La historia se estudia y se repite

Los lectores escriben sobre el auge de la extrema derecha, la violencia machista y las agresiones sexuales, la nueva selectividad y el conflicto en Oriente Próximo

El líder del Partido de la Libertad (FPÖ), Herbert Kickl, celebra su victoria en las urnas el domingo, en Viena.Lisa Leutner (REUTERS)

Tras la victoria en las elecciones de Austria del Partido de la Libertad, vienen las manos a la cabeza y el desasosiego de los sectores democráticos. Pero no nos puede pillar desprevenidos el auge de la extrema derecha en Europa y el mundo. Cualquier estudiante conoce desde la ESO las causas del auge del fascismo en la Europa de entreguerras. Desde 2008 vivimos en una constante agonía económica, hay serias dificultades para acceder a una vivienda digna, los sueldos son precarios y el impulso reformista del 15-M ha dejado paso a la frustración constante, y sin respuesta por parte de la izquierda, que parece haber olvidado la lucha por las condiciones de vida del pueblo. La historia es cíclica. Y pese a que la conocemos, la estudiamos y la vemos, somos incapaces de detener el abrazo masivo de la población a la extrema derecha. Nos arrepentiremos, sin duda.

Sara Paz Suárez. Los Campos (Corvera de Asturias)

¿Qué haría yo?

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El caso de Gisèle Pelicot me ha hecho preguntarme qué haría yo si otro hombre me invitara a violar a su mujer drogada. Me pregunto qué harían mis amigos, mis compañeros de trabajo, los chicos del equipo de fútbol en el que juego, mis primos, mis tíos o mi padre si alguno de nosotros fuera invitado. Quiero pensar que todos nosotros nos negaríamos a hacerlo y que todos lo denunciaríamos a la policía. Pero la evidencia dice lo contrario. Muchos aceptaríamos la invitación y ninguno lo denunciaría. Mi mente se niega a aceptar esto. No es posible. Sin embargo, ¿lo haríamos? Sí, nos dice la evidencia. No, no puede ser, yo no, los míos no, me dice mi cabeza. Y así entro en bucle.

Pablo Seguí Olmedilla. Madrid

Quienes pierden

Mientras la política se enzarza en rencillas partidistas sobre las tan diversas propuestas para una nueva Selectividad (común, única, o como quieran llamarla) y abanderando propuestas con el único objetivo de sacar provecho electoral pero sin la más mínima intención de entrar en debate constructivo, los que pierden son los alumnos. Mientras se siga instrumentalizando la educación, que debería ser un bien común como garante de un futuro próspero, son los alumnos los que pierden; sin saber si los exámenes hoy vigentes les tocarán también el curso que viene o si serán algo totalmente distinto dependiendo de quien ocupe La Moncloa. Más allá del ruido y una oposición sin ánimo de construir acuerdos necesarios, los que pierden son los alumnos.

Mario Sans Majuelo. Vitoria-Gasteiz

Parar la guerra

Viendo los sucesos en Oriente Próximo, tanto en Gaza como en Líbano, uno se pregunta cuándo diremos que es suficiente. Es desgarrador asistir a la muerte de cientos de humanos (todos con nombre y apellidos) cada día. Es incomprensible que Europa y Estados Unidos no pidan responsabilidades a Israel, también lo es que se olvide el derecho internacional por un interés geopolítico o electoral. A nuestros políticos, les pediría ser como Miguel Gila, que al menos tenía el arrojo de echar una llamada al enemigo: “¡¿Que si pueden parar la guerra un momento?!”.

Jorge Aguado Sánchez. Anceu (Pontevedra)

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