Desvelado el enigma de la relación de Bolsonaro con el Ejército
Las Fuerzas Armadas, según un audio, mostraron su preferencia por Bolsonaro durante las últimas elecciones en Brasil
Durante los cuatro años de Gobierno de Jair Bolsonaro, los medios de comunicación y los expertos en temas militares intentaron en vano conocer el apoyo real que el Ejército le daba a sus intenciones de provocar un golpe de Estado para evitar la vuelta de la izquierda.
Existía la duda de si los militares daban crédito al capitán, que en su juventud había sido expulsado de la institución acusado de intentos de actos de terrorismo dentro mismo del cuartel, o s...
Durante los cuatro años de Gobierno de Jair Bolsonaro, los medios de comunicación y los expertos en temas militares intentaron en vano conocer el apoyo real que el Ejército le daba a sus intenciones de provocar un golpe de Estado para evitar la vuelta de la izquierda.
Existía la duda de si los militares daban crédito al capitán, que en su juventud había sido expulsado de la institución acusado de intentos de actos de terrorismo dentro mismo del cuartel, o si se sirvieron de él para entrar al Gobierno y en las estructuras del Estado para alcanzar cargos.
En realidad, la colocación de más de 6.000 militares dentro del Gobierno por mano de Bolsonaro fue vista como una forma para que el Ejército volviera a gobernar sin necesidad de dar un nuevo golpe de Estado.
Sin embargo, durante los cuatro años de la Administración de extrema derecha con vocación golpista no fue posible saber a ciencia cierta si de verdad los militares apoyarían o no el golpe siempre amenazado por el capitán retirado. Solo ahora, gracias a un audio divulgado por el periodista Carlos Alberto Jr en Metrópoles, se ha podido resolver el enigma.
El audio es del nuevo comandante del Ejército, Tomás Miguel Ribeiro Paiva, nombrado por Lula da Silva tras el intento de golpe del pasado 8 de enero que llevó al asalto y destrucción de las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia.
Pocos días antes de su nombramiento como nuevo responsable del Ejército, Paiva había dicho a sus subordinados que la victoria de Lula en las urnas era “indeseable” para las Fuerzas Armadas ya que, afirmó: “Infelizmente fue el resultado que para la mayoría de nosotros fue indeseado, pero aconteció”. Sí, el Ejército hubiese preferido la reelección de Bolsonaro y la gran mayoría no quería la vuelta de Lula que para ellos era la vuelta del comunismo.
Sin embargo, en ese mismo audio el nuevo general del Ejército dice también que “no se puede hablar con certeza que hubo irregularidades” en las elecciones, aunque admite con cierta ambigüedad que “el proceso puede tener fallos que deben ser analizados, fallos graves, pero no se puede hablar con seguridad que hubo irregularidades”, por lo que había que aceptar el nombramiento de Lula.
Se trató ciertamente de un discurso con una cierta ambigüedad, pero que dejó claro que la mayoría de las Fuerzas Armadas estaba con Bolsonaro. De ahí que la pregunta que se hace la izquierda y concretamente una parte del partido de Lula, el PT, es por qué dicho general fue escogido por Lula como nuevo jefe del Ejército.
Y esa delicada relación de Lula con los militares, que es como caminar sobre huevos sin quebrarlos, está siendo vista con simpatía y respeto para no crear mayores fricciones. Lula, en efecto, está colocando en los puestos claves del Ejército a los considerados por los menos “legalistas” aunque reconozcan que hubiesen preferido a Bolsonaro.
Una de las primeras victorias recogidas ya por Lula con su prudencia en los nombramientos relacionados con el Ejército es el anuncio que acaba de hacer justamente el general Paiva de que este año la institución militar ha prohibido que sea conmemorado el 31 de este mes el aniversario del golpe militar de 1964, que dejó de celebrarse en 1995 y que fue desempolvado por Bolsonaro al llegar al poder convirtiendo dicho aniversario en un mitin con nostalgias golpistas.
En el último aniversario del golpe de 1964 celebrado el año pasado por Bolsonaro con amenazas abiertas a las instituciones democráticas, el general Braga Neto, entonces al frente del ministerio de Defensa, divulgó un texto afirmando que el golpe militar de 1964 “fortaleció la democracia y combatió los ideales antidemocráticos de intentona comunista”.
Con todos esos precedentes, la actitud de Lula con el Ejército, considerado hasta por algunos de los suyos como peligrosamente arriesgado, está siendo más bien elogiado por las fuerzas democráticas. Sobre todo ahora que es ya sabido que el Ejército apostaba por la reelección del capitán y que nunca habrían elegido al viejo sindicalista visto falsamente como la reencarnación del comunismo.
Lo que sí es cierto es que la actitud diplomática de Lula con los militares nombrando para los nuevos cargos a los más legalistas y menos golpistas, se está revelando cada día como la más acertada y quizás la única posible. Y la pregunta indispensable es “¿qué otra cosa podría hacer Lula, sabiendo que la mayoría del Ejército apostaba por la reelección del golpista Bolsonaro? ¿Enfrentarlos? Sería un suicidio y una solución que no entra en su ya reconocida prudencia y sagacidad política.
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