El negocio de convertir el dolor en odio

La espiral de bulos racistas tras el crimen de Mocejón tenía el objetivo inequívoco de provocar violencia

El coche del padre del autor confeso del crimen del niño de 11 años en Mocejón, Toledo, con señales de vandalismo este miércoles.Chema Moya (EFE)

Al espantoso asesinato el domingo de un niño de 11 años en Mocejón (Toledo) le siguió un torrente de bulos y desinformación que buscaba relacionar el crimen con los migrantes. Una hora después de conocerse la noticia, y cuando el silencio sobre la investigación era casi total, el agitador y eurodiputado de Se Acabó La Fiesta (SALF), Alvise Pérez, aprovechó esos momentos de estupefacción ante el suceso y envió un mensaje a los casi 700.000 seguidores de su canal de Telegram en el que conectaba el crimen con un bulo sobre violencia por parte de menores extranjeros no acompañados. Más tarde, también a través de esa plataforma, lanzó un supuesto vídeo grabado ese día de un grupo de ciudadanos negros en el Aeropuerto de Madrid. Paralelamente, Alvise publicó otras mentiras en su perfil de X para inducir a pensar que el asesino era extranjero: relacionó ese crimen con apuñalamientos en Cataluña y las pateras que llegan a Tenerife. El líder de SALF tuiteó unas supuestas declaraciones de vecinos de la localidad temerosos por “50 africanos que llegaron en autobús”, y señalaba el hotel en el que se hospedan. En un tercer mensaje, destacó que en Mocejón hay una mezquita y mostró un gráfico con los países de origen de los ciudadanos extranjeros que viven allí (según el INE, el 8,5% del pueblo).

No cabe llamarse a engaño. Estos mensajes, junto con otros vertidos estos días, que se dirigieron incluso contra el portavoz de la familia del niño, buscan señalar, discriminar y provocar un linchamiento. Sigue el mismo patrón vivido tras el atroz crimen contra unas niñas en Southport, el Reino Unido. Después de que agitadores en redes difundieran el bulo de que el autor del crimen era musulmán, una turba de manifestantes trató de asaltar un hotel que acogía a solicitantes de asilo, y buscó por todo el país mezquitas y centros utilizados por extranjeros para atacarlos.

La aparente impunidad de los grupos ultras en Telegram y la escasa moderación de plataformas como X, sumada al impulso que parecen tener los mensajes de odio y las falsedades por parte de los algoritmos hacen que este tipo de contenidos tengan más impacto. Lo que pasó en el Reino Unido puede pasar en cualquier lugar, y Pérez era perfectamente consciente de ello cuando lanzó sus mensajes intentando encender la mecha. La Fiscalía investiga si los mensajes publicados sobre el crimen de Mocejón, con un propósito deliberado de despertar odio y discriminación, pueden ser delito. Es un primer paso para que los autores no salgan indemnes de una irresponsabilidad de este calibre y sentar un precedente disuasorio. Sería deseable que viniera acompañado de la condena de todos los grupos políticos. Pero la tentación de criminalizar a los inmigrantes para sacar rédito político parece demasiado grande para un sector de la derecha, como demostró el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, con un tuit abiertamente racista en plena polémica.

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