Psicopatía intelectual

Un medio israelí que plantea la guerra como una oportunidad para perder peso incendia las redes sociales

Evacuación de palestinos heridos por un bombardeo israelí en la franja de Gaza el pasado 19 de octubre.Fatima Shbair (AP)

La Real Academia Española describe “psicopatía” como aquella “anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece”. Uno de sus rasgos más característicos es la total falta de empatía con los demás. En las redes hemos visto en los últimos días impactantes ejemplos de psicopatía intelectual escrita, es decir, presuntuosa, sin remordimientos, a gala.

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La Real Academia Española describe “psicopatía” como aquella “anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece”. Uno de sus rasgos más característicos es la total falta de empatía con los demás. En las redes hemos visto en los últimos días impactantes ejemplos de psicopatía intelectual escrita, es decir, presuntuosa, sin remordimientos, a gala.

Tuiteó The Jerusalem Post, el periódico israelí en inglés más leído y más antiguo, según su página web, y reconocido, dice, por su “postura centrista”: “El temor a los cohetes y misiles en medio de la guerra de Israel con Hamás pone a millones de israelíes en un estado constante de ansiedad y estrés. Pero puedes utilizar ese estrés para perder peso y mantenerte sano”. El tuit va acompañado de cuatro etiquetas o hashtags, a saber: #Israel; #TerroristasdeHamás; #Gaza y #pérdidadepeso. Y enlaza a un contenido titulado, efectivamente, “Cómo usar el estrés de la guerra entre Israel y Hamás para perder peso”, en el que un tal doctor Raz Hagoel recuerda que “pasar muchas horas frente al televisor, la falta de actividad física y comer emocionalmente para encontrar consuelo dificulta el mantenimiento de una dieta saludable”. El artículo advierte que esta vez la guerra va para largo. “Está claro”, añade el doctor, que “momentos como este” pueden “favorecer un exceso de calorías”. O sea, la guerra engorda (en Israel).

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“No puedo imaginar una idea más despreciable en este momento. ¿Fue entonces la imposición de restricciones de alimentos y agua en Gaza solo un plan de pérdida de peso?”, se preguntó en respuesta @victoriaBrownworth. Tuiteó Aparna Nair: “No puedo creer que alguien haya escrito esto y que otra persona haya decidido publicarlo. No solo es una salvajada sugerir que la guerra es una oportunidad para adelgazar; es absolutamente obsceno dada la situación de alimentos y de agua en Palestina”. “Los israelíes contando calorías y los palestinos contando niños muertos”, contestó @AilbheBosca1.

Tras el revuelo en las redes, el periódico israelí eliminó el tuit en su cuenta de X (antes Twitter), así como el artículo en su web, pero se ve que no entendió del todo el motivo de la polémica, porque días después publicó otro artículo titulado ”Guerra contra Hamás. Cómo superar la pérdida de apetito en tiempos de estrés”. ”¡Han tratado de darle la vuelta a la historia!”, tuiteaba, sorprendida, @aurorabrshealis. “Los israelíes tienen que lidiar con la pérdida de apetito. Los gazatíes con la falta de comida”, escribía otro tuitero.

De hecho, el periódico israelí difunde contenidos de este tipo casi a diario. “¿Ha causado la guerra de Hamás la plaga de mosquitos en Israel?”, se preguntaba este martes en otro artículo. “Aunque el verano ya pasó, los israelíes todavía se enfrentan a un aumento de mosquitos y a sus implacables picaduras debido en parte a la guerra en curso con Hamás”, argumentaba dentro, contestándose a sí mismo. “Un solo mosquito puede picar a varias personas en una noche, lo que hace que el peligro sea aún mayor”, añadían. “Debería ser la última de vuestras preocupaciones”, le replicó en X Gerry Garcia.

Todavía hay en las redes sociales, herramientas habituales de linchamiento oral, quien reacciona con estupor ante el desprecio público y evidente del sufrimiento ajeno. Seguiremos cuerdos mientras la indignación colectiva apague las provocaciones más aberrantes. Pero hay demasiados frentes abiertos.

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