Victoria a los puntos

El debate moverá al máximo un 6% de los votos, que es poco; pero que es mucho pues la distancia en las encuestas entre Feijóo y Sánchez ya se aproxima a solo un punto

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, acompañados por los presentadores Ana Pastor y Vicente Vallés, el lunes antes del inicio del debate. Foto: EDUARDO PARRA (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV

Sería ingenuo esperar, ante políticos experimentados, algún derrumbe. No lo hubo en el debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, sino una lucha a los puntos. Es más habitual que uno abra más cuña entre los favorables al contrario, rompa un pilar de su credibilidad, desarticule algunos de sus argumentos. Lo decisivo, incluso en un debate tan entrecortado y abrupto, es si afloran nuevas ideas, lemas, enfoques. Que insuflen nueva dinámica a la campañ...

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Sería ingenuo esperar, ante políticos experimentados, algún derrumbe. No lo hubo en el debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, sino una lucha a los puntos. Es más habitual que uno abra más cuña entre los favorables al contrario, rompa un pilar de su credibilidad, desarticule algunos de sus argumentos. Lo decisivo, incluso en un debate tan entrecortado y abrupto, es si afloran nuevas ideas, lemas, enfoques. Que insuflen nueva dinámica a la campaña. Moverá al máximo un 6% de los votos, que es poco; pero que es mucho pues la distancia en las encuestas entre Feijóo y Sánchez ya se aproxima a solo un punto.

En creación de lemas sintéticos, destacó el presidente: “El PP y Vox son lo mismo”; “ustedes gobiernan con Vox, nosotros no gobernamos con Bildu”; “ustedes cambian derechos y principios por votos”. Le favorecía la novedad de que el 28-M se han formado coaliciones derecha-ultraderecha y ya se comprueban sus efectos. Y del PP en solitario, pero contaminado por los pactos programáticos con los ultras: la supresión de consejerías de Igualdad y Medioambiente en La Rioja y Baleares. Frente a ello, el líder de la oposición insistió en los consabidos argumentos de que a Sánchez le perseguirá “en la historia” haber firmado en el BOE la ley del solo sí es sí y que el presidente “divide con la igualdad”: contundentes, pero manidos. Quizá seguía la doctrina de que en campaña hay que evitar nuevos enfoques, insistir en los recurrentes. Pero tal vez los argumentos novedosos gozan de más impacto.

Había un interés especial: comprobar si el político gallego había madurado en las cuestiones económicas, primer bloque de la discusión. Ahí Feijóo fue muy eficaz en la táctica de bloqueo. Pero reincidió en su ignorancia en la materia y el error de negar lo evidente: dijo que España era colista en crecimiento económico y de empleo. Iba contra la estadística: el incremento de nuestro PIB alcanzó el 5,5% en 2022, en la vanguardia de la UE; y el empleo acaba de superar el listón de los 20,8 millones de afiliados. También contrarió los datos reales del descenso de las okupaciones de viviendas, afirmando que habían aumentado, cuando en el primer cuatrimestre de 2023 se redujeron casi un 12%. Es imprescindible un cotejo de todas las cifras afloradas.

Para evaluar la discusión, hurguemos en los dilemas íntimos de los protagonistas. Sánchez debía movilizar a sus desencantados y frenar su fuga: necesitaba radicalidad, pero le convenía la serenidad para recuperar a los electores más de centroizquierda. Feijóo tenía que mantener la apariencia de ponderación; pero le resultaba arduo compatibilizarla con su genuflexión a los ultras, cuando los necesita, casi siempre. Todo indica que en este deslinde Sánchez sufrió menos. Pero que cada uno lo juzgue.

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