El novio de Ayuso: Coca-Cola para todos

Unos somos más iguales que otros; y algunos, más particulares que otros

Encuentro del senador del PP Alfonso Serrano con el novio de Díaz Ayuso, Alberto González Amador.CADENA SER

La libertad es como la igualdad: unos somos más iguales que otros; y unos más libres que otros. ¿Recuerdan el chiste? Si nos toca un pollo a cada uno, alguien se ha comido dos, el suyo y el mío, porque yo ni lo he olido. El axioma por antonomasia de la ciencia estadística nos sirve aquí para analizar la libertad que Isabel Díaz Ayuso proclamó en la pandemia, una libertad cervecera que permitió a los hosteleros ampliar horarios y no quebrar por el camino. Como el pobre despistado que se ha quedado sin pollo, esa libertad no fue plena, al menos para una pareja de hosteleros de Madrid que tuvo la...

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La libertad es como la igualdad: unos somos más iguales que otros; y unos más libres que otros. ¿Recuerdan el chiste? Si nos toca un pollo a cada uno, alguien se ha comido dos, el suyo y el mío, porque yo ni lo he olido. El axioma por antonomasia de la ciencia estadística nos sirve aquí para analizar la libertad que Isabel Díaz Ayuso proclamó en la pandemia, una libertad cervecera que permitió a los hosteleros ampliar horarios y no quebrar por el camino. Como el pobre despistado que se ha quedado sin pollo, esa libertad no fue plena, al menos para una pareja de hosteleros de Madrid que tuvo la mala fortuna de abrir el negocio justo debajo del piso de un ciudadano particular: Alberto González Amador. Un particular que, como hemos visto que ocurre con la igualdad y con la libertad, es más particular que ninguno. Por eso le daremos a partir de aquí unas mayúsculas.

Como en el villancico, las aguas (en este caso fecales) llovieron y volvieron a llover en el interior de la taberna en cuestión hasta el punto de que la pareja se vio abocada a cerrar por culpa de las obras sin permiso que había emprendido el Particular, como nos han contado aquí estos días Fernando Peinado y Manuel Viejo.

También han ocurrido más cosas curiosas estos días. La chispa de la vida se ha colado en nuestras vidas gracias precisamente a este mismo Particular y a Alfonso Serrano, que ya no es tan particular, sino el secretario general del PP de Madrid y diputado autonómico con escaño en el Senado, donde está arrancando la comisión que investigará el caso Koldo. Serrano y Amador se vieron en un bar del lejano distrito de Barajas, como supimos gracias a la Cadena SER, donde pudieron tomarse unas coca-colas sin que eso signifique —dijo el político— nada más que eso. Nos alegramos por ellos y por su amistad.

Casualmente, en esas mismas horas, Luis Rubiales, que tampoco es un particular, sino un exmandamás del fútbol que creíamos concentrado en los valores universales del sacrosanto deporte, lamentó en una entrevista en La Sexta que tiene bloqueadas sus cuentas y que no puede ni tomarse una coca-cola. Por favor, hagamos caso a la canción de Mecano y que alguien sirva Coca-Cola para todos y algo de comer, no vaya a ser que estos ciudadanos se queden sin refresco. Y sin pollo.

Ya lo saben: unos somos más iguales que otros; y algunos, más particulares que otros.

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