento, propietario de ABC, ya contaban que caía el cielo sobre los valencianos.
Los directores son los últimos responsables, también legalmente, del contenido de lo que publican. A la vista de esa columna, el director de ABC no pudo ser ajeno a su publicación. Ni De Prada ni él acabarán ante un tribunal para ser juzgados por incitación a la violencia. Ni siquiera pagarán un precio reputacional porque incitar a linchar y descuartizar a los miembros del Gobierno ya parece normal en medios que supuestamente defienden valores cristianos. Les reto a encontrar contenido semejante en un diario europeo del prestigio de ABC si buscan a partir de 1945. La violencia nunca sale de la nada.