Somos porque fueron

Los lectores escriben sobre la valentía de los que un día dejaron el campo por la ciudad, la ética profesional, las acusaciones de agresión sexual que pesan sobre Carlos Vermut, y sobre las temperaturas primaverales en enero

Un campesino trabajando la tierra.Getty Images

Vi a mis padres despojarse de sus palabras con rabia y pena para encajar en la ciudad. Entonces yo sentía que arrancaban, sin anestesia ni piedad, las raíces de los míos. Los he visto silenciar ese maravilloso acento extremeño por huir de los prejuicios mientras sentían que se fallaban una vez más. Alguien decidió que, además de empujarte sin compasión a salir del pueblo y dejar tu vida atrás para labrarte un futuro en la jungla de asfalto, tenías también que abandonar todo lo que te ataba a él. Tu identidad. Alguien decidió que debíamos arrancar de cuajo nuestras raíces para poder calificarno...

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Vi a mis padres despojarse de sus palabras con rabia y pena para encajar en la ciudad. Entonces yo sentía que arrancaban, sin anestesia ni piedad, las raíces de los míos. Los he visto silenciar ese maravilloso acento extremeño por huir de los prejuicios mientras sentían que se fallaban una vez más. Alguien decidió que, además de empujarte sin compasión a salir del pueblo y dejar tu vida atrás para labrarte un futuro en la jungla de asfalto, tenías también que abandonar todo lo que te ataba a él. Tu identidad. Alguien decidió que debíamos arrancar de cuajo nuestras raíces para poder calificarnos como ciudadanos de primera y quitarnos ese cartel de paletos que algunos nos colgaban al escucharnos hablar o al ver nuestras caras curtidas por el sol, o las manos con grietas del trabajo en el campo. Ahora, años después, me veo en la obligación de curar las heridas que todo eso nos produjo, dando voz a los que nunca fueron escuchados y ondeando con orgullo la bandera de los humildes, los de campo, los salvajes, los de pueblo. Somos porque fueron.

María Pérez González. Valladolid

¿Ética profesional?

En la oferta prometían: “Disfrutarás de una cultura y un entorno laboral único muy especial. Creemos en el desarrollo personal continuo, en tener un plan de formación personalizado y sabemos que empleados contentos son empleados productivos”. Apliqué, convencida de que por fin había encontrado un sitio digno, y me llamaron a los pocos días. Hice la entrevista un viernes y el lunes ya estaba trabajando. Nueve meses después, al borde de un breakdown mental y con la autoestima por los suelos, tuve un despido improcedente. El día anterior, me senté en la oficina de mi superior y me prometió que revisaríamos mis funciones. ¿Está la ética profesional en peligro de extinción, o siempre fue un espejismo?

Alba Sánchez León. Pinto (Madrid)

Libertad sexual con respeto

Esta semana se conocían las acusaciones de agresión sexual a Carlos Vermut por parte de varias mujeres. El cineasta ha argumentado que tiene una vida sexual promiscua, que le gusta el sexo duro, y que esto “puede llevarte a situaciones como esta”. Se deduce entonces que la libertad sexual puede fácilmente desdibujar los límites del consentimiento y, de forma orgánica, saltárselos. La libertad sexual nunca será el rebranding woke en el que los agresores puedan escudarse. En la libertad sexual imperan siempre el respecto, el cuidado, y cómo no, el consentimiento.

Cristina Ruiz-Poveda. Madrid

Enero en primavera

No se da al calentamiento global la importancia que se merece. Se cree que sus consecuencias solo nos afectarán en el futuro, pero eso no es verdad. Basta ver las temperaturas actuales: estamos en invierno y tenemos un clima propio de la primavera, con 30 grados a las dos de la tarde en algunas ciudades. Está claro que el pasado no se puede cambiar, pero el futuro sí.

Leonor Berná Quinto. Albatera (Alicante)

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