Contradicciones climáticas

Países que se han comprometido a reducir las emisiones prevén incrementar la producción de combustibles fósiles

Refinería en Estados Unidos.DAVID RYDER (REUTERS)

En un año en el que se han sucedido los informes que certifican el incremento de temperaturas y la variabilidad del clima debido a los efectos del calentamiento global, y en vísperas de la celebración en Dubái de la 28ª Cumbre del Clima, se acaba de hacer público un estudio elaborado por más de 80 investigadores de prestigiosos institutos internacionales y de la agencia medioambiental de la ONU en el que se pone de manifiesto que ...

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En un año en el que se han sucedido los informes que certifican el incremento de temperaturas y la variabilidad del clima debido a los efectos del calentamiento global, y en vísperas de la celebración en Dubái de la 28ª Cumbre del Clima, se acaba de hacer público un estudio elaborado por más de 80 investigadores de prestigiosos institutos internacionales y de la agencia medioambiental de la ONU en el que se pone de manifiesto que los gobiernos de los 20 principales países productores de combustibles fósiles tienen previsto producir en 2030 más del doble del máximo estipulado que permitiría limitar el incremento de temperatura a 1,5 grados. En conjunto, esos gobiernos suponen el 80% de la producción de carbón, petróleo y gas.

En apenas semanas, la atención global volverá a centrarse en la cumbre del clima. Asistiremos entonces al balance de la reducción de emisiones comprometida por los gobiernos desde el acuerdo de París de 2015, también asistiremos a duras negociaciones y, en el mejor de los casos, al anuncio de nuevos pasos en esta misma dirección. Todo puede quedar en mera retórica. Según muestra el citado estudio, 17 de los 20 países analizados se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero no han extendido esa reducción a la producción de carbón, petróleo y gas, algo que hace difícil el cumplimiento del citado compromiso.

Por otro lado, muchos de los países que se comprometen a reducir emisiones de gases de efecto invernadero, no solo no reducen la producción de combustibles fósiles, sino que siguen dando apoyo financiero a esa producción, lo que pone de manifiesto las contradicciones que existen aún entre los vistosos compromisos internacionales en clave climática y la cruda realidad de las inversiones y del modelo energético imperante, fuertemente asociado a los mismos combustibles que actúan como principal causa del calentamiento global. Son estas contradicciones las que han llevado a científicos y ecologistas a reivindicar en los últimos años el compromiso explícito de limitar la producción de combustibles fósiles, no solo las emisiones. Tanto a corto como a medio y largo plazo.

En el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) se subrayaba que estamos a tiempo de evitar las peores consecuencias del calentamiento global, pero también que el tiempo se agota. Dejar pasar esta próxima COP sin tomar todas las medidas necesarias o sin la ambición suficiente, es un riesgo que no podemos correr. El desafío es estar a la altura de lo que supone una transición profunda, un cambio total de modelo, algo que se antoja especialmente difícil teniendo en cuenta que la cumbre se celebra a fin de mes en Dubái, que no solo es uno de los principales países productores de petróleo, sino que además no ha dado ninguna señal de ser consciente del problema al que nos enfrentamos.

Por eso la Unión Europea debe volver a jugar el papel de liderazgo y vanguardia que ha tenido en ocasiones anteriores. Eso sí, las contradicciones de algunos de sus estados miembros —con Alemania a la cabeza—, que siguen produciendo y financiando la industria de los combustibles fósiles, pone en entredicho la coherencia de su discurso ante el resto del mundo.


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