Descanso tecnológico
Los lectores escriben sobre las aficiones sin pantallas, la futbolización de la política, las malas formas en el Parlamento y las navidades
Estamos demasiado acostumbrados a ver a jóvenes (y no tan jóvenes) concentrados en su smartphone durante una reunión social, o durante una comida familiar, o incluso en el gimnasio. Este aislamiento tecnológico actual ya se ve como algo normal, cotidiano. Pero, ¿es sano? ¿Cuántas horas sin móvil al día podríamos estar? Algunos, muy pocas. Aunque la facilidad de acceso a cualquier información es abr...
Estamos demasiado acostumbrados a ver a jóvenes (y no tan jóvenes) concentrados en su smartphone durante una reunión social, o durante una comida familiar, o incluso en el gimnasio. Este aislamiento tecnológico actual ya se ve como algo normal, cotidiano. Pero, ¿es sano? ¿Cuántas horas sin móvil al día podríamos estar? Algunos, muy pocas. Aunque la facilidad de acceso a cualquier información es abrumadora, debemos plantearnos un descanso tecnológico diario. Sobre todo de las redes sociales, que de alguna manera nos “dirigen” hacia un cierto estilo de vida, a tener un físico concreto, o a vestir a la moda. Esto, sobre todo en los más jóvenes, puede afectar negativamente y hacer que dejen de centrarse en cosas tan importantes como socializar de forma sana, aficionarse a la lectura (muchos descubrirán que les aporta mucho más placer que las redes sociales) o, simplemente, dedicarse a otros hobbies o tareas que les reporten la tranquilidad y estabilidad mental que tanto buscamos.
María Gómez García. Murcia
La futbolización de la política
Cuando éramos niños y cometíamos errores, la excusa de “y tú más” no nos eximía de nuestra culpa. ¿Por qué a nuestros políticos sí les sirve? Quizás porque son un reflejo de la sociedad, esa sociedad futbolizada que justificará con argumentos inverosímiles una decisión arbitral que le favorezca, pero que incendiará las redes sociales cuando esa misma decisión beneficie a su rival. La política es y será ineficiente mientras, al igual que sucede con el fútbol, siga contaminada por forofismos viscerales. Falta objetividad, serenidad, autocrítica y reflexión. El problema es que vamos en dirección contraria.
Roberto Balsera Campos. Salas (Asturias)
Hablen bien, señorías
Señorías, hablen bien. Cualquier lingüista les diría que hablar o escribir bien consiste en adaptarse al contexto en el que nos movamos. Un catedrático de Física hablará con sus amigos en el bar de forma distendida, si le apetece, con vulgarismos o palabras gruesas. Pero en sus clases, cuando explique, cuidará mucho sus expresiones. ¿Tan difícil es que esto lo entiendan algunos políticos y comprendan que deberían representar educadamente a sus electores? ¿O es que algunos saben que, si insultan o mienten, ganan electores también poco educados?
Juan Molina Porras. Sevilla
¿Feliz Navidad?
Provengo de una familia desestructurada. Lamentablemente, los recuerdos que tengo de las navidades no son nada buenos. Las mejores navidades de mi vida fueron las del confinamiento, mi marido, mis perritas y yo en mi casa y tan felices. Unas navidades en paz y tranquilas, sin aguantar borracheras, gritos, broncas o malos modos, sin aguantar nada de eso. Ahora que rozo los 40 y con una perspectiva de necesaria lejanía y de madurez, pienso en todas aquellas personas que, como a mí, no les gusta la navidad y son un poquito el Grinch. No debemos obligar a nadie a estar feliz en estas fechas. No debemos obligar a nadie a juntarse porque sea Nochebuena, Nochevieja o la noche de Reyes. Son fechas dolorosas para muchas personas, y eso hay que aprender a respetarlo.
Patricia Peláez Bohigas. Alcalá de Henares (Madrid)