Preguntas

Cuando hablamos del deterioro de las democracias, conviene acordarse de cuestiones como aquel “¿sabe usted con quién está hablando?”

Foto de familia del PP durante la manifestación organizada por el partido, en la plaza de Felipe II, el pasado 24 de septiembre de 2023, en Madrid.Jesús Hellín (Europa Press)

Cada tiempo histórico responde a sus preguntas. Quien vivió los años del franquismo, recuerda dos preguntas decisivas: ¿usted sabe con quién está hablando? Y ¿pero en qué país se cree que vive? Preguntar por la vida del país suponía advertirle a las personas más insensatas que España no disfrutaba de las costumbres democráticas de otros países europeos. Se trataba de una España en la que la prensa y la justicia estaban bien amarradas a unos poderes muy seguros de sí mismos. El Poder Judicial era más peligroso para la socieda...

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Cada tiempo histórico responde a sus preguntas. Quien vivió los años del franquismo, recuerda dos preguntas decisivas: ¿usted sabe con quién está hablando? Y ¿pero en qué país se cree que vive? Preguntar por la vida del país suponía advertirle a las personas más insensatas que España no disfrutaba de las costumbres democráticas de otros países europeos. Se trataba de una España en la que la prensa y la justicia estaban bien amarradas a unos poderes muy seguros de sí mismos. El Poder Judicial era más peligroso para la sociedad que las bandas de criminales o los movimientos clandestinos. El poder mediático mantenía a través de la manipulación y la censura una forma de contar las cosas que conseguía imponerse a la realidad. Y si alguien protestaba, en seguida se hacía notar la otra pregunta, convertida en afirmación: usted no sabe con quién está hablando.

Cuando hablamos del deterioro de las democracias, conviene acordarse de las posibilidades de esas preguntas. ¿Sabemos con quién estamos hablando? ¿Hablamos con un Poder Judicial que lleva años sometido a la indignidad de no cumplir la Constitución por servidumbre política? ¿Hablamos con una prensa que ha abandonado la información veraz para lanzar polémicas de crispación y comunicar discursos de odio y mentiras?

A la hora de responder, conviene también recordar quiénes somos y sentirnos orgullosos del país que puede actuar ahora con libertad ante los abusos de la prepotencia. Sí, claro que sé con quién hablo y en qué país vivo. Hablamos con una gente que daba por descontado que iba a ganar las elecciones para degradar con egoísmo elitista y negociante la sanidad pública, la educación pública y las condiciones laborales decentes. Detrás de cada polémica coyuntural, se esconde su afán de siempre. Y vivimos en un país que ha dicho que no porque los neoliberales han cometido el error de confundirse con la vieja soberbia franquista.

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