Pedagogía federal

El nuevo sistema de financiación autonómica propuesto por el Gobierno necesitará un incremento de la aportación del Estado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe la Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado de manos de su responsable, Álvaro García Ortiz, este miércoles en La Moncloa.Fernando Calvo (EFE/POOL MONCLOA)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, empezaron este miércoles la labor pedagógica que exigía el contenido fiscal del acuerdo entre ERC y PSC para la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Sánchez, en su discurso de inauguración del curso político, y Montero, en una comparecencia ante el Senado solicitada por el PP, situaron el principio de solidaridad como guía central del nuevo sistema de financiación autonómica, de modo que ninguna comunidad quede infrafinanciada ni perjudicada, lo que requerirá un incremento sustancial de la aportación del Estado, única vía para que cuadren las cuentas en caso de que se generalice el sistema de recaudación y redistribución propuesto desde Cataluña.

A la dimensión territorial añadieron ambos la social, una argumentación que sitúa como blanco de sus críticas al Gobierno de la Comunidad de Madrid, acusado de usar las aportaciones estatales para rebajar los impuestos a las rentas más altas mientras desmonta los servicios públicos para la mayoría y contribuye a los desequilibrios financieros en el conjunto de España. Según la vicepresidenta Montero, el nivel de servicios públicos debe ser el mismo con un similar esfuerzo fiscal, una ecuación que a todas luces, con un sistema caducado en 2014, no funciona en la actualidad.

Sin olvidar su origen coyuntural —como parte de un acuerdo de investidura y pendiente de una concreción que el Gobierno sigue debiendo a la ciudadanía—, el acuerdo catalán debería servir para profundizar en el carácter federal del Estado mediante la lealtad institucional, que obliga a quien recauda a cuidar del gasto y evita la actual irresponsabilidad fiscal. La bilateralidad que se denuncia ya existe —la recogen varios estatutos, no solo el de Cataluña—, aunque debe combinarse con la multilateralidad parlamentaria y del Consejo de Política Fiscal y Financiera. También la singularidad, que el propio PP catalán ha reivindicado, es compatible con el régimen común. Solo las interpretaciones que hace ERC del acuerdo —con su énfasis en obtener “la llave de la caja”— y las acerbas críticas de Junts —para desgastar a su rival independentista con la fijación de un concierto que no pueda extenderse a otras autonomías— presuponen la salida de ese régimen.

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Sánchez anunció encuentros bilaterales con todos los mandatarios autonómicos para convocar después una conferencia de presidentes que pretende dedicar al problema de la vivienda pero que inevitablemente tendrá que abordar la financiación autonómica. Será el momento de empezar a entrar en el detalle, ausente todavía en sus actuales explicaciones. La crítica a las malas prácticas de algunas autonomías debe dar paso a una propuesta en positivo que demuestre que las cuentas pueden cuadrar. No es tarea fácil. Por más que el PP pueda caer en la tentación de ir contra los intereses de varias de las comunidades en las que gobierna, necesitadas como la que más de superar un sistema de financiación que caducó hace 10 años. Habrá que ver si la cumbre de presidentes autonómicos populares de esta semana lanza alguna propuesta concreta o se enroca en las críticas al Gobierno y en abstracciones sobre la necesidad de una solidaridad territorial de la que nadie duda.

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