Se acabó el respeto en la política
El exabrupto y las malas palabras han sustituido al tono institucional y la moderación en las cuentas de políticos y partidos, si es que alguna vez estuvieron presentes
Solemos hablar de la polarización y de las malas formas en el Congreso. Sin embargo, es fuera del hemiciclo, en las redes, donde los políticos más se sueltan y lanzan mensajes como dardos hacia sus adversarios. Un ejemplo reciente es del PP que, entrada la madrugada del martes, publicó este tuit en su cuenta oficial —antes se lanzaban este tipo de contenidos desde cuentas secundarias—: “Mensaje para los corruptos del PSOE: es la 1 de la madrugada. Dice Yolanda Dí...
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Solemos hablar de la polarización y de las malas formas en el Congreso. Sin embargo, es fuera del hemiciclo, en las redes, donde los políticos más se sueltan y lanzan mensajes como dardos hacia sus adversarios. Un ejemplo reciente es del PP que, entrada la madrugada del martes, publicó este tuit en su cuenta oficial —antes se lanzaban este tipo de contenidos desde cuentas secundarias—: “Mensaje para los corruptos del PSOE: es la 1 de la madrugada. Dice Yolanda Díaz que es hora de salir de las marisquerías. Ya pueden dirigirse ordenadamente a sus prostíbulos de confianza. Recuerden saludar al portero. Quién sabe: igual llega a consejero de Renfe”.
Muchos se quedaron atónitos: “Si esto es lo más inteligente que se le ocurre al encargao de comunicación del @ppopular es comprensible que sus posibles o potenciales votantes nos demos a la bebida hasta el delirium tremens”, escribió @JFitzEdwards. @Juancarlosblanc consideró que el tuit “es impropio de un partido político con vocación de Gobierno y sentido de Estado”. Y añadió: “Me pregunto cuándo decidieron los grandes partidos que se iban a comportar en las redes como si fueran adolescentes con ganas de demostrar al mundo que son unos malotes”. Natalia Junquera, periodista de este diario, quiso recordar algunas frases del primer discurso de Alberto Núñez Feijóo como presidente del PP. El 2 de abril de 2022, recién aclamado, dijo ante los suyos que quería llevar al partido por la senda del buen hacer: “Tenemos que sacar a la política española de la hipérbole permanente. No he venido a hacer política impostada ni frívola e infantil. No he venido ni a crispar ni a insultar. Creo en la moderación y en la serenidad”.
El caso del PP no es único. X es la plataforma favorita de nuestros políticos. Y parecen preocupados por lo que allí ocurre. En esta legislatura se ha hablado de redes sociales en 28 ocasiones, según los diarios de sesiones, y la palabra Twitter se ha citado hasta 11 veces en las Cámaras. Se han reprochado tuits publicados y borrados y se han mostrado indignados porque uno ha prohibido a otro ver su perfil. Hasta en tres sesiones de control se ha hablado de este asunto en referencia a Óscar Puente, ministro de Transportes. “Todos le imaginamos a usted el fin de semana, desde el sofá, bloqueando en Twitter”, aseguró Alfonso Serrano Sánchez-Capuchino en el Senado el 12 de diciembre. “Hay quien todavía se asombra de su furia tuitera, pero yo reconozco que no estoy sorprendida porque llevo a gala llevar muchos años bloqueada por usted”, le dijo Ester Muñoz de la Iglesia, del PP, un día después en el Congreso. Aunque el ministro solo respondió a Francisco Bernabé, senador por Murcia, el 20 de febrero.
—Se queja usted de que le he bloqueado en Twitter, pero yo les bloqueo para que no se hagan daño. ¡Claro, si lo que les hago a ustedes es un favor, hombre! —dijo el ministro entre las risas de su grupo.
Óscar Puente es un usuario muy activo de la red social de Elon Musk, donde ha adoptado actitudes en la frontera de las que critica. Son famosos algunos de sus rifirrafes con el agitador Javier Negre, dueño de EDATV, y muy denunciados. Puente se defendió hace unos días en La Sexta: “Mi Twitter es mi patio de comunidad, yo elijo con quién me relaciono. No quiero discutir con determinada gente, no quiero que determinada gente aproveche mi perfil para establecer debates que no quiero tener”.
Quizá la actitud de Puente sea una estrategia del Gobierno para contrarrestar los ataques en las redes de sus adversarios dentro y fuera de la política, pero no por ser algo a propósito es más acertado. Ni siquiera como estrategia resulta muy decorosa. ¿Es constructivo bajar al barro porque otros están en él? ¿Qué bien puede traer a la política o al país que un partido político o un ministro se comporte de forma burda y soez ante los ciudadanos?