Instrucciones para decir adiós

Delon, gran amante de los animales, llegó a pedir en 2018 la eutanasia para su perro sano con el fin de ser enterrados juntos. Polémica servida

Varias personas rinden homenaje al fallecido actor Alain Delon en la puerta de su finca, el pasado lunes en Douchy (Francia).CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

Basta echar un vistazo a la sección de Obituarios de EL PAÍS para comprobar que este agosto ha sido tristemente prolífico en fallecimientos de gente de renombre. Uno de los últimos ha sido el de Alain Delon, el pasado domingo, cuya pérdida fue dada a conocer en un comunicado firmado por sus tres hijos y su perro Loubo y enviado a la agencia AFP. Delon, además de un inmenso actor, era un amante declarado de los animales, como demostró a lo largo de su vida y de lo que dio prueba en su carta de despedida. “Quiero que me entierren con mis perros. No me importa nada más, sólo quiero estar con ellos. Fueron los únicos que me quisieron incondicionalmente, siempre a mi lado, sin pedir nada a cambio”, aseguraba el actor. @INDIANPARIS1 publicaba el mismo domingo un post en X con numerosas imágenes del mito cinematográfico junto a algunos de los más de 50 perros que tuvo a lo largo de su vida. Un mensaje lleno de belleza.

Precisamente con motivo de su muerte, la revista Paris Match recuperaba una entrevista con el intérprete de 2018 donde declaraba: “Si muero antes que él, le pediré al veterinario que nos vayamos juntos. Le dará una inyección para que muera en mis brazos. Prefiero eso a saber que se dejará morir sobre mi tumba con tanto sufrimiento”. Y bastó la publicación de esas declaraciones para que se encendiera la polémica en las redes. Una importante organización de derechos de los animales, @30millionsdamis, denunció la práctica de la llamada eutanasia “de conveniencia” en un perro perfectamente sano. Grupos de veterinarios criticaban una decisión cuando menos “poco ética” y numerosas asociaciones y particulares se ofrecían a acoger al perro del actor, un pastor belga malinois de 10 años. Hasta que la fundación de su gran amiga Brigitte Bardot [@FBB_Officiel] salía a desmentir el bulo y aseguraba que Loubo seguría al lado de su familia, en la finca de Douchy donde ha vivido todos estos años. La cuenta española @_SrPerro aclaraba la historia en un post.

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Deshecho el entuerto y aunque los deseos de Delon puedan parecer una excentricidad del primer mundo, quienes tenemos la suerte de compartir nuestra vida con un perro entendemos lo difícil que es decir adiós a nuestros animales. Hace unos años, la escritora Elena Poniatowska no dudó en compartir ese duro momento en las redes. “La muerte de un compañero de vida como la de un perro es un golpe al corazón”, escribía en X.

Las redes juegan un doble papel en la relación de los humanos con sus perros. Por un lado sirven para expresar, aunque no sea tan bien como Poniatowska, el dolor por la muerte de nuestro compañero, o para trasladar la dicha de su vida, sus monerías, esos momentos felices que compartimos con nuestro can y de los que queremos hacer partícipes a media humanidad. Pero de vez en cuando Facebook te provoca una punzada en el corazón al traer a tu página un recuerdo de hace 10 años de La Gorda, una mastina preciosa que nos alegró la vida durante nueve años y que descansa bajo un árbol de Navidad que logró echar raíces al ser trasplantado. Imagino que será igual de doloroso con las personas, pero yo por lo general no subo imágenes de nadie.

A diferencia de la humana, la eutanasia en animales está ampliamente extendida y aceptada. Unas veces por conveniencia, un mal menor frente a tantos abandonos, y otras para acortar un sufrimiento que no tiene solución. Por eso resonó tanto en mí la falsa polémica en torno a Loubo. Nosotros tenemos cita el próximo martes en el hospital veterinario, para poder despedirnos tranquilamente de Coco durante estos días. Su veterinario nos pidió hacerlo personalmente, una muestra de su compromiso profesional y reflejo del cariño con el que ha tratado a nuestro querido labrador chocolate todo este tiempo. Lástima no tener a mano una de esas Instrucciones que tan bien escribe Leila Guerriero para saber cómo decir adiós.

Coco participó en una visita de las mascotas de los redactores de EL PAÍS a la Redacción, en 2017. Gema Garcia


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