Madame Bovary en Morata de Tajuña
Las dos mujeres asesinadas en Madrid representan un mundo en el que los amores pueden habitar en Facebook, en la imaginación… y en Bizum
Madame Bovary y Ana Karenina estaban seguras de que iban a emprender una nueva vida gracias a sus amantes salvadores, románticos y perfectos, que las habían convencido de que el mundo, su mundo, no tenía sentido sin ellas. El porte distinguido, la elegancia innata y la sensualidad dotaban a esos hombres de todo lo que les faltaba a sus maridos. Lo dieron todo por ellos y perdieron hasta la vida. En escenarios ...
Madame Bovary y Ana Karenina estaban seguras de que iban a emprender una nueva vida gracias a sus amantes salvadores, románticos y perfectos, que las habían convencido de que el mundo, su mundo, no tenía sentido sin ellas. El porte distinguido, la elegancia innata y la sensualidad dotaban a esos hombres de todo lo que les faltaba a sus maridos. Lo dieron todo por ellos y perdieron hasta la vida. En escenarios muy lejanos a esa Francia rural y anodina que retrató Flaubert y al San Petersburgo de Tolstói, dos hermanas de Morata de Tajuña, en Madrid, creyeron en el poder de sendos amores únicos, singulares, cuyo ardor debían avivar con todo el dinero que pudieran conseguirles y aunque el nido de ese amor solo estuviera en Facebook. Su delito fue la fe, confiar en esos amantes destinados en Afganistán, y así parecieron hacerlo hasta que una larga mano de esa fantasía las asesinó. Sus cuerpos y el de su hermano fueron hallados antes de ayer.
Nuestras enamoradas se llamaban Ángeles y Amelia, frisaban los 70 y se entregaron a una convicción absurda, simple y parecida a la que llevó a una mujer granadina a pagar 170.000 euros a un falso Brad Pitt. Este la hizo creer que el actor se había ennoviado y esa estafa está en los tribunales. Los casos se amontonan a nuestro alrededor, más allá de los que se hacen mediáticos. Quién no conoce alguno.
Qué tecla tendremos rota para creernos, en ocasiones, lo que la razón niega. Qué puede ocurrir en el interior de nuestro ser para que seamos capaces de arriesgarlo todo y seguir a un absurdo flautista de Hamelín hasta la perdición. Es un misterio. Y es que uno no elige qué siente, qué cree, qué piensa, ni de qué se ríe, como nos recuerda el irreverente humorista Ricky Gervais.
La debilidad, la idiotez, la ingenuidad y la confianza son consustanciales al ser humano. Los vecinos de Ángeles y Amelia habían detectado el problema y las habían avisado. La víctima del falso Brad Pitt podía haber encontrado en cualquier búsqueda de Google que el actor gana más de 30 millones por película. Pero la culpa no es de ellas ni de esa tecla aciaga que combina enamoramiento e ingenuidad, sino de los desalmados.
Las dos muertas de Morata de Tajuña son las verdaderas Madame Bovary de hoy, de un mundo en el que los amores pueden habitar en Facebook, en la imaginación… y en Bizum. Pero, en pleno siglo XXI, las sofisticadas Emma y Ana Karenina lo habrían hecho igual.