Negocios chinos de Alemania

Berlín mantiene su especial relación con China pese al cambio de estrategia de la UE y las lecciones de Rusia

El barco contenedor chino 'Cosco Pride', el miércoles en el puerto de Hamburgo.AXEL HEIMKEN (AFP)

Alemania acaba de dar luz verde a la entrada del gigante chino Cosco, una de las mayores navieras del mundo, en el capital del puerto de Hamburgo, en medio de una profunda división del Gobierno de coalición y entre el creciente recelo de sus socios europeos, que se están replanteando la relación con China. La decisión se ha producido a pocos días de que el canciller Olaf Scholz viaje a Pekín, lo que lo convertirá en el primer lí...

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Alemania acaba de dar luz verde a la entrada del gigante chino Cosco, una de las mayores navieras del mundo, en el capital del puerto de Hamburgo, en medio de una profunda división del Gobierno de coalición y entre el creciente recelo de sus socios europeos, que se están replanteando la relación con China. La decisión se ha producido a pocos días de que el canciller Olaf Scholz viaje a Pekín, lo que lo convertirá en el primer líder del G-7 en visitar China desde el estallido de la pandemia a finales de 2019 y el primer mandatario extranjero en reunirse con Xi Jinping tras su reelección para un tercer mandato como máximo dirigente al frente del Partido Comunista chino. Para una estancia de apenas 24 horas, por las estrictas medidas de protección por la covid, Scholz viaja a Pekín acompañado de una nutrida representación empresarial.

Los socios de Gobierno del canciller han expresado sus reticencias por la violación de los derechos humanos por parte de China, como denunció Naciones Unidas en un reciente y demoledor informe sobre el trato a los uigures en Xinjiang. Pero ante todo quieren evitar que el error que el país cometió durante años con Rusia, al depender del suministro de su gas para el funcionamiento de la industria alemana, se repita ahora con China y que Alemania vuelva a quedar expuesta a las decisiones políticas de un sistema autocrático. El propio presidente de la República, Frank-Walter Steinmeier, ha intervenido para pedir que la lección de Rusia sirva para que Alemania reduzca en la medida de lo posible las dependencias unilaterales. Scholz, que fue alcalde de Hamburgo entre 2011 y 2018, ha cedido parcialmente a esas presiones y ha limitado la participación del conglomerado chino al 24,9% del capital frente al 35% previsto inicialmente.

Durante los años de Angela Merkel al frente de la Cancillería, Berlín cultivó una estrecha relación con China, convertida en su principal socio comercial, y triplicó los intercambios con el gigante asiático hasta alcanzar los 246.000 millones de euros en 2021. Eran también los años en los que la Unión Europea consideraba a China un socio estratégico y favorecía los acuerdos comerciales y tecnológicos con Pekín. Pero la invasión rusa de Ucrania lo ha cambiado todo y ahora la UE prioriza la seguridad de las cadenas de suministro y la protección de infraestructuras y China ha pasado a ser considerado por Bruselas un “rival sistémico”.

El carácter de infraestructura estratégica del puerto de Hamburgo es indudable, ya que se trata del primer puerto comercial de Alemania y el tercero de Europa por detrás de Rotterdam y Amberes. De hecho, Cosco tiene ya una participación en estos puertos y controla el puerto griego de El Pireo, uno de los más importantes del Mediterráneo, como consecuencia de la privatización llevada a cabo por el Gobierno de Atenas tras la crisis de deuda. Y, sin embargo, ninguna empresa extranjera puede tener participaciones en los puertos de China.

Alemania ignoró en el pasado tanto las advertencias de dos administraciones estadounidenses en relación con Rusia como las dudas de la Unión Europea. No es fácil ni posible romper de repente con todas las relaciones comerciales tejidas durante años, pero no es una buena noticia para Europa que Alemania adopte decisiones al margen de sus socios europeos.

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