Días de libros póstumos

Muere un autor, lo lloramos un rato, le prometemos memoria perdurable y lo olvidamos. Quizá una reedición, un homenaje, devuelvan al cabo de los años su nombre al presente

Rafael Chirbes, en marzo de 2014.Daniel Reinhardt (picture alliance / Getty Images)

Últimamente resucitan pocas personas. El mundo de la literatura, tan poblado de inmortales, no escapa a esta propiedad de nuestro tiempo. Muere un autor más o menos célebre, lo lloramos un rato en los medios de comunicación y en las redes sociales, resaltamos sus méritos, le prometemos memoria perdurable y lo olvidamos. Quizá una reedición, un homenaje, un estudio biográfico devuelvan al cabo de los años su nombre a la pasajera consideración del presente. Se me hace que tan nobles iniciativas representan más un consuelo de vivos que un suplemento de vida para los muertos. Perpetuidad, desde lu...

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Últimamente resucitan pocas personas. El mundo de la literatura, tan poblado de inmortales, no escapa a esta propiedad de nuestro tiempo. Muere un autor más o menos célebre, lo lloramos un rato en los medios de comunicación y en las redes sociales, resaltamos sus méritos, le prometemos memoria perdurable y lo olvidamos. Quizá una reedición, un homenaje, un estudio biográfico devuelvan al cabo de los años su nombre a la pasajera consideración del presente. Se me hace que tan nobles iniciativas representan más un consuelo de vivos que un suplemento de vida para los muertos. Perpetuidad, desde luego, no confieren, a menos que se tenga por tal la circunstancia de que un nombre merezca dilatada rememoración. Autores fenecidos retornan con un sucedáneo de presencia merced a la publicación de obras póstumas, bien porque ellos así lo dispusieron, con el cálculo de dificultarle la digestión al voraz olvido, bien porque, tras hurgar en sus gavetas o en sus archivos de ordenador, herederos y editores hallaron material inédito y lo difunden como quien rescata un rescoldo de las cenizas. Unos cuantos y doctos libros de la especie referida nos permiten en las actuales calendas septembrinas entablar conversación literaria con los difuntos. Anagrama ha publicado el esperado tomo tercero de los Diarios de Rafael Chirbes y Tusquets El hombre de la guerra, novela que quizá suponga la ocasión de leer por última vez algo nuevo de Ramiro Pinilla. Taurus ofrece De imágenes también se vive, compendio de memorias en las que Carlos Saura estuvo trabajando hasta pocos días antes de su defunción. La correspondencia de Juan Luis Alborg durante la Guerra Civil, editada por UMA Editorial y Publicacions de la Universitat de València, forma asimismo parte de esta nómina, supongo que ampliable, de autores que, sin haber resucitado, nos brindan la grata ilusión de su compañía.

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