La aprobación del techo de gasto lanza la carrera presidencial en Estados Unidos
Con las candidaturas de Pence, DeSantis, Christie o Haley comienzan las primarias para destronar a Donald Trump y buscar la renovación en el Partido Republicano para ganar en 2024
Ahora sí. La carrera de las primarias para las elecciones del próximo 5 de noviembre de 2024 está lanzada después de la aprobación del techo de gasto. El acuerdo entre demócratas y republicanos aleja el fantasma de la crisis económica interna, aplaza el debate sobre la deuda y concede argumentos al ...
Ahora sí. La carrera de las primarias para las elecciones del próximo 5 de noviembre de 2024 está lanzada después de la aprobación del techo de gasto. El acuerdo entre demócratas y republicanos aleja el fantasma de la crisis económica interna, aplaza el debate sobre la deuda y concede argumentos al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, para plantear un discurso moderado dentro del Partido Republicano. La aprobación es significativa, porque esta cuestión sale del debate presidencial y se deja en manos del nuevo presidente la toma de decisiones a partir del 1 de enero de 2025.
En el Partido Demócrata también hay primarias, aunque la renovación del presidente Biden se da por segura. Incluso con un bajo índice de aprobación (estable en el 40%), ser presidente en ejercicio determina tu destino. Robert F. Kennedy Jr, hijo de Bobby Kennedy y sobrino de JFK, es la única voz disonante. En las encuestas alcanza cifras marginales, menos del 20%, pero suficientes para reclamar un debate público. Su estilo trumpista, con el paquete completo de vacunas, simpatías putinistas y crítica a los medios, gusta a Fox News, cadena a la que acude con frecuencia. No hay riesgo en la elección, pero sí malas experiencias. El retraso en la nominación de Biden le desgasta y abre la puerta a la crítica interna, como ya sucedió en 1979 cuando el senador Edward Kennedy desafió al entonces presidente Jimmy Carter. El llamado “final de Camelot”, ahogado en una crisis energética e inflacionaria, fue abrupto, con la primera derrota de un presidente en ejercicio desde Hoover en 1932.
El núcleo del debate está en el Partido Republicano. Los estudios de opinión señalan que el 25% del electorado es abiertamente trumpista. Controlan el dinero del partido, fuerzan posiciones polarizantes y apuestan por sus propios candidatos, aunque en las elecciones de medio mandato, en noviembre de 2022, no resultaron victoriosos. Otro 25% declara que apostaría por cualquiera que no fuera el expresidente. Tiene poco tirón y es un cuadrante poco atractivo para apalancar una campaña. De hecho, sólo encontramos a Asa Hutchinson, exgobernador de Arkansas, con un discurso de esta naturaleza. El 50% representa un soft MAGA voter, cómodo con el trumpismo, pero abierto a otros candidatos de la línea dura.
Donald Trump marca el tono de la conversación republicana, porque nunca se ha ido del escenario. Sus índices de aprobación rara vez caen por debajo del 50% y cuenta con dos ventajas estratégicas. En los asuntos sociales, está en una posición centrista. Puede defender opiniones conservadoras en materia de aborto, pero no es un evangélico. En segundo lugar, su enfrentamiento con la Justicia alimenta una narrativa basada en la fantasía del “Estado profundo” y la persecución. El asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 es determinante. Es un pésimo legado institucional, pero sin él estaría fuera de órbita. Su elegibilidad reside en que hubo fraude electoral, le desplazaron de la presidencia y “los de siempre” gobiernan el país. Sin embargo, la estrategia para ganar las primarias no tiene por qué ser la que le conduzca a la Casa Blanca. Los nuevos swing states o Estados bisagra (Pennsylvania, Wisconsin, Michigan, Carolina del Norte, Arizona y Georgia) están muy polarizados y el trumpismo genera enorme rechazo. En noviembre de 2022, los republicanos fueron incapaces de levantar un muro rojo en la Cámara, el Senado y los gobiernos estatales.
La carrera del gobernador de Florida, Ron DeSantis, es decepcionante. Tras la victoria por más de veinte puntos en noviembre, se esperaba una carrera meteórica. Pero no despega. Tras la fallida entrevista con Elon Musk con la que presentó su candidatura, necesita alguna intervención relevante, por ejemplo, en la convención de los republicanos Carolina del Norte. En el plano estratégico, DeSantis cuenta con un presupuesto cercano a los 300 millones de dólares, que le permite movilizar y atraer votantes, y con un apoyo sólido de los grupos latinos. Florida se ha convertido en un bastión republicano y toda victoria presidencial parte esos 30 representantes del Colegio Electoral. La tercera ventaja es un mensaje conservador del gusto de los evangélicos y los anti woke. Su lucha contra el gigante Disney confirma este planteamiento. Sin embargo, el gobernador DeSantis presenta una debilidad estructural en sus posibilidades de ser electo. Las restrictivas leyes contra el aborto generan enorme rechazo entre las mujeres, electoras de referencia en los swing states y proclives a decidir su voto en función del candidato, no del partido. Las mujeres independientes fueron decisivas en noviembre de 2022 y volverán a serlo dos años después.
El exvicepresidente Mike Pence ya ha iniciado su candidatura. Es un conservador clásico, que huye de los extremistas del 6 de enero y que apalanca su discurso sobre la doctrina evangélica. Es una alternativa real, que une al electorado medio y que atrae, sobre todo, a los preocupados por las políticas industriales, el empleo y el coste de vida en el Medio Oeste. Su negativa a colaborar con Trump marca una línea divisoria que le impida, en primer término, llegar a la convención republicana con posibilidades.
Tim Scott es senador por Carolina del Sur. Es afroamericano y es un tapado para quienes buscan una renovación sin estridencias. Se autoclasifica como reaganista y seduce al electorado afroamericano, que fue decisivo en la victoria de Biden en 2020. Sin embargo, sus capacidades son desconocidas para el gran público y no tiene un rival con quien confrontar. En tiempos de polarización, el perfil neutro es una desventaja.
Y cierra mi quinteto predilecto con Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur y trumpista reconocida en su etapa como embajadora ante Naciones Unidas. Su candidatura sería una revolución en las costumbres republicanas, pero tienen pocas posibilidades reales. Sin embargo, incluyo su perfil porque será decisiva en la conformación del ticket electoral. Apuesto que será ella y, por tanto, esperamos una retirada temprana para apostar por uno de los mencionados. Ella tiene tirón electoral en los suburbios y en el votante independiente. Es mujer, treinta años más joven que Biden y de padres indios. Es el complemento ideal para cualquiera de ellos.
Estos son los perfiles, pero no sabemos quiénes serán los elegidos. De hecho, otros candidatos como Vivek Ramaswamy o Chris Christie, que se lanzó a la carrera este martes, son una incógnita. Están, pero no se les espera. En 2016, Trump fue electo por delante de los “seguros” Ted Cruz o Jeb Bush. En 2012, Mitt Rommey pasó por encima de Newt Gringrich, otrora todopoderoso presidente de la Cámara, y fue incapaz de presentarse cuatro años después. En suma, estas primarias republicanas están en línea de lo esperado. Prepárense para 18 meses de vértigo… y eso sin hacer caso a los constantes rumores de una retirada del presidente Biden, si finalmente Trump es apeado de la carrera. Así arranca el camino a la presidencia de 2024.