Retrato de una obsesión
Todos los medios relataron el proceso de elección de Nadia Calviño como presidenta del Banco Europeo de Inversiones desde el anuncio de su candidatura, pero hay quien se lleva la palma a la hora de contar novelísticamente las negociaciones
Nadia Calviño será la nueva presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). España coloca a una de las suyas en uno de los más altos cargos de las instituciones de la UE. Fichada por Sánchez desde la Dirección General de Presupuestos de la Comisión Europea, Calviño vuelve a los ambientes donde mejor se mueve, donde más se valoran sus conocimientos, su experiencia, su infinita agenda de contactos y su facilidad para orientarse por el entramado comunitario.
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Nadia Calviño será la nueva presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). España coloca a una de las suyas en uno de los más altos cargos de las instituciones de la UE. Fichada por Sánchez desde la Dirección General de Presupuestos de la Comisión Europea, Calviño vuelve a los ambientes donde mejor se mueve, donde más se valoran sus conocimientos, su experiencia, su infinita agenda de contactos y su facilidad para orientarse por el entramado comunitario.
Todos los medios contaron el proceso desde el anuncio de su candidatura hasta su elección. Pero Carlos Segovia, de El Mundo, fue, a ojos de este columnista, quien más novelísticamente contó esas negociaciones. Lo de Segovia con Calviño es el retrato de una obsesión. Como esos adolescentes que tienen empapelada la habitación con fotos de la chica del instituto que no les hace caso. Segovia lleva cinco años atizando a Calviño, pero vayamos únicamente al proceso de elección para el BEI porque de lo contrario la señora directora tendría que darme el periódico entero.
El 15 de mayo empezó el festival: “La presidencia del Banco Europeo de Inversiones, una difícil opción para Calviño de dejar el Gobierno de Sánchez”. 17 de mayo: “Calviño dispone de un mes para optar a presidir el BEI tras lanzar el proceso el Ecofin”. Era falso, la candidatura se presentó el 11 de agosto.
El 4 de septiembre titulaba: “Francia quiere que Calviño tenga actitud ‘pronuclear’ para aceptarla en el BEI”. La vicepresidenta nunca ha mostrado tal “actitud” expresamente en público y Francia dio el visto bueno a su nombramiento. Lo único que dijo Calviño fue que aceptaría “lo que determinen los reglamentos comunitarios”. Esa frase sirvió a Segovia para titular al día siguiente: “Calviño se abre a que el nuevo BEI (es el mismo desde 1958) financie proyectos nucleares como pide Francia”.
El 23 de octubre dijo que Calviño tenía un “conflicto de interés” porque aspiraba a la presidencia del BEI mientras debía llevar la negociación de la reforma del Pacto de Estabilidad y podía decantar esta reforma a favor de los intereses de Francia. Como si esa reforma no se decidiera también a 27, como si Calviño fuera a dictarla, como si Alemania no pintara nada.
Los 27 deben elegir dónde tendrá su sede la nueva Agencia Europea contra el Blanqueo de Capitales y la Financiación del Terrorismo (Amla). Madrid es candidata, como París, Frankfurt, Roma, Dublín, Riga, Vilnius, Viena y Bruselas.
El 6 de octubre Segovia escribió que Francia se disponía a votar a favor de Calviño a cambio de quitar esa sede a Madrid, como si ya hubiera sido decidida. Mes y medio después, el 27 de noviembre, le dio por cambiar de idea y entonces tituló: “Francia sospecha de canje de favores entre Sánchez y Scholz: Calviño al BEI y Fráncfort en vez de Madrid para la sede de la Amla”. Cuando inventas es fácil olvidar la mentira. Se elige por mayoría absoluta. Francia, España y Alemania pueden negociar lo que quieran, pero si 14 países votan Viena, a Viena irá. Y nadie te puede “quitar” lo que no tienes.
Mientras decenas de corresponsales iban contando el proceso, Segovia seguía buscando obstáculos. El 28 de noviembre tituló: “Calviño topa con el plan de Italia de nombrar en el BEI a Vestager y se complica su salida exprés del Gobierno”, pero Italia tenía a su propio candidato, Daniele Franco, y además no tenía aliados suficientes para bloquear la candidatura de Calviño.
El 3 de diciembre, cuando cualquier medio informado daba por hecho el nombramiento, Segovia repetía que Italia se resistía y contaba que era “insólito” el procedimiento usado por el ministro de Finanzas belga (que guiaba la elección), el conocido como “procedimiento de silencio”. Se presenta un acuerdo y si quienes plantean objeciones no reúnen minoría de bloqueo se da por aprobado. En Bruselas ese procedimiento es tan “insólito” como la lluvia.
El día en que Calviño fue elegida le dio por titular con el sueldo que iba a cobrar y llegó a escribir, sin explicar dónde o cuando, que “la vicepresidenta mostró preocupación por las circunstancias económicas familiares”. Según Segovia, Calviño se va al BEI porque no llega a fin de mes.