Avanzamos hacia atrás

Los cambios que atraviesan las relaciones internacionales están sometiendo al orden mundial basado en reglas a una completa involución

El presidente ruso, Vladímir Putin, se dirige a sus asesores de campaña en el Kremlin, este jueves.Evgenia Novozhenina (REUTERS)

El tono de las relaciones internacionales ha cambiado. Hay más confrontación, más competencia estratégica y más miedo. En todos los polos de poder estamos viendo pura involución. Si miramos a Rusia, allí el putinismo durará por lo menos hasta 2030. El presidente ruso se ha blindado con una Constitución a medida y un tablero político arrasado, sin oposición. Putin defiende la “fortaleza de los valores tradicionales”...

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El tono de las relaciones internacionales ha cambiado. Hay más confrontación, más competencia estratégica y más miedo. En todos los polos de poder estamos viendo pura involución. Si miramos a Rusia, allí el putinismo durará por lo menos hasta 2030. El presidente ruso se ha blindado con una Constitución a medida y un tablero político arrasado, sin oposición. Putin defiende la “fortaleza de los valores tradicionales” y se ha comprometido a seguir con la guerra en Ucrania. Presume de no hacer caso a las resoluciones de Naciones Unidas. Este Kremlin quiere subvertir el orden internacional basado en reglas, el consenso que se fijó después de la Segunda Guerra Mundial.

En la misma línea está China, aunque no esté ejerciendo la fuerza bruta. Como Putin, Xi Jinping prefiere un mundo multipolar en el que no sea Estados Unidos el que marque el compás, sino que cada civilización —así se consideran China y Rusia— ponga sus reglas. Por eso lleva años intentando descafeinar las normas internacionales sobre derechos humanos, transparencia y responsabilidad de los Estados. Supone meter marcha atrás, pero fuera de Occidente Pekín tiene apoyos que no se pueden obviar.

Mientras, Estados Unidos tiene dos vías abiertas hasta noviembre. La de Trump suena a antiglobalización histriónica. La de Biden no, pero está llena de recetas del pasado. Según un miembro de su Administración, en esta campaña el presidente ha sacado un recetario prácticamente calcado de la anterior. No sorprende, no conmueve, y su credibilidad va a menos: suman casi 32.000 los palestinos muertos en Gaza por los ataques israelíes y Washington sigue apoyando a Netanyahu. Aun así, el jueves presentó una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para pedir un alto el fuego inmediato en la Franja, después de vetar todas las anteriores. Aunque el Gobierno israelí no se inmuta. Por primera vez en medio siglo, el índice V-Dem, de la Universidad de Gotemburgo, ha dicho que la israelí ya no puede considerarse democracia liberal, sino meramente electoral.

Que haya países remando en contra de los acuerdos multilaterales, violando el derecho internacional y degradando las instituciones no es gratis. Y fuerza movimientos en el resto. La Unión Europea ha movido ficha y está replanteando su estrategia de defensa. Impresiona escuchar a los líderes europeos en 2024 diciendo que hay que rearmarse, discutiendo sobre cómo financiar su industria de defensa y, sobre todo, perfilando el relato de un peligro inminente.

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