El empleo verde del futuro
En diez años la economía puede llegar a generar cerca de medio millón de empleos vinculados a la transición energética
En la imaginación del futuro a menudo prevalece la expectativa de la destrucción de empleo que la transición ecológica puede provocar en algunos sectores de la economía antes que la necesidad de preparar las estructuras educativas capaces de cubrir la creciente demanda de trabajos hoy inexistentes o muy minoritarios. Según el Informe Global de Competencias Verdes 2022 de LinkedIn, las ofertas de trabajo en energías renovables y medio ambiente se han duplicado en Estados Unidos en los últimos cinco años, mientras que las del sector de los combustibles fósiles solo han crecido un 20%, y se esper...
En la imaginación del futuro a menudo prevalece la expectativa de la destrucción de empleo que la transición ecológica puede provocar en algunos sectores de la economía antes que la necesidad de preparar las estructuras educativas capaces de cubrir la creciente demanda de trabajos hoy inexistentes o muy minoritarios. Según el Informe Global de Competencias Verdes 2022 de LinkedIn, las ofertas de trabajo en energías renovables y medio ambiente se han duplicado en Estados Unidos en los últimos cinco años, mientras que las del sector de los combustibles fósiles solo han crecido un 20%, y se espera que las primeras superen a las segundas en el próximo año. Es una tendencia de alcance global en la que también incide el Informe sobre el Futuro del Empleo 2023 del Foro Económico Mundial, recientemente publicado.
La economía verde crece a un ritmo acelerado también en Europa gracias en parte a las políticas climáticas impulsadas por la UE, incluidas en los Fondos Next Generation. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética aprobada en 2021 en España prevé que las energías de origen renovable alcancen en 2030 al menos el 42% del consumo final de energía y aporten en torno el 74% de la electricidad, lo que implica casi duplicar su actual producción. Todo ello va a comportar en los próximos años un esfuerzo inversor y tecnológico que exigirá el acompañamiento de la correspondiente cualificación técnica y profesional.
El boom que está viviendo en España la implantación de placas solares gracias a la modificación de la normativa ha disparado la necesidad de un tipo de profesionales que antes apenas tenía expectativas de crecimiento por el estancamiento inducido en el sector. Lo mismo está ocurriendo en otros ámbitos afectados por la normativa europea de ahorro y eficiencia energética, como en el sector de la edificación.
El problema es que las estructuras educativas y de formación profesional son excesivamente rígidas, no ya para adelantarse al aumento previsible de la demanda, sino incluso para satisfacer la ya existente de forma rápida. El Gobierno estima que en una década se crearán 468.000 empleos relacionados con la sostenibilidad. Los buenos propósitos de habilitar 20.000 plazas de Formación Profesional van a chocar con la dificultad de dotarlas de profesorado ya que los profesionales capacitados están siendo atraídos por ofertas laborales ventajosas, altamente exigentes y casi siempre incompatibles con la docencia. También las universidades están creando grados y estudios de posgrado en estas materias, pero a un ritmo que previsiblemente no permitirá satisfacer la demanda de titulados.
En diferentes foros empresariales ha aflorado la preocupación por las crecientes dificultades para cubrir empleos. Más allá de las causas que afectan a otros sectores, el hecho es especialmente notorio en perfiles técnicos relacionados con las nuevas tecnologías y el sector ambiental. Paradójicamente, sin embargo, y pese a la seguridad laboral de estos estudios, hay especialidades con más plazas que demanda, lo que puede delatar la persistencia de lagunas y deficiencias en la orientación sobre el itinerario formativo de los estudiantes. La nueva economía en España tiene un futuro prometedor por delante (según el Ministerio de Ciencia, es el tercer país de la UE en este tipo de empleos), pero necesitará de forma urgente que esa transformación del modelo productivo en marcha encuentre a los docentes y profesionales capaces de garantizarla y políticas públicas que asuman el liderazgo de ese cambio.