Barbarie y civilización

Los lectores escriben sobre el discurso de Benjamín Netanyahu ante el Congreso de EE UU, el pacto entre ERC y PSC para la investidura de Salvador Illa, Rafael Nadal, y sobre la pérdida de la creatividad que se produce al pasar de la infancia a la edad adulta

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson (izquierda), y el presidente de Relaciones Exteriores del Senado, el senador Ben Cardin, aplauden durante el discurso de Netanyahu ante el Congreso de EE UU, en Washington, el 24 de julio de 2024.Craig Hudson (REUTERS)

Leo con estupor que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha calificado en su intervención ante el Congreso de EE UU de “lucha entre la barbarie y la civilización” lo que a los ojos de gobiernos, instituciones internacionales y cientos de miles de ciudadanos del mundo se interpreta como masacre en Gaza cometida por el Gobierno que él preside, con cerca de 40.000 muertos y un territorio arrasado. El hispanista estadounidense nacido en una familia judía Gabriel Jackson escribió en 1997 Civilización y barbarie, un ensayo en el que analizaba el siglo XX en Europa. Recordando el contenido de aquel señero libro me estremece sobremanera que se puedan establecer analogías entre lo que entiende Netanyahu por “civilización” a través de bombardeos indiscriminados y éxodos permanentes de miles de personas con la “barbarie” de un pueblo, el palestino, encaminado a su aniquilación.

Fernando Ruiz Cerrato. Madrid.

Un paso más hacia la desigualdad

El pacto acordado con ERC por el PSOE para investir a Illa supone la instauración de facto de un concierto económico, irónicamente tildado de “solidario”, por el que Cataluña pasará a recaudar todos los impuestos en una suerte de relación económica bilateral. Que ambos partidos sigan erigiéndose en estandartes de la izquierda, solidaria e internacionalista por definición, mientras lanzan hipócritas advertencias contra la proliferación de opciones extremistas al otro lado del espectro ideológico, suena a broma demasiado pesada para quienes creíamos que la izquierda se basaba en la colaboración entre territorios y la redistribución de la riqueza.

Daniel García Delicado. Albacete

Nadal y el ideal quijotesco

Nada mejor que los deportes, y los deportistas, para inspirar valores dignos de ser recordados por el resto de la sociedad: esfuerzo, constancia y respeto. Lo estamos observando estos días en los Juegos Olímpicos de París. En su partido de este lunes frente a Djokovic, Nadal nos enseñó nuevamente un ideal tan típico de nuestra tierra y literatura: el quijotesco. Lejos de deslucirlo, la derrota contra el serbio puso de relieve el ideal de hidalgo manchego, algo errante y desnortado. Nadal, en el ocaso de su carrera deportiva, busca un honroso final, aunque eso le conduzca a la más feroz de las derrotas. Anda “inventándose pasiones para sobrevivirse a sí mismo”, que diría Francisco Umbral, y a su legado. Un deleite para sus seguidores.

Álvaro Navarro Sotillos. Madrid

Tiempos perdidos

Mucho se habla de la pérdida de creatividad que experimentamos las personas a medida que nos hacemos adultos. A mí me gusta diseñar microestrategias para recuperarla, o para no perderla del todo. Pequeñas rebeldías cotidianas que saben a victoria: escribir a mano, mirar a los ojos al hablar, caminar lento, dedicar tiempo al arte, seguir eligiendo leer en papel. Abrir los ojos bien grandes y abrazar la posibilidad de que la vida pueda sorprendernos en cualquier momento. Pienso en la infancia: quizás sea el único lugar que se pierde para siempre, pero al que siempre se puede volver.

Constanza Taccari. Valencia

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