Victoria pírrica del PP y poco útil

El resultado no estaba en ninguna previsión en la cúpula de los populares, que anoche buscaban argumentos para justificar lo que en su fuero interno asumían como un logro “dramático”

Alberto Núñez Feijóo, en el balcón de la sede del PP en Madrid tras conocerse los resultados electorales. Foto: ÁLVARO GARCÍA | Vídeo: EPV

En 1996, después de aquellas elecciones a cara de dóberman en las que José María Aznar logró ganar al fin a Felipe González y en la madrileña calle de Génova se cantó lo de “Pujol, enano, habla castellano”, EL PAÍS tituló con “victoria pírrica” para el PP, y el entonces Defensor del Lector, el autor del Libro de Estilo del periódico, Álex Grijelmo, o intelectuales como Fernando Savater y Santos Juliá, cuestionaron esa opción, que escritores como Juan José Millás o políticos como José María M...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En 1996, después de aquellas elecciones a cara de dóberman en las que José María Aznar logró ganar al fin a Felipe González y en la madrileña calle de Génova se cantó lo de “Pujol, enano, habla castellano”, EL PAÍS tituló con “victoria pírrica” para el PP, y el entonces Defensor del Lector, el autor del Libro de Estilo del periódico, Álex Grijelmo, o intelectuales como Fernando Savater y Santos Juliá, cuestionaron esa opción, que escritores como Juan José Millás o políticos como José María Maravall defendieron como muy oportuna. La RAE tomó al poco posición y completó la definición clásica de pírrico como “un triunfo o victoria obtenidos con más daño del vencedor que del vencido”, y añadió: “Triunfo conseguido con mucho trabajo o por un margen muy pequeño”. En el caso de la conquista pírrica y corta por parte del PP de Feijóo el domingo es además un éxito aparentemente poco útil, que clarifica muy poco.

Loading...

El PP esgrimirá que ha ganado en votos, en escaños, en porcentaje, en muchas provincias, pero el resultado de estas elecciones no estaba en ninguna previsión en la cúpula de los populares, que anoche empezaban a buscar argumentos para justificar lo que en su fuero interno asumían como un logro “dramático”. Algunos componentes de la lista de Feijóo hablaban en confianza de “desastre”, aunque precisaban: “Para el PP, para Feijóo y para España”. Otros teóricos populares rescataban los datos de la participación, destacaban la desaparición ahora de Ciudadanos y de Pablo Iglesias, y concluían que el electorado se había desplazado hacia la derecha pero rebotando contra el muro ultra de Vox.

Para el sector crítico del PP, en extinción, el problema es más de fondo y tiene que ver con un concepto antiguo, desfasado, de una España que ya no existe. Y con esa andanada se refieren a la escasa representación de ese partido, pese a la pobre subida en estos comicios, en zonas tan relevantes del país como Cataluña, Navarra o Euskadi.

Feijóo y su equipo han filtrado en los últimos días en varios círculos de su confianza que la ola de su verano azul les surfearía en solitario cerca de los 168 escaños y soñaban con que algunos barones socialistas presionaran entonces para decapitar de nuevo a Pedro Sánchez y permitir su investidura con una abstención de Estado. No tiene ninguna pinta de que vaya a ocurrir. Ese sueño húmedo de aglutinar todo el voto útil de la derecha no ha comparecido, aunque su crecida se haya visto favorecida en la misma proporción que la caída de Vox. Esa mayoría contundente, sólida, que demandaba para derogar el sanchismo y todas sus leyes está por ahora parlamentariamente en posición de bloqueo. Esa bala de oro que anhelaba para coronar su carrera de mayorías absolutas en Galicia no ha podido exportarla a toda España. Está por determinar cómo actuará a partir de ahora y si su palabra y sus principios son tan maleables como los de María Guardiola en Extremadura. Anoche, de entrada, le pidió la abstención gratis total al PSOE y Sánchez se volvió a acordar del socialista extremeño Guillermo Fernández Vara.

Sobre la firma

Más información

Archivado En