Hay esperanza para salvarnos

Los lectores escriben sobre los efectos del cambio climático, la educación, las amistades que se acaban y el racismo

Grietas en las orillas del pantano de Rialb, en Lleida, a consecuencia de la sequía.Albert Garcia

La tarea global más importante y urgente es la lucha contra la degradación ambiental del planeta. Es tal la acumulación de problemas ambientales de todo tipo que amenazan no solo la calidad de vida y la mera supervivencia de las generaciones futuras, sino también nuestro presente: alteraciones climáticas desastrosas, sequías, incendios y desertificación, destrucción de hábitats naturales, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La tarea global más importante y urgente es la lucha contra la degradación ambiental del planeta. Es tal la acumulación de problemas ambientales de todo tipo que amenazan no solo la calidad de vida y la mera supervivencia de las generaciones futuras, sino también nuestro presente: alteraciones climáticas desastrosas, sequías, incendios y desertificación, destrucción de hábitats naturales, extinción, arrinconamiento y maltrato de especies, etcétera. Habrá que empezar a tomar medidas radicales y, además de atrevernos a prohibir prácticas especialmente depredatorias y dañinas, desarrollar una revolución fiscal sobre los impuestos indirectos, modulándolos fundamentalmente según la incidencia de actividades, procesos y productos sobre el medio ambiente, para conseguir que sean mucho menos gravosas las que sean inocuas o de impacto suave que las más negativas. En definitiva, que sea social, cultural y económicamente más positivo conservar y regenerar que destruir. Quizás todavía queda esperanza para que nos salvemos.

José Manuel Mielgo. Béjar (Salamanca)

¿Qué pasó con aquella educación?

De educación, una palabra sobresaliente, me gusta la cuarta acepción del diccionario: “Cortesía, urbanidad”. Constantemente observamos comportamientos exentos de educación. Esa educación básica tan valiosa para la convivencia. A mí me enseñaron a no insultar, a tener consideración, a escuchar, compartir, ayudar... Echo de menos esa educación imprescindible para que nuestros hijos crezcan nobles, amables, adecenten los debates políticos que vemos hoy, rechacen las conductas agresivas de realities y redes. Recuperemos la cortesía y la urbanidad.

Montse Fernández. Zaragoza

Morir de amor o de tristeza

Tuve hace años un buen amigo con el que lo compartí todo, hasta lo más recóndito de mi corazón, pero nuestra amistad cayó en el infortunio de confundirse con otros menesteres: él se enamoró de mí, pero yo no de él, y decidió irse de mi lado. Creo que nunca una pérdida me dolió tanto y me dejó tan vacía. Solo con el tiempo comprendí que a veces uno tiene que marcharse de aquellas personas con las que amó la vida para que esta pueda continuar, y que nadie muere de amor, como tampoco de tristeza.

Pilar Peinado Expósito. Madrid

España sí es racista

Negar el racismo presente en la sociedad española es una ingenuidad. Y el caso de Vinicius da una señal. Ni su situación social ni su poder económico han impedido que le llamen “mono”. De hecho, fueron su popularidad y su dinero los que hicieron que la discriminación sistemática que ha sufrido llegue a la esfera pública. ¿Qué podemos esperar el resto de personas racializadas? Desde trabas para encontrar trabajos dignos, hacerse con un contrato de alquiler, sufrir delitos de odio y la sexualización extrema, entre otros. España es un país maravilloso, pero también racista.

Alberto Fernández. Madrid

Más información

Archivado En