A propósito del cierre del periódico boliviano ‘Página siete’

Los cuatro exdirectores del diario defienden una línea crítica con el poder de turno y rechazan la etiqueta de medio opositor

Una edición de ‘Página Siete’ en un puesto de periódicos de La Paz, Bolivia, durante las elecciones de octubre de 2019.Jorge Bernal (AFP)
Mery Vaca | Isabel Mercado | Juan Carlos Salazar | Raúl Peñaranda

En nuestra calidad de exdirectores del periódico Página Siete de Bolivia, le exponemos nuestra sorpresa e indignación por la publicación de la noticia titulada Página Siete, el principal periódico opositor de Bolivia, anuncia su cierre por falta de recursos. La nota contiene al menos 10 imprecisiones que, lejos de ser errores, son datos manipulados con la intención de sostener el enfoque de que Página Siete era un pe...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En nuestra calidad de exdirectores del periódico Página Siete de Bolivia, le exponemos nuestra sorpresa e indignación por la publicación de la noticia titulada Página Siete, el principal periódico opositor de Bolivia, anuncia su cierre por falta de recursos. La nota contiene al menos 10 imprecisiones que, lejos de ser errores, son datos manipulados con la intención de sostener el enfoque de que Página Siete era un periódico opositor, etiqueta que rechazamos con los argumentos que exponemos a continuación:

1. La nota afirma que el periódico Página Siete fue creado por un grupo de empresarios de La Paz, cuando la realidad es que entre los creadores había un grupo nutrido de periodistas, entre ellos, el propio corresponsal que firma la nota.

2. Indica que los columnistas, encabezados por el expresidente Carlos Mesa, se trasladaron del diario La Razón a Página Siete, lo cual es incorrecto porque Mesa no estaba entre los columnistas fundadores. Él se integraría después y, en cuanto ingresó en actividad política, la dirección del periódico le invitó a abandonar la columna.

3. Afirma que Página Siete cometió un error al publicar una noticia sobre un bebé muerto en una marcha indígena hace más de 10 años, pero no menciona que esa información fue emitida por la comisión de comunicación de la marcha y que varios medios se hicieron eco de la misma.

4. Señala que las autoridades y el periódico estuvieron “en constante conflicto”, cuando la realidad es que las autoridades gubernamentales emprendieron una sistemática campaña de desprestigio en contra de los periodistas de Página Siete, los que fueron víctimas de constante hostigamiento durante los 13 años de vida del periódico.

5. Indica que el periódico era referente de “las clases medias acomodadas de La Paz”, pero la realidad es que recibía tres millones de visitantes únicos al mes, lo que obviamente traspasa con creces a la clase media no solo de La Paz, sino del país.

6. Indica la nota que el periódico contribuyó en la creación del estado de ánimo que enmarcó el derrocamiento de Evo Morales el 2019, sin mencionar que aquellos acontecimientos se originaron en la decisión de Morales de desconocer los resultados de un referéndum que le dijo No a una nueva postulación y al informe de la OEA que estableció que en Bolivia hubo “manipulación dolosa” de los resultados electorales. Los sucesos fueron protagonizados al menos por la mitad de los habitantes de las ciudades y ningún periódico tendría el poder para semejante objetivo.

7. Dice también que Página Siete “defendió fuertemente” al gobierno transitorio de Jeanine Áñez, lo cual es falso. Al contrario, mantuvo la distancia que debe existir entre un medio independiente y un gobierno, al punto que, tal como sucedió en el gobierno de Morales, el de Áñez bloqueó la pauta publicitaria y el acceso a la información para Página Siete, lo que hemos denunciado en su momento.

8. Sólo en el quinto párrafo, la nota se ocupa del motivo del cierre de Página Siete, luego de haber argumentado con imprecisiones el enfoque del “periódico opositor”, pero sin mencionar que el proceso de capitalización para salvar al diario fracasó porque los empresarios dieron un paso al costado por temor a represalias del Gobierno.

9. Indica que el presidente del directorio enfrenta juicios por incumplimiento de pagos, lo cual es falso. Raúl Garáfulic está procesado por otro asunto que nada tiene que ver con la gestión del periódico.

10. Finalmente, la noticia de EL PAÍS no consigna la posición de los periodistas del diario que, mediante una nota a los lectores el mismo día y pocos minutos después del cierre, han dado fe de que hacían un trabajo independiente y han revelado la precaria situación en la que estaban trabajando sin recibir salarios durante siete meses. Si Página Siete hubiera sido un diario opositor, no habría cerrado y sus trabajadores no estarían hoy en la calle clamando por ayuda.

Página Siete fue un diario crítico con el poder de turno, como corresponde a la esencia del periodismo independiente que también reivindica EL PAÍS, pero, al parecer, el corresponsal deliberadamente confunde crítico con opositor, una etiqueta acuñada por Evo Morales, de la que se hace eco el corresponsal.

Finalmente, nosotros, los cuatro directores que tuvo Página Siete a lo largo de su existencia, damos fe de que se hizo un trabajo independiente y plural, sin que medie ninguna presión, lo que derivó en la asfixia económica y en el cierre del diario. La independencia con la que se nos ha permitido trabajar era tal que el presidente del directorio y accionista mayoritario se enteraba de los titulares al día siguiente, junto a los demás lectores.

Los cuatro firmantes somos periodistas de larga trayectoria dentro y fuera de Bolivia y no empeñaríamos nuestras carreras por ningún interés político.

Más información

Archivado En