La belleza de ser vieja

Los lectores escriben sobre la vejez, la victoria de la selección española en el Mundial femenino de fútbol y las elecciones presidenciales en Ecuador

Una mujer mayor juega con su nieta.

Han hecho desaparecer las palabras vieja y viejo. Me gustan esas palabras, me nombro vieja y no por ello inservible, todo lo contrario; como decía mi abuela, se aprende a vivir cuando estamos a las puertas de morir. Mientras llega la despedida de la vida, animo a toda persona a seguir viva, a disfrutar de todos y cada uno de los días que nos amanece, para que la muerte no la tengamos en vida, sino que nos pille viviendo. Verdad es que el bienestar social es imprescindible para estar viva; exijamos por tanto el reparto de e...

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Han hecho desaparecer las palabras vieja y viejo. Me gustan esas palabras, me nombro vieja y no por ello inservible, todo lo contrario; como decía mi abuela, se aprende a vivir cuando estamos a las puertas de morir. Mientras llega la despedida de la vida, animo a toda persona a seguir viva, a disfrutar de todos y cada uno de los días que nos amanece, para que la muerte no la tengamos en vida, sino que nos pille viviendo. Verdad es que el bienestar social es imprescindible para estar viva; exijamos por tanto el reparto de ese bienestar. No se fíen de las estadísticas; están hechas por y para el poder, y el poder, cuando llegamos a la vejez, nos echa de la vida si no tenemos recursos propios para seguir viviendo dignamente. Si no hemos tenido una niñez, una adolescencia, una juventud y una madurez dignas, tampoco tendremos una vejez digna.

Rafaela Pastor Martínez. Córdoba

Nos decían “marimacho”

La victoria de la selección me gustaría que sirviese para reconocer a todas las “marimacho” que fueron nombradas así. “Qué pena, una hija tan femenina y otra le ha salido así, marimacho”, decían de mi hermana. Gracias a los padres que al regreso de su trabajo jugaban “a gol” con la hija que aún con pañal esperaba sentada en su balón. Gracias a las madres que cosían los números en la camiseta de los 11 del equipo, chicos todos menos su hija. Gracias a todos los niños que veían en una niña una jugadora más. Papá, allá donde estés, hoy ser “la hija futbolista” es ser campeonas del mundo. ¡Gracias, selección!

Celia Iglesias Vilariño. Alcalá de Henares (Madrid)

Momentos inolvidables

Cuando era pequeña, me encantaba ver los partidos de fútbol con mi abuela. Las dos siempre hemos sido futboleras, no nos perdíamos ninguno. A veces se nos unía alguien más, pero lo hacía principalmente para comerse nuestras chuches y acabar con la coca-cola. Las dos comentábamos las jugadas, nos enfadábamos y saltábamos de la emoción cuando nuestro equipo marcaba un gol. Tras el pitido final, subía a mi habitación y escribía sin parar. Al terminar, bajaba corriendo por las escaleras, reunía a toda mi familia en el salón y en alto empezaba a leer la crónica del partido. Hoy me acuerdo de ella, de su sonrisa y de lo que hubiera disfrutado viéndolas a ellas ganar la Copa del Mundo.

Eugenia Bravo. Cáceres

Me duele Ecuador

Me duele Ecuador porque en ese hermoso país nací hace 74 años y hoy no es ni la sombra de lo que fue. Allí vive gran parte de mi familia. La mayoría de la gente sobrevive y unos pocos forman parte de la élite económica del país. Me duele Ecuador, porque en España y Europa recibimos poca información del mismo. Su tamaño es directamente proporcional a su presencia internacional y su papel en el contexto geoestratégico es mínimo. Ecuador solo es noticia cuando las catástrofes naturales hacen su aparición o cuando las garras del narcoterrorismo deciden que México y Colombia no son suficientes y hay que incorporar a Ecuador como una pieza más en la construcción de su ambicionado Estado narcoterrorista sin fronteras.

Marcelo Noboa Fiallo. Gijón

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