Fruta podrida

Algunos señalan al enemigo y otros lo atacan. El insulto de la presidenta de Madrid a Sánchez ya es coreado en las protestas en Ferraz

Isabel Díaz Ayuso, en la Asamblea de Madrid. En vídeo, intervención de la presidenta madrileña.Foto: Gustavo Valiente (EUROPA PRESS)

Para las generaciones que crecimos angustiadas por que las vitaminas se fueran a escapar del zumo recién exprimido, el nuevo lema acuñado por Isabel Díaz Ayuso renueva nuestro trauma hasta extremos insospechados. “¡Las vitaminas se van!”, anunciaban nuestras madres y repetimos a nuestros hijos como si fuera a llegar la maldición de Lot. Investigar adónde se iban no venía al caso, porque su rastro era indeleble como el de los mensajes que enviaban los espías, y solo nos quedaba el terror de salir al mundo sin la vitalidad suficiente para afrontar lo que se avecinaba.

Y si hablamos de las...

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Para las generaciones que crecimos angustiadas por que las vitaminas se fueran a escapar del zumo recién exprimido, el nuevo lema acuñado por Isabel Díaz Ayuso renueva nuestro trauma hasta extremos insospechados. “¡Las vitaminas se van!”, anunciaban nuestras madres y repetimos a nuestros hijos como si fuera a llegar la maldición de Lot. Investigar adónde se iban no venía al caso, porque su rastro era indeleble como el de los mensajes que enviaban los espías, y solo nos quedaba el terror de salir al mundo sin la vitalidad suficiente para afrontar lo que se avecinaba.

Y si hablamos de las vitaminas que se van o, en otras palabras, de la oxidación de las frutas, es por el nuevo eslogan que la presidenta de Madrid, pícara ella, ha sembrado para todos los descontentos. “Hijo de puta”, murmuró en la tribuna del Congreso dirigido a Sánchez, un insulto que su equipo transformó en “me gusta la fruta”, frase que después ella repitió con sorna varias veces en la Asamblea de Madrid.

La semana en la que se contraponían Sánchez y Feijóo empezó y terminó, sin embargo, con los focos puestos en Ayuso. Si al principio fue su amenaza al mejor estilo de Milei —”devolveremos golpe por golpe”—, al final ha sido su insulto y su ardid —“hijo de puta/me gusta la fruta”— el que ha marcado la investidura.

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Hay políticos corrientes y hay políticos que se convierten en fenómenos de masas, en iconos populares que no por serlo se transforman en mejores. La historia colecciona figuras como Eva Perón, Trump o Bolsonaro, capaces de sumar seguidores, sí, pero no por ello la razón.

Estos días, igual que la muñeca Barbie abandonó su universo plástico para adquirir cuerpo y alma en la reciente película, los peores memes que creíamos acordonados en el mundo virtual se han hecho carne en las consignas más irracionales que circulan en las protestas. Se apunta a los masones, al Rey por no actuar o al “hijo de puta” Sánchez, la nueva consigna favorita de los ultras en Ferraz tras el alarde de Ayuso, mientras se reivindica a Franco y la acción militar. Un par de horas después de escribir esto supimos que 50 exmilitares retirados han pedido al Ejército que destituya al presidente. Algunos señalan al enemigo y otros lo atacan. Ocurrió en el asalto al Capitolio.

La amnistía puede contener todos los ingredientes para no gustar. Pero nadie puede negar la legitimidad de un presidente que ha logrado mayoría allí donde debe lograrla: en el Congreso y no en la calle. Tengamos cuidado. La fruta callejera que le gusta a Ayuso está oxidada, podrida. Sus vitaminas hace rato que se han ido.

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