Emily Valentina es una pesada
Una cuenta de la red social con apariencia de haber sido creada por inteligencia artificial despierta la atención de los usuarios
No, no se habla de otra cosa en esta red social. Uno abre la aplicación de X, la anterior Twitter, y ahí está. La gente es muy pesada, pero luego está ella, que es otra cosa, más moderna, más de estos tiempos, con su tez blanca, morena, delgada, con rasgos parecidos a Rania de Jordania y con cara de no haber roto un plato en su vida. Como Belén Esteban en lo nuevo de ...
No, no se habla de otra cosa en esta red social. Uno abre la aplicación de X, la anterior Twitter, y ahí está. La gente es muy pesada, pero luego está ella, que es otra cosa, más moderna, más de estos tiempos, con su tez blanca, morena, delgada, con rasgos parecidos a Rania de Jordania y con cara de no haber roto un plato en su vida. Como Belén Esteban en lo nuevo de Sálvame en Netflix, pues al revés. Desde hace un par de meses, sale más que Antonio García Ferreras. La veo más que a mi pareja, más que a mis padres y hasta más que a mis hijos, que no tengo. Que sí, que todos conocemos a los pesados ―qué sería de la vida sin esa gente, y más ahora en Navidad, que hay que cocinar para ellos―, pero esto es un grado más. Están Miguel Ángel Revilla, las luces de Vigo y ella, Emily Valentina. ¿Quién? Emily Valentina. ¿Cómo? Eso mismo.
Resulta que en nuestra querida España ―esa España nuestra— ha aparecido una mujer de unos 35 años que salta siempre en todos los comentarios de X. No falla nunca. Llegó sigilosa a estos lares a finales de agosto. Ahora cuenta con 9.000 seguidores por aquí, con 15.000 en Instagram y con 1.100 en Telegram. Valentina tiene mucho dinero. Si aparece es por la publicidad que invierte en esa red social. Cualquiera puede hacerlo, pero ella había venido a jugar e igual ha superado todas sus expectativas. Si Madrid es España dentro de España, Valentina es X dentro de X. A casi todos los usuarios se les ha aparecido alguna vez. Dicen, incluso, que si pronuncias Valentina tres veces delante del espejo no pasa nada. A saber.
“Me está dando miedo, la veo hasta en mis sueños”, ha escrito uno. “Hola Valentina, en casa hemos decidido adoptarte”, comienza otro. “Cuando vamos a comer te ponemos un plato en la mesa y te hemos un comprado un juego de toallas”. Más claro: “Hay tres cosas seguras en la vida: la muerte, los impuestos y Emily Valentina”. Nadie sabe quién narices es. Ni siquiera si existe de verdad. Ella pone que es alemana, pero luego que es italiana. Está la cosa como para ser española. ¿Qué vende? Su vida, con fotos sugerentes y mensajes chorras, del tipo “aquí estoy sentada en la bañera y relajándome. Os deseo una buena noche”. El domingo, por cierto, se tomó un helado en forma de cono y el traductor de Google hizo el resto para el pueblo patrio: “¡Hola, mis queridos! Siempre son tan amables y educados conmigo. Por ejemplo, aquí un usuario me preguntó si me gusta comer coño. ¡Y sí, debo confesar que me encantan!”. En fin. “Esto es coña”, escribió un tuitero. En absoluto.
El Confidencial publicó una pieza el otro día: “El misterio de Valentina: nadie sabe si la mujer que obsesiona a internet es real o no”. Hasta sus búsquedas están creciendo en Google, con España como el primer lugar interesado, seguida por Colombia, Chile y Reino Unido. Ay, Valentina.
Las teorías apuntan a que es obra de una inteligencia artificial, como el caso de Aitana López, una modelo creada por una agencia de publicidad de Barcelona que ya suma 115.000 seguidores en Instagram. En el caso de Valentina, la última pista la ha dejado un youtuber, Chuiso, quien apunta a un usuario de Twitter español que dice que es ciberpirata y que ha descubierto un error en el apartado de anuncios de la red social. Con solo 120 euros ha logrado un impacto de siete millones de visualizaciones. ¿Es el creador de Valentina? “No puedo responder a esa pregunta”, ha asegurado. Vaya, vaya.