Lecciones de Salman Rushdie
Tras el atentado en el que por poco muere, el autor desmiente una superstición: el aspirante a asesino no es interesante. Lo interesante siempre es la vida
El 12 de agosto de 2022, 33 años después de la fetua decretada por el ayatolá Jomeini contra Salman Rushdie, un fanático intentó asesinar al autor de Los versos satánicos en un acto literario. Estuvo a punto de conseguirlo: le dio 15 puñaladas y lo hirió muy gravemente. En Cuchillo (Random House), ...
El 12 de agosto de 2022, 33 años después de la fetua decretada por el ayatolá Jomeini contra Salman Rushdie, un fanático intentó asesinar al autor de Los versos satánicos en un acto literario. Estuvo a punto de conseguirlo: le dio 15 puñaladas y lo hirió muy gravemente. En Cuchillo (Random House), Rushdie escribe sobre esa experiencia. Lo que cuenta contiene lecciones valiosas y a menudo paradójicas. Ve lo peor, pero también lo mejor del ser humano: en el intento de asesinar a alguien que ha escrito un libro que no has leído, en la ayuda de quienes lo salvan o lo cuidan. Es una “intimidad con desconocidos” que va en dos direcciones contradictorias. También muestra las extrañas ironías y rimas del tiempo, y el pensamiento mágico: el autor encuentra coincidencias entre lo que le ha pasado y su obra, el racionalista que ha usado la imaginación y lo irracional en su obra cae víctima de una persecución irracional y se salva de manera milagrosa. Es un libro sobre la asociación de ideas —culturalista, saltarina, erudita y humorística—: esa es la forma de pensar de Rushdie y aquí se convierte en una reivindicación y en una celebración de supervivencia. Desmiente una superstición: el aspirante a asesino no es interesante. Lo interesante siempre es la vida: lo que cuenta este libro sobre una experiencia al borde de la muerte es también una historia de amor, la del autor con su esposa Eliza Griffiths. La catástrofe destaca lo que se pierde, lo absurdo destruye la maravilla cotidiana, y esa descripción resulta conmovedora e inolvidable. Recuerda lo que escribió tras el 11-S: “Para demostrar que el fundamentalista se equivoca, tenemos que saber primero que se equivoca. Tenemos que estar de acuerdo en qué es lo que importa: besarse en público, los bocadillos de jamón, la divergencia de opiniones, la última moda, la literatura, la generosidad, el agua, una distribución más justa de los recursos mundiales, las películas, la música, la libertad de pensamiento, la belleza, el amor. Esas serán nuestras armas”. El lenguaje, explica en este libro, “también es un cuchillo: abría el mundo y mostraba sus mecanismos internos, sus secretos, sus verdades. Podía llevarte de una realidad a otra. Podía mostrar una mentira, abrir los ojos, crear belleza”. En otro lugar, Rushdie ha escrito que el lenguaje es una libertad, y la cualidad que nos hace humanos: los intentos de coartar las palabras van contra nuestra especie, sostiene. La primera lección de la libertad de expresión es que “hay que darla por sentada. Si te dan miedo sus consecuencias, no eres libre”.