Desaparecidos en México: realismo crudo

Diversos grupos de Madres Buscadoras recorren el país, siguiendo pistas y removiendo la tierra para encontrar los restos de sus familiares. Muchas fueron asesinadas, otras reciben amenazas

Tres madres buscadores analizan un montón de tierra en busca de restos óseos, en Coahuila, el 23 de mayo de 2023.Mónica González Islas

Desde 1964 desaparecieron más de 100.000 personas en México, el 97% después de 2006, cuando el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra contra el narco”. Las desapariciones son, en su mayoría, fruto de la violencia generada por los cárteles de droga. El Estado no busca a quienes desaparecen o los busca mal. ...

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Desde 1964 desaparecieron más de 100.000 personas en México, el 97% después de 2006, cuando el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra contra el narco”. Las desapariciones son, en su mayoría, fruto de la violencia generada por los cárteles de droga. El Estado no busca a quienes desaparecen o los busca mal. Diversos grupos de Madres Buscadoras recorren el país, siguiendo pistas y removiendo la tierra para encontrar sus restos. Muchas fueron asesinadas, otras reciben amenazas. El 8 de enero pasado, Cecilia Flores, quien fundó el colectivo Madres Buscadoras de Sonora (encontraron más de 2.000 cuerpos en siete años; no a los hijos de Flores), colgó en el Ángel de la Independencia de Ciudad de México una manta con un mensaje. “A los cárteles les pido piedad. No maten ni amenacen a las Madres Buscadoras. No queremos justicia ni cárcel, solo arropar a quienes parimos y un lugar donde rezarles”. El 13 de enero ese grupo descubrió 19 fosas clandestinas con restos humanos en la playa del Choyudo. Es solo el comienzo: hasta fines de 2023, había más 52 mil restos sin identificar en servicios médicos forenses. Ellas cosechan, el Estado amontona. En el mensaje de la manta, Flores —que en 2021, después de que una buscadora apareciera acribillada, dijo “No buscamos culpables, no buscamos justicia; lo único que queremos es traerlos de vuelta a la casa”, donde “traerlos a casa” es poder peregrinar hacia una tumba— no se dirigía al estado, sino a los perpetradores. Es, en ese sentido, un mensaje inusual: si organizaciones como Madres de Plaza de Mayo reclaman por sus desaparecidos con lemas como “ni olvido ni perdón” y “castigo a los culpables”, Flores se obliga a una claudicación que podría ser vista como algo impropio si no fuera porque la ausencia absoluta del Estado la convierte en un acto de realismo crudo.

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