La esencia de la clase trabajadora
Los lectores escriben sobre la precariedad y las esperanzas de los jóvenes, la adicción a los vapeadores, el empleo cara al público, la pausa del presidente del Gobierno, y el periodista Vicente Vallés responde a un artículo en el que se le citaba
Miro las manos de mis padres marcadas por el trabajo duro, símbolo de una generación que ha dedicado su vida entera al esfuerzo diario. Ambos siguen trabajando incansablemente. Soñaron para mí un futuro sin esas marcas en las manos, un trabajo más especializado, acorde a los estudios universitarios que hoy tengo gracias a sus sacrificios. Sin embargo, esos sueños se han visto truncados por la realidad que afrontamos los jóvenes de hoy. No tengo callos en mis manos, pero sí cicatrices internas, reflejo de ...
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Miro las manos de mis padres marcadas por el trabajo duro, símbolo de una generación que ha dedicado su vida entera al esfuerzo diario. Ambos siguen trabajando incansablemente. Soñaron para mí un futuro sin esas marcas en las manos, un trabajo más especializado, acorde a los estudios universitarios que hoy tengo gracias a sus sacrificios. Sin embargo, esos sueños se han visto truncados por la realidad que afrontamos los jóvenes de hoy. No tengo callos en mis manos, pero sí cicatrices internas, reflejo de una salud mental deteriorada, de vivir con un salario precario, de destinar más del 30% de mis ingresos al pago de un alquiler a cientos de kilómetros de mi hogar familiar. A pesar de todo, seguiremos soñando un futuro mejor. Quizás esa sea la esencia de la resiliencia de la clase trabajadora.
Salvi Macías Parrado. Madrid
Una nueva adicción
Cada vez que entro a los baños de mi instituto, todo se tiñe de un humo blanquecino tintado de diferentes olores, parecidos a los de una tienda de caramelos. La última moda es fumar usando vapers, que no son más que una nueva forma de cigarrillo encubierta bajo anuncios que los hacen ver inertes y de 20.000 sabores diferentes. Aun así, los pulmones de todos los que pasan por ahí siguen tiñéndose de negro igualmente. Y nadie hace nada. Total, ya se les pasará.
Pepe Martín Daries. Bétera (Valencia)
Cara al público
Trabajar cara al público es, muchas veces, una labor intensiva de empatía y paciencia. A los clientes muchas veces se les olvida que la gente detrás de la barra, o detrás de un mostrador, son personas como ellos, con sus vidas, y que se merecen el mismo respeto que cualquiera.
Inés Luna Garcín. Salou (Tarragona)
Respuesta de Vicente Vallés
Respecto al artículo Juan Palomo, publicado ayer, quisiera aportar una pincelada de contexto. Me siento honrado por el reconocimiento de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), igual que cuando el Grupo PRISA me concedió el Premio Ondas, que comparto con compañeros del Grupo PRISA, como Carles Francino, Isaías Lafuente, Àngels Barceló, Iñaki Gabilondo o Pepa Bueno, directora de EL PAÍS, galardonada por su labor al frente del programa Hoy por hoy de la Cadena SER, perteneciente al Grupo PRISA. Y agradezco el interés de una importante productora de Hollywood, que estudia la posibilidad de hacer una serie basada en mi novela Operación Kazán, a pesar de que esa productora no es del Grupo Planeta ni conoce de nada al autor. Pero se han entretenido al leer el libro, aunque sea mío.
Vicente Vallés. Madrid
La pausa del presidente
Cualquiera que fuera la motivación, y más allá de las filias y las fobias políticas, la pausa del presidente da cuenta de lo que nos importa. Hacer ruido, hablar por hablar, especular, criticar, culpabilizar, señalar. Si es una estrategia, ojalá todas sean así de inofensivas. Si es cierto el amor, mira qué bonito. Si son vacaciones, por qué no. Si usa las redes, será que está en el mundo. Si nos manipula, ¿tan tontos somos? Seré ingenua.
Carmen Martínez González. Madrid