Repatriación urgente de las familias de yihadistas

El retraso en el regreso de las mujeres y niños españoles internados en Siria solo empeora una situación insostenible

Yolanda Martínez, a la izquierda, y Luna Fernández en el campo de Al Roj el 17 de marzo.Natalia Sancha (El Pais)

El Gobierno ha decidido por fin repatriar a las mujeres e hijos españoles de los yihadistas del Estado Islámico que fueron internados en campos de prisioneros del noroeste de Siria cuando, en marzo de 2019, cayó Baguz, último reducto del califato proclamado por Al Bagdadi en Mosul (Irak) en 2014. Se trata de 4 mujeres y 16 niños, ...

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El Gobierno ha decidido por fin repatriar a las mujeres e hijos españoles de los yihadistas del Estado Islámico que fueron internados en campos de prisioneros del noroeste de Siria cuando, en marzo de 2019, cayó Baguz, último reducto del califato proclamado por Al Bagdadi en Mosul (Irak) en 2014. Se trata de 4 mujeres y 16 niños, de 15 años a solo 3 —la que nació ya en cautiverio—. No podrán regresar todos porque, en febrero de 2020, una de las mujeres escapó con algunos menores del campo de prisioneros de Al Hol y se ignora el paradero de todos ellos.

Según han denunciado ONG como Médicos sin Fronteras, las condiciones de supervivencia en ese campo cercano a la frontera con Irak son lamentables. Alberga a más de 50.000 familiares de yihadistas, el 95% mujeres y niños, la mayoría sirios e iraquíes, pero unos 10.000 de distintas nacionalidades, incluidos numerosos europeos, y está bajo custodia de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), una milicia kurdo-árabe a la que Turquía acusa de terrorismo. Hace ya tres años y medio que se prolonga esta situación de agonía y las condiciones en los campos de prisioneros, en pleno desierto, no han hecho más que deteriorarse, desde el punto de sanitario, educativo y humanitario, pero también de seguridad, pues los sectores más radicalizados y violentos imponen su ley a los restantes internos.

Una vez repatriados los familiares, las mujeres deberán comparecer ante la Audiencia Nacional, donde podrían ser acusadas de trasladarse a un territorio controlado por una organización terrorista, lo que el Código Penal castiga con hasta cinco años de cárcel, o de otros delitos aún más graves. El juez deberá decidir si las priva de la custodia de sus hijos, aunque los abuelos ya se han ofrecido a hacerse cargo de ellos.

Nada de esto justifica la tardanza en traerlos. Al contrario. Cuanto más se demore la repatriación, más grave el problema y más riesgo habrá de que las secuelas que sufran los menores sean irreversibles.

La mayoría de los países europeos han repatriado ya, al menos parcialmente, a sus nacionales. Alemania, Bélgica, Suecia, Holanda, Finlandia, Italia, Irlanda o Noruega lo han hecho. Incluso Francia, uno de los más remisos, acogió el verano pasado a 16 mujeres y 35 niños antes de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) le ordenara “reexaminar sin demora” las demandas que había rechazado sin justificación alguna. El Parlamento Europeo y también la Comisión han subrayado la “especial vulnerabilidad” de los hijos de los yihadistas y han recordado a los Estados miembros la obligación de velar por la seguridad de sus ciudadanos, especialmente de los menores, que deben ser considerados como víctimas inocentes. Nunca los niños pueden ser condenados a pagar por los crímenes que hayan podido cometer sus padres, y eso sucede cada día que se prolonga esta situación.

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