La primera reacción es la que cuenta

Frente a una información detallada sobre los pagos del Barça al vicepresidente de los árbitros, Laporta respondió con las sospechas sobre la oportunidad del titular

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, durante una rueda de prensa.Alejandro Garcia (EFE)

En la vida y en las relaciones, la primera reacción es la que cuenta. En general, es así en todas las cosas, aunque suene injusto. Tú puedes echar la tarde entre plataformas buscando la película ideal para toda la familia, que sea apta y sin violencia ni desnudez ni lenguaje malsonante ni miedo ni angustia ni vida, en fin. Tú puedes dar con una película blanca y sin relieves, tan sin nada que no tenga ni argumento, y que, aun así, a tu hijo le dé por sorprenderte de pronto con una inquietud inesperada que no tenga nada que ver: ...

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En la vida y en las relaciones, la primera reacción es la que cuenta. En general, es así en todas las cosas, aunque suene injusto. Tú puedes echar la tarde entre plataformas buscando la película ideal para toda la familia, que sea apta y sin violencia ni desnudez ni lenguaje malsonante ni miedo ni angustia ni vida, en fin. Tú puedes dar con una película blanca y sin relieves, tan sin nada que no tenga ni argumento, y que, aun así, a tu hijo le dé por sorprenderte de pronto con una inquietud inesperada que no tenga nada que ver: “Papá, ¿qué es follar?”. La cosa no está en la pregunta, que la curiosidad mueve el mundo, sino en tu respuesta. La cosa estará en las milésimas de segundo en que arquearás las cejas y abrirás los ojos y, en un instante fugaz, notarás como si cientos de guionistas preparasen para ti una respuesta rápida y concluyente, que zanje nuevas preguntas. No hará falta que digas nada: tu manera de actuar será tu respuesta.

Somos nuestro primer impulso: lo que pensamos al oír cómo el ministro de Agricultura pide paciencia cuando le preguntan por las nuevas medidas para rebajar el precio de los alimentos. El primer impulso fueron también los cargos intermedios que, a manera de prueba, dejó caer el Ministerio de Transportes tras el fiasco de los trenes de Asturias y de Cantabria, para ver si con eso servía. Nos delatan nuestras primeras respuestas y lo que venga después serán ya rectificaciones. Así nos medirán los demás y, lo que es peor, así nos mediremos nosotros. Por eso duelen tanto las veces que no hemos hecho lo que debíamos, porque la respuesta natural, la instintiva, tiene que ser la buena. Será la que nos defina, al menos. Uno tiene a diario miles de ocasiones para equivocarse y solo puede remediarlo con una reacción a tiempo.

La mañana en que el programa Què t’hi jugues, de SER Catalunya, adelantó los pagos del FC Barcelona al vicepresidente del comité de árbitros, a Joan Laporta se le abrió un abanico de posibles declaraciones, desde el llegaremos al fondo del asunto al no sé de qué me hablan. Optó, sin embargo, por señalar al medio y caer en aquello que él pedía evitar: las insinuaciones. Frente a una información detallada —que fue incapaz de desmentir ni discutir—, respondió con las sospechas sobre la oportunidad del titular.

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Quedará esa reacción, que dice tanto, porque fue la primera que tuvo Laporta. Quedará que dejó pasar los días hasta salir a dar más explicaciones en el Camp Nou. Hubiera sido más honrosa una respuesta inmediata que respetase a la audiencia y a la afición, capaz de apreciar que pedir explicaciones por un escándalo no te pone del lado de un personaje como Javier Tebas. Te pone, sencillamente, en tu sitio. Hubiera sido sin duda mejor que, ante la primera información inesperada, el presidente del Barça nos hubiera contestado sin rodeos a la pregunta de qué es follar, porque no contestar ya es darnos una respuesta.

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